sábado, 7 de septiembre de 2013

DISTOPÍA Sensacional de Cultura No. 6 - PDF


Tema: Desierto

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miércoles, 4 de septiembre de 2013

DISTOPÍA PRESENTA: DESIERTO


"Nunca pensé que el fuego solitario que hay en mí, fuera el amor.
Desciende cual serpiente calma y acechante sobre mi... desierto yo."

Escarbarme - Desierto yo

             Desierto, lugar de espejismos (al igual que el desierto de lo real baudrillardiano y sus simulacros). "Bienvenidos..." Avisaba Morfeo en la Matrix. Una metáfora del purgatorio, y una necesidad de purificación a través de una dura prueba en tierras yermas. Se accede a él voluntariamente no por una recompensa, sino por una amplitud de resistencia, reflexión y conocimiento. Es el encuentro con nuestras propias fuerzas en un período indefinido donde el oasis y el agua no son señales del fin de una búsqueda. Esta última, a pesar de lo que acontece en el pasaje bíblico del éxodo, es extenuantemente personal y sin un objetivo claro. Se sabe el principio pero nunca el fin, se sobrevive por día en un relato sin tiempo (luchando perenemente contra la soledad y la muerte). Aquello que buscamos nos encontrara en el momento justo mientras nos mantengamos con vida y hagamos de nuestro andar, algo más que sólo soportar. Será ahí entonces donde tendremos la revelación.

Cruzar el desierto "a la buena de Dios" (o como guía) significa el fortalecimiento del espíritu en medio de una inseguridad y dudas constantes. Si hay o no un paraíso (¿ilusión?) es algo secundario, pues es la excursión y lo que sucede en ella lo que realmente alimenta. Los miedos y debilidades que en forma demoniaca tarde o temprano saldrán más de una vez a nuestro paso, y las falsas imágenes (peligrosos anhelos de todo tipo) que intentaran alejarnos de nuestro ignoto destino de manera literal y reiterada; serán solo algunas de las tantas situaciones en las que habrá insoslayables enfrentamientos... y a veces, desafortunado sometimiento o extravió (parte del aprendizaje). Empero, al final la experiencia ganada habrá valido la pena. Sanar en el desierto quizás suene contradictorio, pero esa será una de sus mayores virtudes y efectos al entrar y salir de el: la cicatrización o perdón (o cualquier otra cura) de los errores del pasado... y es que todos alguna vez, nos veremos en la cruel disyuntiva de pasar por esta árida vivencia (inherente a nuestra humanidad).

Mientras tanto nuestros colaboradores sumergidos en sus oasis de letras definen el desierto así: 

Roberto Juanz describe el displacer, la abnegación del hombre convertido en desierto desde antes de su nacimiento; del miedo aquél de la soledad mal interpretada, cobijada en la exclusividad que ahora resulta el significado de la existencia. Inclusive alterna con el universo desértico del solipsista y el psicótico, de esos pequeños universos entrañados en una soledad atiborrada de ideas que van restando paso al silencio que no se filtra en angustia. El agua que aminorará la sed está en los folículos, en las microscópicas –y copiosas-  dunas, de inmensos desiertos internos, en los que valdría sumergirse hasta lo más profundo, para así hallar la liberación del malestar en el conocimiento interno, en el que habita la razón del todo. Esto nos dice la tormenta de arena dentro de Las letras flotantes

El Séptimo sello nos lleva por locaciones desérticas en las que se cuentan historias de mafiosos, borrachos que buscan eximirse, personajes de culturas que fundaron nuestro actual pensamiento (inclusive el teológico), y de adictos alucinantes en las civilizaciones ardientes; término que da paso al comentario de una de las películas básicas del Maestro Buñuel. Nuestro colaborador no restando valor a los films del maestro decidió escoger: “Simón del desierto” para así contarnos de los fetiches, traumas y pasiones de Luis Buñel. Simbolismo, religión, satanás, lo onírico, la sátira, Dalí y los senos de una actriz mexicana de gran trayectoria hicieron de los desiertos un espacio recurrente de los realizadores del cine. Todo esto y más en La desolada, y asoleada, vida de un devoto religioso por José Huerta.

Hansel Toscano nos habla de un mundo imaginativo que sólo podremos ver a través de nuestras pantallas, en nuestros pequeños mundos objetales en donde yace lo irreal del mundo desértico, título que enmarca el torbellino ilusorio de realidades que nos posicionan en un sentir que se va sublimando en los espejismos mediáticos de la irrealidad como bien dicta nuestro colaborador en su sección Goodbye Cruel World. Letras,  arena de emociones que nos nublan los ojos en donde no hay cabida para la significación de nuestros sentidos; entren al laberinto en donde nada es lo que parece y donde todo es afrenta.

Prosiguen las desventuradas “aventuras” de La Liga de Perdedores. En este estrepitoso y -desmejorado episodio se busca conformar un grupo de paramilitares que, trataran, proseguirán bajando recurso de la ONU; así mismo seremos testigos de la mofa de unos encapuchados a un dios prehispánico, para luego dar paso a la participación de uno de los contundentes guionistas de la llamada “Casa de las ideas”; se querrán arrancar las pestañas después de saber  de quién es. Suiza, Libia (próximamente) y Jáltipan (como referencia) serán los escenarios de la disparatada y ya gustada sección de Pablo Sinuhé (líder indiscutible de este grupo sinsentido pero con muchas agallas y muchos perdedores).

Lorena Rivera en SPQR nos refiere que la vida no es más que un llano espejismo; da cuenta de esto al formularnos no sólo el desierto como espacio repleto de arena y de variada vegetación y fauna. Nuestra colaboradora sintetiza la idea o la analogía (propiamente) del desierto, desde las bondades de la genética, la supervivencia y la adaptación. Y aquí vendrá el acomodo de tal analogía, que insospechadamente se convierte en una paradoja: el desierto resulta que está enclavado en la urbe, en la multitud que choca con sus soledades, que se refugia en oasis lúdicos, enajenantes y que de nueva cuenta te retornan a la idea misma de hallarse sólo entre el aglomerado. Páramo yermo, arenal del vacío de un cactus que nace del cemento en el cual nos desplazamos en el vaivén de la cotidianidad.

