sábado, 18 de mayo de 2013

35 MILÍMETROS DE ANTELACIÓN


       Hoy en día contamos con innumerables beneficios tecnológicos que ayudan al ser humano a ser más eficiente y creativo. Una persona ya no necesita salir de su hogar para ganar dinero, todo se puede hacer desde la comodidad del hogar, desde pedir comida hasta ganar dinero a través de medios electrónicos como el conocido Pay Pal. La evolución de dichas bondades cibernéticas ha ido desde la imprenta hasta la digitalización de la información, de las pesadas y estorbosas maquinas de escribir hasta las mini lap top (nombre con que se conoce a las computadoras portátiles), ya no hace falta pertenecer a un medio impreso para publicar artículos o ensayos, con el simple hecho de dar de alta un blog en el ciber espacio (como el maravilloso proyecto de “Distopía” en el que estamos involucrados varios amigos y entusiastas de la web), incluso podemos leer clásicos literarios de gran tamaño como “Guerra y paz” de Tolstoi sin necesidad de andar con el gigantesco ejemplar de un lado para otro, con una tableta electrónica es suficiente para contener toda la información de tan maravilloso ejemplar.

Todas estas amenidades que 20 años atrás veíamos sumamente distantes están aquí y llegaron para quedarse, muchas de estas innovaciones han sido concebidas años o siglos antes por intrépidos escritores que soñaron con un mundo lleno de tecnología y maquinas, desarrollando con sus ideas lo que ahora conocemos como ciencia ficción y que, por supuesto, el cine ha tomado y aumentado para crear sus historias, digo aumentado porque es en este arte donde se materializan esos viajes al futuro. Sentados frente a una pantalla en el cine o un televisor podemos recorrer la Ciudad de México del futuro según nos la plantea Luis Estrada en su película “Un mundo maravilloso” (2006), en donde existen ghetos para separar a la escoria de la población de la “gente bien”, o el Londres industrializado de “Total Recall” (Len Wiseman, 2012).

Pero lejos de estos viajes surge una pregunta que viene a colación con el tema de esta entrega, ¿qué ha aportado el cine a la ciencia?, el séptimo arte a hecho valiosas contribuciones, muchas de ellas tomadas de su contraparte literaria que han servido para cristalizar los sueños de grandes escritores, otras más surgen como historias creadas por un intrépido guionista que se atrevió a ver más allá del presente, llevándonos a los confines mismos del espacio a través de avanzadas naves espaciales como en Prometeo (Ridley Scott, 2012), o creando súper computadoras capaces de vigilar cualquiera de nuestros movimientos como en Eagle Eye (D. J. Caruso, 2008), veamos pues que nos ha dado el cine en materia tecnológica.

Uno de los grandes sueños del hombre fue –y es- viajar al espacio, llegar a la luna como consecuencia, explorar y conquistar planetas. El primero de  estos viajes lo hizo un ruso allá por el año de 1961, su nombre era Yuri Alekséyevich Gagarin a bordo de la nave Vostok 1, y fue hasta julio de 1969 que el Apolo 11 realizó el primer descenso lunar con Neil A. Armstrong y Edwin E. Aldrin Jr., sin embargo, el cine y la literatura ya habían soñado con estos viajes, el primero de ellos tiene en “Viaje a la luna” de Geroge Mélliès (1902) a su primer representante, y esta a su vez está basada en la obra de Julio Verne “De la tierra a la luna” publicada en 1865 y en la de H. G. Wells. “Los primeros hombres en la luna”, obra que vio la luz en 1901; la película, de manufactura artesanal, combina elementos de animación y es considerada la primera en hacer uso de efectos especiales, y es posiblemente la que inicia el género de la ciencia ficción en el cine.