Agustín Güiris nos empuja a sentir el correr de los granos del Sahara, del como éstos trastocan nuestro oídos entre conflictos que nos parecen tan lejanos y en los cuales hallamos el reconocimiento –en voz del autor- de los colores del mundo. ¿De qué manera hallaríamos colores en el ocre arenoso? La disidencia de una banda llamada Tinariwen es la respuesta; entre torbellinos secos de un explosivo debut y en la agradecida distancia del éxito mundial. Te invitamos a que conozcas más de esta agrupación que más que infundir un fundamentalismo –presto de su territorio- nos incita al ritmo que sólo es propiedad y ejecución de esta sección y sus recomendaciones: Onomatopeya.

El desierto puede ser uno, pero ofrecemos en este número muchas formas de sentirlo... dejamos entonces en ustedes, la opción de entrar en el y conversar en sus arenas.



TORMENTA DE ARENA


         El desierto yo, el desierto eres tú, el desierto evoca la soledad reinante del calor que siento conmigo ese que me quema pero no termina de fundirme, es en igual manera el frío que me exige buscar de nueva cuenta el calor entre los folículos de arena; en aquellas partículas que fueron piedras que con agua alguna vez chocaban, viajaban, armonizaban en silencio.

Nuestro inicio en el trayecto del desierto comienza desde las entrañas de nuestras madres, ahí en soledad liquida y oscura, apartados de los riesgos eminentes de la vida, aislados de los sonidos, acomodados en el silencio; capaces de entenderle y ser que con éste uno. Ahí estriba que el desierto seas tú, yo, todos en soledad metafísica y en el vórtice atemporal de una soledad materializada. En inicio deambulamos en ese desierto atiborrado de oasis, de espejismos en los que entramos y en los que acampamos largo tiempo.

La mujer incrustada en el placer nos da de beber de su seno el elixir que promete eternizar nuestro goce. Días, meses, años sin empacho, aproximándonos al  buffet de la obstinación, aquella que por instrucción nos enseña a no estar solos, a no desprendernos. La soledad domesticada se interpreta como la angustia monstruosa de cualquier hombre, su designio es claro inmediato el abandono de las cavidades húmedas de nuestras madres; es el que nos plantea desde el inicio que, no habrá lugar para el desértico compas de nuestra andanza; asumimos que debemos aferrarnos a todo aquello que represente una idea de que en efecto existimos. Existimos no en la intimidad propia, sino en la exclusividad de los cuerpos, los colores, de las esencias, de los palacios, de la urbe, de la civilización que es el engranaje –impuro- de entender –solamente- lo que ocupa un espacio; entender las facultades en la estreches, en el amontonamiento, como si de anticuarios colectivos se tratase, coleccionar lugar sin espacio, colecciones de ruidos e individuos que se van incluyendo en el pasar de cada siglo. No hay lugar para el desierto –real- y todas sus posibilidades.

La idea del desierto no es homogénea, el hombre es el que lucha incansablemente por la homogeneidad, buscando cada vez parecerse desesperadamente al de enfrente, ser una legión inconexa, insatisfecha; al grado mismo de querer ver las ausencias iguales a los de otros. Las soledades dejan de ser legitimas dado que terminan por compartirse, Huxley describe “terroríficamente” esto: “De la soledad uterina surgimos hasta la soledad de nuestros semejantes para volver luego a la soledad de la tumba. Pasamos la vida esforzándonos para mitigar tal soledad. Pero propincuidad no significa fusión”. Y en el juego de los designios la promesa del solipsista se ahoga, se ve perecedera en un mundo en donde se inventa todo lo “necesario”, elementos que dictan el contenido de las emociones, de los sentimientos en meros deseos de orgullo, de banalidad, de hosquedad.

Entonces aunque neguemos somos parte de un desierto; lo desafortunado es que no se acerca por nada aquel descrito por Don Juan, no es el lugar de liberación introspectiva. No te posibilita a encontrarte; te sumerge, emancipa y comienza a ensimismarte, te lleva a tomar decisiones precipitadas en las que sí, existen por montones desérticos escenarios de la no razón. Hasta los padecimientos mentales terminan convirtiéndose en una opción, el mundo psicótico resulta que no está vacío, se llena de todo el malestar que en principio pretende verse como la gloria liberadora de tanta insensatez, de tanto miedo de a ser rechazado. Al final aporta una bifurcación, aquella en la podemos sumergirnos en un desierto alusivo y compulsivo de benevolentes espejismos o, saltar al desierto que nos habita y en el que cada grano es una razón, un pedacito microscópico de aliento, de conocimiento interno.

Sumerjámonos en el desierto único que lleva nuestro nombre, esto rezaría la transformación del conocimiento silencioso; a la que bien tuvo a bautizar Murakami: la tormenta de arena.

Una multitud es como un vasto desierto de hombres.
René de Chateaubriand



EL DESIERTO. LA DESOLADA, Y ASOLEADA, VIDA DE UN DEVOTO RELIGIOSO.


Lucifer: “Simón, ¿en qué piensas?”
Simón: “En nada, ¿cómo se llama ese baile?”
Lucifer: “Ja, ja, ja, carne radioactiva,
es el último baile, el baile final”
Simón: “Padre Rectum”
Lucifer: “Padre Ultra”

        El desierto ha tenido muchas formas de verse en el cine, su imponente imagen y raquítica vegetación pone a temblar a muchos que se han imaginado despertar en medio de un gigantesco desierto sin ninguna forma de señal humana, animal o vegetal, muchos menos se diga de encontrar una tienda Zara o Prada en ese aplastante lugar; pero al hombre nada le ha parecido imposible y para muestra un botón, Las Vegas, la ciudad ludópata por excelencia a nivel mundial está construida en medio del desierto de Nevada, antiguo territorio mexicano hasta poco antes de 1855; esta gigantesca urbe iluminada, plagada de casinos y rodeada por la nada ha inspirado cientos de historias, la mafia que habita en la ciudad ha sido muy bien retratada. 

“Casino” (Martin Scorsese, 1995), es muestra de ello; la parranda y los excesos también han dado lo suyo para contar historias, algunas veces de forma cómica, caso de “¿Qué pasó ayer?” (Todd Philips), que cuenta las peripecias que tienen que vivir después de una terrible borrachera, siguiendo con el alcohol pero desde una perspectiva más seria, la de la adicción; la de del alcohólico disparatado que antepone su enfermedad a todo y a todos, como el interpretado por Nicholas Cage en “Adios a Las Vegas (Mike Figgis, 1995)”; el delirio y la sinrazón también han aparecido en esta peligrosa y adictiva ciudad, “Miedo y asco a Las Vegas” (Terry Gilliam, 1998) es sinónimo de esta definición, las alucinantes situaciones que se dan, producto de la excesiva ingesta de todo tipo de drogas por parte de los dos personajes principales, son estéticamente exquisitas, un endiablado retrato de los viajes de un par de yunkies.

Lo místico y lo religioso también ha tenido su lugar; pero muy a pesar del humano, el desierto se levanta como triunfante en esa carrera por el dominio territorial, en esa infructífera lucha que tiene el hombre con la naturaleza con tal de llenar todo de cemento, la civilización le ha arrancado importantes pedazos a las zonas desérticas del mundo, sobre todo en países árabes con buena solvencia petrolera, a los que poco les ha importado lo inhóspito de estos hábitats, que además de estar plagados de venenosos animales tienen la brutal ayuda del sol para elevar la temperatura y poner las banquetas y grandes avenidas al rojo vivo; el calor infernal puede superar los 50 grados en desiertos inhabitados como El Azizia en Libia, a esa temperatura el factor deshidratación se vuelve alarmante en cuestión de minutos, son pocos los que se atreverían a recorrer, no se diga todo el desierto, la mitad de éste.

Sin embargo ha habido grandes travesías desérticas en el cine inspiradas en historias reales como la de “Lawrence de Arabia” (David Lean, 1962), o la de “Ben Hur” (William Wyler, 1959), esta última alude también al cine de las grandes historias y proezas bíblicas, recordándonos que fue en ese caluroso hábitat donde se gesto la cuna de una de las grandes religiones del planeta como es el cristianismo; estos elementos sirvieron para inspirar parte de la vida de un fiel devoto religioso llamado Simón, que un buen día decidió salir de casa para ir a un desierto y subirse en lo alto de una torre que ahí se encontraba y, en ese mismo lugar, pagar su penitencia.

“Simón del desierto” (Luis Buñuel , 1965) protagonizada por Claudio Brook como Simón, Enrique Álvarez Félix como el hermano Matías, Hortensia Santoveña interpretando a la madre de Simón, y tanto Francisco Reiguera, como una encantadora y desafiante Silvia Pinal, en el papel del diablo. La cinta nos cuenta la historia de Simón, el cual lleva 6 años, 6 semanas y 6 días postrado en la cima de una columna en medio del desierto, número siniestro del que se vale el maestro Buñuel para insertar la tentación que se le presenta al devoto feligrés, el cual para ese entonces puede hacer milagros como devolverle las manos a un hombre al que se las habían cortado por robar, en cuanto se las devuelve éste comienza a golpear a su hija (tono crítico en forma de sarcasmo al que recurrirá el director durante buena parte del film).

La primera aparición que tiene la contraparte de Simón, el diablo, la hace en la figura de la guapa Silvia Pinal, a la que Simón se refiere como “La Tuerta”, la cual carga un recipiente con agua, esta aparición hace que Simón tenga un sueño en el cual se ve corriendo y jugando con su madre, después ambos aparecen sentados viendo el pilar en el cual está Simón que agita las manos y brazos desde lo alto mientras grita: “¡Orgulloso de mi libertad o de mi esclavitud madre!”, la confusión aparece en el protagonista del film, acentuada por la presencia del diablo en su envestidura femenina, la cual juega corriendo detrás de un aro, esta vez la chica ya está más destapada e incluso provoca sensualmente al pendenciero Simón, mientras se levanta su falda para enseñarle sus piernas o abrirse la blusa para descubrir sus senos, todo esto seguido de una delirante secuencia en donde terminamos viendo una anciana desnuda corriendo en sentido opuesto a la cámara gritando “¡Volveré, volveré!”; la forma masculina del señor de las tinieblas la hace en forma de sacerdote, el cual comienza a cuestionar las intenciones de Simón enfrente de un grupo de curas que le acompañan, lamentablemente, como todos sus intentos previos, fracasa; después de estos triunfos Simón se siente más seguro que nunca con sus creencias, lleva 8 años, 8 meses y 8 días de pie en el pilar por lo que decide llevar su fe y voluntad al máximo, en ese momento se compromete con Dios a mantenerse en un sólo pie, rematando con la frase “Bendito sea el azote si con él ganamos la gloria ante el señor”.