Después se vendrían obras como  “Frau im Mond” (Fritz Lang, 1929), en donde un grupo de colonos viaja a la luna con el fin de encontrar oro, e incluso se llego a correr el rumor de que Stanley Kubrick habría filmado en un estudio la llegada de los astronautas gringos a la luna, esto con el fin de ganar la carrera espacial a la URSS que ya había enviado un piloto al espacio. Algo que hizo detonar más esta grabación controlada fue que la bandera de los Estados Unidos ondeaba cuando fue plantada en tierra lunar, siendo que en la luna no hay aire. Otra duda que surgió fue saber quién había grabado el descenso de los astronautas cuando bajan del modulo ya que parece que la cámara se les adelantó o ya estaba ahí. Dejando a un lado los chismes y rumores, pero siguiendo en el espacio, caemos en lo que, también el gran maestro Kubrick legó a la humanidad, las gigantescas estaciones espaciales como la que pudimos ver en “2001: A space odyssey”  (1968) así como su operador cibernético HAL 9000, una paranoica maquina que hace la vida de cuadritos a los dos habitantes de dicha estación, en la historia de la humanidad no fue sino hasta 1973 que los estadounidenses lanzan su estación espacial llamada “Skylab” (laboratorio del cielo) y los rusos hacen lo propio en 1971 con la denominada “Salyut” (que significa saludo en ese idioma), y no es sino hasta 1998 que varias naciones del mundo se unen para crear la llamada “Estación Espacial Internacional” (EEI por sus siglas en inglés) y que lleva en construcción desde 1998 y se espera concluir para el verano del 2013.

Dentro de su película “2001: A space odyssey”, Kubrick no sólo se adelantó a estas descomunales estaciones espaciales, también visualiza lo que en un futuro será la nueva forma de comunicarse entre los humanos de la tierra con las video conferencias. En esta película podemos ver a Heywood Floyd comunicarse con su hija desde la inmensidad del espacio teniendo como fondo parte de la tierra vista desde las alturas; otra película que se adelantó a esto fue el corto animado de Frank Tashlin titulado “Planet Duffy” (1944) que sirvió como propaganda durante la segunda guerra mundial y en el que vemos a una espía nazi comunicarse con Hitler, Goebbels y Goering mediante un monitor. Ya que estamos aterrizando las innovaciones y rondamos los confines de la televisión podemos mencionar también el hallazgo de la video vigilancia, de la cual podríamos situar como su punto más álgido en el libro “1984” de George Orwell publicado en el verano de 1949, pero que ya tenía su antecesor histórico en la Alemania nazi ya que en 1942 ese régimen utilizó un sistema similar para vigilar el lanzamiento de los misiles V2; en el cine podemos situar su primera aparición en la película de Charles Chaplin titulada “Tiempos modernos” (1936) en la que un trabajador, encarnado por el entrañable mimo, es vigilado por su jefe mientras sale a fumar un cigarrillo en sus ratos libres; hoy en día hay cámaras regadas en varios puntos estratégicos en las grandes ciudades del mundo, esto con el fin de coadyuvar al mejoramiento del tráfico o prevenir delitos, el gran hermano que previó Orwell está más cerca de lo que imaginamos.

Hasta ahora hemos visto como el cine ha vaticinado grandes proezas humanas, no es cualquier cosa aventarse a construir una estación espacial, los recursos que se requieren son altísimos, a su vez hemos sido testigos de cómo previó el lanzamiento de la video conferencia, que todavía no es explotada como debiera, muchos dispositivos de telefonía celular ya cuentan con esta innovación pero aún no se ha dado el bum (al menos en lo que a México se refiere) de este tipo de comunicación, muy probablemente se deba a la falta de infraestructura que hay en este país; pero las aportaciones no paran ahí, encontramos otra serie de innovaciones en otros campos como la robótica teniendo como base histórica que los primero robots  (palabra que surge del termino checo “robota” que quiere decir trabajo forzado) aparecen en la década de los 40, pero ya antes en 1927 Fritz Lang se atrevió a crear uno que tenía la capacidad de suplantar tanto el comportamiento como la apariencia de una persona en su película “Metropolis”.