Buñuel crea con “Simón del desierto” una de sus películas más críticas a la religión, aún cuando su cine esta plagado de éstas, sin embargo ésta fue, a mi criterio, la postura más abierta que el gran director tuvo con la iglesia católica, el mismo tenía frases en las que jugaba con la paradoja, “Soy ateo gracias a Dios”; la interpretación de Claudio Brook es maravillosa, creando un personaje entregado en cuerpo y alma a su penitencia, hombre inocente e incrédulo el cual es objeto de admiración y burlas, desproveído de cualquier tipo de tentación, que raya la frontera de lo ridículo con sus auto castigos. Brook nos entrega un personaje del que te puedes reír por lo disparatado de sus ideas, o lo puedes compadecer por su absoluta incredulidad; por su parte, Silvia Pinal nos entrega un Lucifer desinhibido, sensual y amoral, una radiante y atractiva jovencita que busca seducir a toda costa al inerte Simón. Pinal hace una de sus actuaciones más polémicas para el México de los 60, dejando ver en al menos un par de ocasiones sus senos a un público más acostumbrado al cine arrabal, en donde las mujeres eran bellas mujeres pueblerinas llenas de la inocencia de Simón; la parte fotográfica corresponde a un asiduo de Buñuel como lo fue el también maestro del blanco y negro, Gabriel Figueroa, quien retrata de forma magistral esta breve obra de Buñuel, quien quería hacer un largometraje con este film pero no logró conseguir el recurso para terminarlo por lo que tuvo que improvisar y recortarlo a 45 minutos, pero aún a pesar de esto el filme es maravilloso.

El cine y el desierto han tenido una larga relación, tan larga como la extensión de los grandes desiertos africanos, la óptica desde la cual quiere ser visto depende del director, algunos ven huyendo a Indiana Jones de una misteriosa y desconocida tribu desértica, otros pueden ver gigantescas bases militares subterráneas, Luis Buñuel optó por filmar las aventuras que otro personaje como Simón tiene en ese mismo desierto, pero parado de pie encima de una enorme columna, tan sencillo y risible como crítico y profundo, esas mofas sutiles a las que el gran director recurría con frecuencia durante su obra fílmica, mostrando incluso algunas influencias que tal vez le dejaron algunos viejos colegas como Salvador Dalí, de quien podemos ver las hormigas en primer plano en la mano de Simón.

“Simón del desierto” se sitúa dentro de la gran obra que legó el gran director español, tal vez como una obra incompleta más no inconclusa, sus 45 minutos tienen lo necesario para captar el mensaje del director, nos interioriza dentro del personaje principal y nos involucra de manera activa dentro de las decisiones que toma a lo largo del film, sea para criticarlas o reírse de ellas, lo que demuestra la excelsa mano que tenía Buñuel para terminar sus trabajos aún cuando éstos no se terminaban del todo, pero eso fue suficiente para que hiciera una película ganadora del León de Oro durante el Festival de Venecia en 1965, tal vez Simón desde su columna y parado sobre un pie, rezó para que un ateo agradecido con Dios, haya recibido uno de los muchos premios que este gran hombre ganaría durante su trayectoria fílmica.



PÁRAMO YERMO


           Al pensar en un desierto, lo primero que me acude a la cabeza es una vasta extensión de fina arena dorada con cientos de dunas, algún camello y, quizás, un oasis perdido. Si me esfuerzo un poco más, se cambian los camellos por coyotes, los oasis por cactus y las dunas por rocas. Sea como fuere, siempre, de día hace un calor abrasador y de noche un frío mortal.

Después de todo esto, la mente se vuelve más exquisita; la idea de desierto cambia por completo. Desaparecen las arenas, las dunas, cactus, camellos y coyotes; se extiende ante mí una inmensidad helada que se extiende, cual cuchillo, desde las estepas hasta los polos. Montañas de hielo, ríos helados, océanos de cristal gélido, perpetúas nieves. La vida no es más que un espejismo, un sueño, algo frágil y tenue en continúa lucha.

Sea como fuere el desierto evocado por el imaginario, existe una constante: la vida se aferra en condiciones extremas; la vida pide vivir. En el Gobi, el Sahara, Arizona, Antártida… llámalo X, la vida es prácticamente un milagro. La Naturaleza muestra sus más ingeniosas estrategias de supervivencia y adaptación que varían: modificaciones genéticas —orejas más grandes que refrigeran el cuerpo; plantas microfilas; largos mantos de pelo—, sueños por largos períodos (hibernación, estavación, incluso, ambos), etc. En resumen, los niveles de radiación son mayores, no hay sombras, carecen los alimentos, la supervivencia de uno depende de la conservación del otro…Como dije, la vida pide permiso para vivir.

No obstante, muy a pesar de lo interesantes que puedan llegar a ser estos desiertos, no son los que a mí me interesa explorar.

Mi desierto vive plenamente en donde bulle y fluye la vida. ¿Qué sucede cuándo el desierto se desarrolla en medio de una gran urbe? ¿Qué ocurre cuando va más allá de arenas, hielos, temperaturas extremas y la nada? ¿Qué técnicas de supervivencia se desarrollan? ¿Qué significado toma la palabra desierto cuándo hay vida por todas partes? Me interesan mucho más esos pequeños grandes desiertos que se yerguen en medio de la vida como toda una declaración antagónica.

Veamos qué pasa. Pensemos en una ciudad cualquiera, grande o pequeña, no importa; una ciudad. Pensemos en un individuo, sea hombre o mujer, que vive en esa ciudad. Tratemos de imaginar su rutina (suponiendo que es lo que se considera una “persona plena”). Se levanta temprano, desayuna, se asea —o viceversa —, toma un transporte, se dirige a su trabajo. En ese trayecto, es muy probable que no hable con nadie más, salvo un breve “buenos días”, “permiso” o alguna otra cosa menos agradable. Quitando ese breve intercambio, seguramente se mueva con la mente ida en sus pensamientos. Una vez en el trabajo, como autómata, saludará a sus compañeros de fatigas, quizás comparta una breve conversación y, después, será robot cumpliendo con sus obligaciones. Terminada la jornada, ¿visitará a los amigos? ¿Se quedará con los compañeros? ¿Irá a casa de algún familiar? ¿Regresará a casa? ¿Tendrá alguien esperando a casa? Demos por hecho que sí, que alguien lo espera en algún lugar. De nuevo, ese trayecto. Alguna conversación esporádica de nuevo. Navegará por la red, recibirá algún mensaje como restos de esa vida que alguna vez tuvo y que con el tiempo se está diluyendo en unos y ceros.

Una vez en casa, saludos, “hola, ¿qué tal el día?”; “bien, gracias, ya sabes”; “la cena está en un rato”. De nuevo, esa persona se queda sola, en su mente. Se puede abstraer con la televisión, con Internet, quizás un ¿libro?... Nuevamente busca abstraerse, aunque está rodeado de vida, ese ser lucha por vivir. El medio se vuelve hostil, nada le complace, la solitud lo envuelve. La vida no es más un espejismo de lo que debería ser, envuelto de sueños —espejismos— que hacen la vida más llevadera. Los oasis se tornan alcohólicos, televisivos, se expanden por ondas…

La supervivencia depende de la capacidad de la mente para abstraerse y evocar lugares más prolijos. Cada ser vivo, no es más que un páramo yermo de ilusiones, de sueños rotos, de frustraciones, de curiosidades perdidas, la compañía no es más que un camuflaje, un refugio, porque en el fondo, estamos solos. El desierto se extiende en nosotros. Hagamos lo que hagamos, a fin de cuentas, estamos solos.

Nos vamos perdiendo en arenas de silencio, de perturbaciones, de injusticias, se seca la vida en nosotros. La selva de nuestra infancia se va marchitando poco a poco. Se secan los arroyos de la risa, se vuelven mares de soledad. Dejamos de compartir nuestros sentimientos por miedo a la risa insensata, aumentando así nuestro aislamiento, nuestra soledad. No somos más que vastas extensiones de nada, frías o cálidas, cada vez más perdidas en su propio silencio mortal.


LO IRREAL DE UN MUNDO DESERTICO


             La sobresaturación de imágenes e información tiene efectos alucinatorios en el desierto de lo real. Sucede una construcción imaginada del mundo a partir de los destellos en las pantallas de cualquier artefacto de info-entretenimiento. Y es en ese rebote de luces estroboscópicas donde lo real y lo verdadero se deforman al grado de constituirse ambos, no sólo en lo opuesto de cada uno, sino en nuevas "realidades" y axiomas fantásticos. Empero, sobre este tema del eje Baudrillard-Morfeo-Slavoj Žižek, se ha derramado muchísima tinta desde los conflictos Tormenta del Desierto/Atentados del 11 de septiembre de 2001 y no es necesario agregar más realidades virtuales de lo debido. La incapacidad de saber la verdad de lo que acontece a nuestro alrededor, es un malestar que exige un ejercicio analítico de meta-realidad más flexible.

Escapar de la caverna platónica (donde se proyectan los simulacros del desierto de lo real) supone una empresa algo compleja ¿Es acaso factible desconectarse como Neo en el film Matrix, para que, al estilo de Aldous Huxley, las puertas de la percepción se abran y todo aparezca ante el hombre tal y como es: infinito? Esa tarea la ha cumplido cabalmente el arte desde siempre (en todas sus manifestaciones). Quizás en esta área, cabria mencionar una pertinente distinción entre la evasión (drogas, TV de nula calidad y otros) y la experiencia artística profunda sin hacer preferencias de ciertas expresiones mayores sobre algunas supuestamente menores y viceversa. Porque si bien en el desierto de lo real hay espejismos mediáticos (hiperrealidad), también se hallan visiones interiores que van de lo perturbador a lo sublime (Cine y Literatura por mencionar sólo un par de ejemplos). No todo el bombardeo ilusorio tiene como fin enmascarar las abigarradas realidades, también aparecen poéticos desgarramientos y desdoblamientos que nos muestran lo múltiple de la vida y sus posibilidades (los mitos e historias que nos permiten ser otros personajes en tiempos diferentes).

La ciencia y el conocimiento científico tienen si como objetivo el conocimiento profundo de la realidad para su posterior modificación o previsión de los fenómenos. Es menester como se vio en DISTOPÍA No. 3,su firme difusión en el rubro de la investigación con el fin de erradicar justamente los enfoques viciados o anquilosados. A pesar de ello, vivir únicamente en la dimensión científica no nos permite conocer otras interpretaciones sobre lo que sucede en el desierto de lo real y su arquitectura quimérica. Las representaciones del mundo, sean ficcionales o concretas, son parte de nuestro entrenamiento para dilucidar, apreciar o rechazar la manera en como interactuamos y asimilamos nuestro fluir en los hechos culturales. O dicho de otra forma, es parte de nuestro desarrollo diferenciar entre las explicaciones de aquello que llamamos lo real, y la sobreestimulación mediada de lo que aparenta ser verdad (no hay manera tan sencilla de librarse de este laberinto donde nada es lo que parece).

Sabemos entonces que el territorio no corresponde con el mapa, que la videomorfización de la vida pública ha afectado el sensorium de las masas, complicando nuestra relación con lo real frente a una realidad de excitación pura para los sentidos. No importa el saber que hay mediaciones y resignificaciones, el origen o referencia de esas negociaciones es el simulacro y por ende nuestras lecturas nunca serán completas, solo emocionales (pues así están diseñados los mensajes de salida: una cuestión de efectismo). Lo trágico de esto es que cuando se habla con la verdad, nadie la cree, todo son "cortinas de humo". La duda no termina siendo el principio de un razonamiento, sino el inicio de mas y mas especulación con cantidades colosales de feedback (todo mundo habla, todo mundo opina... pero nadie le atina). Es la cultura del desierto de lo real.


THE RADIO TISDAS SESSIONS – TINARIWEN (2001)


“In the early days, we never thought our music
might have any meaning for people outside the desert.”
- Ibrahim Al Alhabib.