Posteriormente Robert Wise crea al feroz Gort en “El día en que la tierra se detuvo” (1961), pasando por los simpáticos C3PO y R2D2 en “Star Wars” de George Lucas allá por el año de 1977 (como dato curioso el primero de ellos tiene similitud con el antes mencionado de Fritz Lang), también recordamos al robot Ash de “Alien” de Ridley Scott (1979) así como a Bishop en la segunda entrega de esa misma película, esta vez dirigida por el maestro del invento James Cameron, quien también nos adelantó un futuro apocalíptico donde las maquinas se revelan contra los hombres creando despiadados robots para su exterminio en “Terminator” (1984). También tuvo a bien imaginar los nuevos viajes espaciales del hombre, llegando a planetas con grandes riquezas y corporaciones terrícolas dispuestas a explotar sus recursos a como de lugar y también hemos tenido la oportunidad de conocer a los replicantes de “Blade Runner” (Ridley Scott, 1982), hasta llegar al “Robocop” de Paul Verhoeven en 1987, por mencionar algunos de los robots más famosos. A veces, la combinación de robot humano también ha sido utilizada en la pantalla grande, el Dr. No en “007 vs el Dr. No” (Terence Young, 1962) utiliza una mano robótica, así como Luke Skywalker al final de “Star wars: el imperio contraataca” (1980) por no mencionar a su padre Anakin quien ya es más maquina que hombre.

Estos son sólo algunos de los avances que el cine a aportado a la humanidad. Muchos de ellos surgen del maravilloso universo literario de la ciencia ficción, grandes autores que siguen sirviendo de inspiración como Isaac Asimov, Julio Verne, Ray Bradbury, Philip K. Dick, H. G. Wells, George Orwell, entre muchos otros de los que se ha alimentado el cine y la humanidad para crear sus inventos. Hoy en día podemos ver películas con posturas atrevidas, como un clon que se encarga de una estación lunar como en la película “Moon” (Duncan Jones, 2009), o despertar años o décadas después de tener un accidente en el que un hombre queda desfigurado con el fin de que, gracias a los avances de la ciencia, pueda ser reconstruido, como en “Abre los ojos” (Alejandro Amenábar, 1997), incluso podemos voltear al pasado para adentrarnos en el mundo de la realidad virtual con “Tron” (Steven Lisberger, 1982), o hacer una teletransportación como en “La mosca” (David Cronenberg, 1986), o dormir en un proceso de hibernación como en “El planeta de los simios” (Franklin Schaffner, 1968), y quien sabe, tal vez cuando despertemos ya nada sigue ahí, porque si hay algo malo es que muchas veces la ciencia sirve para destruir.


Las políticas militares de países como Estados Unidos se sirven de esta para amedrentar a sus adversarios, encarnados en la actualidad por grupos terroristas sin rostro ni bandera. Es preocupante ver como el cine se ha acercado a esta idea de destrucción ¿Qué tan probable será que las maquinas se puedan revelar al hombre en el futuro? ¿Cómo podríamos competir contra aquello que nos ayuda a destruir? ¿Cuál es el sentido de crear e innovar con el fin de matar?; El sueño de un hombre que algún día pensó que la tierra en un futuro estaría semi destruída y habitada por implacables simios pareciera estar más cerca que nunca, su sentido metafórico es sólo un vistazo a la contradicción más grande de la humanidad, matar a otros hombres que no piensan igual, y la reflexión que Schaffner nos deja es posiblemente la única lección que no logramos entender, que hay otros que piensan y viven de otra manera, pero tal parece que occidente necesita empujar a otras sociedades al modelo neoliberal, a comprar para no pensar, para no sentir, para escapar, tal vez dentro de poco despertemos en un jaula rodeados por animales que nos contemplan como una simple arma mortal, en grandes zoológicos en donde los humanos están contenidos para proteger lo que estamos empeñados en destruir, este hermoso planeta al que llamamos hogar.


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