    Si bien se dice que la música es un lenguaje universal; sus estilos, formas y géneros no deberían quedar fuera de dicha totalidad. Si bien los vientos de la tradición llevaron la música negra a una ruta evolutiva americana (por citar un ejemplo), estos mismos se han dado vida llevando sus rastros arenosos a muchas partes del orbe bajo un letargo temporal que lejos de denotar una deficiencia ha brindado más colores a la partitura del mundo. Tinariwen, en todo caso, es una prueba –una de las tantas pruebas que envuelven a este conjunto– de ello.

En medio de la rebelión Tuareg de los 90 –precedida por crisis políticas, militares, así como la segregación del pueblo Bereber y casi una década de hambruna– un grupo de músicos que llevaba más de 8 años en el exilio dieron un ejemplo de cese al fuego (más no de la lucha), al dejar de lado los rifles y mostrar bajo el candor de sus instrumentos eléctricos lo que resultaría un simbolismo de fuerza y esperanza para tiempos mejores. Su música, influencia plena de su cultura nómada, resultaba una mezcla de estilos uniformadamente cubierta por las arenas del desierto; su verdadero hogar.

Después de la tregua de 1996, dicha agrupación (de nombre cambiante) pasó a ser portentosa en festivales locales. Su voz comenzó a ser reconocida y reconocible por la multicultural sociedad de Malí; se dirigía a ella, al recuerdo de las cosas que habían llevado a tan álgido momento: causa original de su primer grito, causa fundamental de sus primeros actos como músicos,  músicos que habrían, en 2001 (casi 20 años después de su primera presentación), grabar su primer álbum utilizando únicamente energías renovables –en su mayoría solar– y convertirse, por fin, en una explosión mundial cuyo resultado fue el respeto de todo aquel que se exponía a la evolución de su música.

Conocidos ahora como Tinariwen, su sonido resulta una mezcla de ritmos y estilos claramente identificados con el medio oriente que contiene resquicios sumamente evocativos y reconocidos en occidente: Blues, Gospel, Rock y un largo etcétera que van desde Elvis Presley hasta Led Zeppelin pasando por los Dire Straits, Santana y Bob Dylan. Influencias claras y aludidas por su actual líder, Ibrahim Al Alhabib.

Bajo el sueño de los mapas y los límites ajenos, de los territorios foráneos al “destino” natural de sus integrantes, Tinariwen ha recorrido el mundo con el pretexto de su música bajo el polvo del Sahara. Su talento y honestidad ha conquistado a seguidores cosmopolitas cuya búsqueda nos les ha colocado un muro de idolatría, sino que los ha hermanado. Juntos, entonces, bajo el siempre imponente lenguaje de la música, se han dado a conocer el mundo.

“The Radio Tisdas Sessions”, su primer álbum grabado y editado operativamente contiene los mismos tonos ocres con los que han desarrollado una discografía envolvente (hasta el momento) de 5 discos producidos en medio del desierto. No es sólo el primer peldaño del encantamiento de su legado discográfico, sino la prueba de que la música no requiere de la industria para ser, hacer y hacerse magia sino el ímpetu del arte, los oídos y deseos de la gente común.

Las colaboraciones de músicos occidentales, obviamente, no se han hecho esperar con el paso del tiempo. A lo largo de la etapa más reciente de su carrera, la banda ha colaborado con gente de la talla de “The Dirty Dozen Brass Band”, “Santana” y “Robert Plant”, por citar algunos. No obstante, lejos  del éxito obtenido, los integrantes indican que el mote de Rock Stars no les va pues siempre se han sentido parte del “uno” que es el pueblo, su pueblo… Uno que nos han descrito y detallado bajo la universalidad de sus formas y fondos. Tinariwen, pues, nos ha mostrado y demostrado el mundo bajo la arena de su hogar, el desierto.


Tracklist.

I.- Le Chant Des Fauves7:33
II.- Nar Djenetbouba4:47
III.- Imidiwaren6:26
IV.- Zin Es Gourmeden5:22
V.- Afours Afours5:27
VI.- Tessalit3:58
VII.- Khedou Khedou6:13
VIII.- Mataraden Anexan5:47
IX.- Bismillah4:22
X.- Tin-Essako (En Vivo) 2:09


Sobre el autor: Apacible y sosegado, se dice que su lento caminar hace que su sombra se confunda con la de los anaqueles donde se guarda el licor en las cantinas. Las leyendas que hablan de él aún no han sido escritas; algunos indican que eso nunca se llevará acabo. Para mayores informes, visitar su sitio personal: www.lacosaestaasi.blogspot.com

EPISODIO 3: LA LIGA DE PERDEDORES: ¿NO MÁS? (ESCRITOR INVITADO: BRIAN MICHAEL BENDIS)


Edificio de reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, Ginebra, Suiza, hace dos años...

¿Qué es esto? ¿De repente estamos esperando por el resto de nuestros compañeros durante quince minutos? – Pregunta agitado un rubio cercano a los 100 kilos, sudoroso y con un exagerado acento francés – nunca recibí el memo con sellos oficiales… además ¿en Ginebra? ¿Sucede algo en Nueva York?

Lo adecuado habría sido esperar en realidad nada, – interviene un cordial inglés dientón oloroso a colonia y que juega con una servilleta en sus flacos dedos - pero no se trata de eso, me temo, colega. Además el Hilton tiene la misma fama aquí que en NY… pero nuestros compañeros estadounidenses tienen algo delicado que comunicarnos.

Los dos hombres aludidos, ambos de rangos militares, asienten con la cabeza y uno de ellos, luego de sacar un maletín, coloca unas carpetas sobre la mesa y abre una de ellas: “Nuestro nuevo grupo de operaciones encubiertas, señores” son las palabras que el de más edad suelta a los otros hombres. Con que ahora usamos instalaciones oficiales para ilícitos – replica el inglés – hay maneras comandante.

De maneras estamos hasta el tope señor, esto es urgente. Con todos esos grupos de súper héroes ocupándose de amenazas cósmicas y personales, desde crisis infinitas a robos a mano armada, nadie ocupa en realidad algún grupo paramilitar eficiente que sirva a nuestra institución – contraataca el militar gringo – me refiero, al mundo entero, coordinado por la ONU… simplemente, no hay grupos de súper humanos atendiendo las amenazas, pues, poco comunes que significan un equilibrio entre todas las necesidades mundiales. Además, afrontamos necesidades que han estado amenazando al mundo entero y nadie contando a los súper héroes formales, en realidad arriesga su pellejo tanto si sabe en lo que se mete.

¿Qué es lo que proponemos? – Continúa el general Babbage – Un equipo de operaciones paramilitares, que no sepa en lo que se mete. La belleza de esto, es que reclutamos a un montón de héroes de segunda a manera de parole officers de un montón de villanos no dañinos, en vías de redención, todos ellos mediocres, que nos sirvan para organizar con el resto del Consejo de Seguridad esta fuerza integradora y pacificadora que ayude a obtener recursos de los gobiernos asociados. Claro que lo de fuerza integradora y pacificadora es sólo una pantalla para lo que realmente queremos obtener y no necesariamente el Consejo debe enterarse.

Pero espere general – interrumpe el sudoroso Jean Marc- ¿qué es lo que queremos exactamente?

Queremos no tener malos entendidos con los países que no están con la ONU. Y es todo lo que necesita saber – contesta tajantemente Babbage -.

¿Es eso cierto? – inquiere sorprendido el franchute –

Por supuesto – contesta Babbage –

Por supuesto, dice él – voltea ofendido Jean Marc viendo al inglés – por supuesto. Nos vienen a secretear yanquis y luego nos coartan la información.

¿Es eso cierto? – inquiere Charles el inglés –

Por supuesto – contesta Babbage –

Por supuesto, dice él – repite también ofendido Charles – y nos habla de una banda de perdedores. ¿De qué nos sirven esos perdedores?

Babbage saca una fotografía de uno de los folders y la extiende a los europeos. La fotografía es de un individuo sudamericano, ataviado todo él, de ropas doradas - ¿Le es familiar la historia de El Dorado?
¿Qué es esto? – Replica aún más ofendido y aún más sudoroso Jean Marc - ¿Me viste cara de barcelonés? Soy parisino, un francés, el sangrón europeo, no el ignorante europeo, mon dieu, ce n´est pas possible. Claro que conozco la leyenda de El Dorado, ¿qué con eso? Es una leyenda y tú fotografías a un sans foyer en alguna fiesta patronal indígena.

Jean Marc – replica Babbage comenzando a desesperarse, pero aun así, blandiendo una sonrisa – él es El Dorado. Es un dios y él será nuestro agente.

Episodio 3: La liga de perdedores: ¿No más? (Escritor invitado: Brian Michael Bendis)

Bodega privada miscelánea, Ginebra, Suiza, ahora

Muy bien, colóquenlo en esa silla. Esperaremos a nuestros contratantes, monten guardia uno a cada lado – indica un hombre encapuchado, igualito a esos que leímos en el capítulo próximo pasado como dicen los mamones, a otros encapuchados también igualitos, de hecho pa´ mí que son los mismos. – recuerden que si hace algo extraño, pueden dispararle.

El Dorado, con gesto malhumorado está atado de las manos y sólo observa a sus captores. Uno de ellos mira al sudaca negando con la cabeza. - ¿Para qué le amarraron las manos ¿No saben que este tipo es como un dios o algo así? – pregunta enojado a los otros encapuchados. Uno de ellos sólo atina a decir: Soy ateo, así que si éste es un dios, no puedo verlo. El inquiriente ríe y se dirige a El Dorado – Hey tú, este tipo no cree en ti aunque te puede ver, ya sabes, físicamente y todo, no puedo creer que sólo estés ahí sin hacer nada. Demuéstrale tu furia, la furia de los dioses, ya sabes, que se arrepienta o algo así. ¿No oyes? ¿No tienes algo que decir a este incrédulo? Ja, ja, supongo que eso es algo muy divino, quedarse callado. El Dorado comienza a revolverse, primero con un gesto de incomodidad, luego parece fúrico pero aun así no dice una palabra. Los encapuchados comienzan a reírse abiertamente del héroe, pero en ese momento tocan a la puerta y todos callan. Al abrir la figura del General Babbage aparece, acompañado de otros militares que portan unas armas más parecidas a unos cajones de esos de madera bien chidos que tienen agarraderas que parecen pezones gordos. Babbage se dirige a El Dorado: - ¿Y bien? ¿Qué tienes que decir? – El Dorado sólo lo observa y hace gestos, muchos gestos, demasiados de hecho. Babbage se aleja y dice: Éste individuo no es El Dorado. Mátenlo. Babbage sale con sus acompañantes y los encapuchados no sin sorpresa apuntan a El Dorado que suelta un chillido agudo, mientras su cuerpo comienza a deflacionarse y chorros de humo lo rodean. El jefe de los encapuchados dispara aterrado, pero El Dorado desapareció. - ¡Dicen que es un dios! ¡Deberíamos tener más cuidado! – grita uno. – Pero el general dijo que no era El Dorado – grita otro. De repente, uno de ellos dice más calmado: Tal vez sólo desapareció… ¡Atrás de ustedes! – Los otros tres armados voltean hacia donde su compañero señala y le arrebata su arma al más cercano, disparándole a todos. El encapuchado traicionero toma la radio y prueba su alcance. Toma el arma y municiones de uno de los caídos y manda un mensaje: Sáquenme. Unos segundos después, un portal se abre enfrente de él, el Hombre Puerta a su servicio, casi lo quiere abrazar, el encapuchado cambia a su forma original, es Oolong el cerdo cambia formas, pero no cambia sus costumbres al soltar insultos con lo pesada que es ahora su carga. ¡Vámonos! – chilla mientras desaparece el portal de Puerta.

Edificio de reunión del Consejo de Seguridad de la ONU, Ginebra, Suiza, hace dos años

Señores, hemos revisado estos perfiles ya durante un par de horas… todos son en efecto perdedores, incluso el agente infiltrado – dice Jean Marc – ahora bien Babbage, ¿nos dice que necesitamos a un líder? ¿Cómo así? ¿Nuestro agente no puede serlo?

Babbage se acomoda la corbata y explica: Nuestro agente sólo se encargará de cumplir con las misiones, las verdaderas misiones, gracias a sus excelsos poderes. El líder será el rostro de este equipo de operaciones, será la luz verde en esta pequeña organización en la que estamos por meternos, dado que esto será un programa del que recibamos los fondos necesarios desde la ONU, para que esta gente haga lo que necesitamos. Para eso, necesitamos que el líder sea un individuo tan pagado de sí mismo y tan imbécil que nunca note que está siendo engañado, para eso necesitamos que no tenga poderes, sólo un ego desmedido y que sea un perdedor certificado, un pobre diablo inútil y rechazado, un fracasado inepto que no sepa sacar su cabeza de su propio culo, alguien cuya megalomanía opaque hasta el pensamiento más sencillo y humilde, que crea que es un tipo tan especial e inteligente, que es único y que tenga oídos sordos a todas las voces contrarias a la suya. Pero Hansel y Juanz no podían, el primero fingía estar ocupado y el segundo pensaba estarlo, así que la última opción fue este tipo: Sinuhé, un mexicano, es decir, un individuo destinado a la manipulación y el engaño: la presa ideal.

Después de intercambiar miradas y algunas discretas sonrisas al ver la fotografía del pretendido líder del equipo, Jean Marc y Charles asienten. – Entiendo entonces que esto servirá – advierte Charles. – Servirá – Afirma Babbage. – Seguro que servirá – reafirma, hablando por primera vez su compañero, el comandante primero Pee Wee. Jean Marc asiente – sí, servirá – Los cuatro afirman con la cabeza – apoyaremos el proyecto – aprueba Jean Marc, - así será, lo apoyaremos – respalda Charles, - es grato saber que lo harán – concluye Babbage - , - ¡Sí! – musita emocionado Pee Wee, - Bueno – agrega Babbage – pues yo creo que ya ¿no? -, - Sí, ya – puntualiza Jean Marc, - Pues órale, come on – solicita Charles.

Ahora, Cuartel de la Liga

Bueno, bueno, bueno, a ver, reorganicémonos gente – clama impaciente el líder indiscutible de la Liga, apenas dándose cuenta que le rodean los más fieles, es decir, los que no tienen a dónde más ir. Apenas los cuarteles principales tienen la presencia inevitable de Lionel Hutz, Babalú, El Esclavo, Ram Man, Mammooth, Gizmo y el Capi Boomerang. El resto se han ido o han desalojado el lugar, el final es inminente y antes de que Sinuhé tome la decisión de incendiar el lugar y sentarse a reírse escuchando ópera y degustando el whiskey más barato a su alcance, quiere verificar que su paranoia es cierta: A ver Esclavo pellízcame pa ver si es cierto lo que veo…. El Esclavo tan rápido como su reptiliano culo se lo permite acude presto y veloz: ¡Chi-chi-chi amo, ahorita le checo con las uñitas de pinza que diosito reptil me dio! Pero la paranoia es un hecho, después de advertencias que no obedecieran los miembros de la Liga, la intrusión de las fuerzas armadas avaladas por la ONU, es un hecho. El lugar, con todo y el revestimiento metálico se cimbra, -  ¡es catastrófico! – grita el antediluviano Babalú - ¿qué hacemos ahora? La estrucchor se comienza a caer a su alrededor, los muy güeyes nomás corren como locos, el líder está destrozado: ¡Y yo que ya había juntado fuerza de voluntad pa´ no tragarme todo el chupe que compré y armar mi cava! Total que es todo un desmadre, Boomerang encabronado trata de contactar al Hombre Puerta y Ram Man pega de brincos pacá y pallá, descontrolado. Sinuhé intenta reproducir la escena de Pelotón donde Charlie Sheen es balaceado hasta la ignominia pero lo de la actuada nomás no se le da, Babalú en la loquera y con su cabeza de marro bien puesta le pega a una pared abriendo un boquete inmenso. Gizmo grita a todos: ¡Hey, miren, vámonos por aquí! ¡Ram Man, si vas a brincar nerviosamente, hazlo por aquí! Acto seguido, entre Ram Man y Babalú abren boquetes para la huída, todos van corriendo hasta que en sus jetas se derrumba la gran montaña que les servía de fortaleza, toda se derrumba, están perdidos, frente a Sinuhé se aparece un rombo enorme: Disculpe señor la tardanza – le dice la voz amable y preocupada del Hombre Puerta -  lo siento mucho amigos dice al resto mientras las rocas los cubren no sin antes llevarse la última mentada de madre de Boomerang.

Sinuhé cae en un montículo de arena, mientras a dos metros de altura levita débil la luz de la puerta interdimensional del Hombre Puerta. Su voz se escucha entrecortada, débil:  Señor, me … reuniré con usted en cuanto sea posible… Oolong está seguro… tiene información… pero no sé en dónde lo dejé… mis habilidades están… fallando… trate de mantenerse quieto… las coordenadas intento… resista. En ese momento, el rombo gigante desaparece en el aire.

¿Qué? ¿Eso qué? – grita este personaje que desesperadamente busco se relacionen e identifiquen con él - ¿On toy?, Esto es… ¿esto qué? – Al extender la vista, podemos ver la violentamente irónica situación en la que se encuentra: el desierto de Libia, en medio de la nada y con un calorón más feo que en Jáltipan.