lunes, 22 de julio de 2013

DISTOPÍA Sensacional de Cultura No. 5 - PDF


Tema: La Inmortalidad

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jueves, 18 de julio de 2013

DISTOPÍA PRESENTA: LA INMORTALIDAD


"¿Quien pudiera beberse tu sangre y entregarte la inmortalidad?
Yo quisiera beber de tu sangre y besarte por la eternidad…"

La Barranca - Siempre Joven

          Nuestra condición mortal, el sabernos finitos en tiempo y energía, es quizá mucho de lo que otorga sentido a nuestro periplo en esta vida. Pero a pesar de ello, no somos invulnerables al miedo y a la duda que causa el trauma del deceso. Las religiones monoteístas (apoyadas muchas veces en abstracciones filosóficas previas) desarrollaron entonces el bálsamo del alma inmortal con sus múltiples figuraciones en su viaje al más allá. Es así que el ansia se mitigó, y hoy podemos sentir la influencia de esta cosmovisión en casi cualquier tipo de creencia o culto: la muerte solo es un paso a otra existencia. Sin embargo, a lo largo de la historia y hasta nuestros días... no todos han aceptado esta "solución". El querer burlar al destino final ha estado presente tanto como el pensamiento mismo (primero de manera subrepticia y hoy más clara entre aristócratas excéntricos).

El mundo antiguo corrobora este anhelo de prolongar la vida, en los mitos referentes a la ingesta de sangre de animales y de adversarios caídos en batalla. El objetivo de esta práctica era conseguir una mayor fuerza y longevidad absorbiendo la energía vital de otros seres (desde ese momento la sed de sangre se entendió siempre como la sed de vida). Épocas posteriores fueron atestiguando en la irrupción de la alquimia, la misma obsesión hacia la juventud perenne. De la mano de la piedra filosofal, también estuvo la búsqueda del elixir de la vida. Leyendas o folklore europeo de la edad media, lo cierto es que las historias de condes y "brujos" extrañamente centenarios se encuentran en casi cualquier rincón del viejo continente. De este lado del atlántico, en años de la conquista se remozo la fabula de la fuente de la eterna juventud (hubo verdaderos intentos por hallar su paradero). Como puede notarse en estos ejemplos, muchos razonaron literalmente la idea de inmortalidad.

Otros a través de la creación en las artes, han logrado acceder de manera más fortuita a lo inasible del concepto: inmortalizar una parte del mundo o un momento fugaz, una victoria frente a lo perecedero. Y es de esta forma, que perdurar en el tiempo o pasar a la posteridad (precedido de una acción trascendente), ha resultado lo más cercano a "vivir por siempre". En nuestro tiempo, este ideal lo encarna la reproducción técnica de la imagen estática (fotografía) o la secuencial (videocracia principalmente) y en ellas, se conserva intacto el fluir temporal no solo del mundo, sino también el de nuestra propia vida (nada se pierde en este presente encadenado, todo se mediatiza y permanece eterno en la realidad virtual). Y a pesar de ello, hay quienes piensan que esto es insuficiente y continúan investigando la manera en cómo mantenerse físicamente impolutos ante el embate de la edad y los años. Se habla de criogenización, transmisión de la conciencia a una computadora en estado de I.A, estudio de las células madre y desarrollo de la ingeniería genética, etc. ¿Por qué ese empeño en desafiar nuestro ciclo natural?

Aquí en Distopía ofrecemos algunas interesantes hipótesis sobre el tema a abordar: Roberto Juanz en "Las Líneas Flotantes" diserta elocuentemente sobre el historial emocional que en los hombres ha llevado a pensar lo inmortal como una condición factible y necesaria. A su vez, en "La Viñeta en su Tinta" a cargo de nuestro incansable explorador del comic Gabo Sosa, se nos invita a conocer una obra vampírica sui géneris y de altos vuelos: American Vampire de Scott Snyder y Stephen King. El desdoblamiento fílmico en "El Séptimo Sueño" de nuestro colaborador José Huerta, nos sumerge en el profuso acervo del cine mundial en busca de todas las ramificaciones posibles en donde la inmortalidad haya quedado excelsamente plasmada en el celuloide. De lado del pensamiento crítico, Lorena Rivera analiza en "SPQR" los pormenores del anhelo inmortal y desconstruye lo fútil del concepto: "¿Qué sentido tiene aferrarse a una vida que no nos ofrece más que miserias y dolores? ¿Por qué querer permanecer en este mundo?".

Por su parte Hansel Toscano en "Goodbye Cruel World", nos habla del proceso de selección que realiza el cielo de los inmortales para entrar en su exclusivo club. De lado sonoro, A. Güiris V. nos transmite textualmente todo un legado jazzistico que ha tenido la fortuna de recopilarse en un disco inmortal: Blue Note Perfect Takes – V.A. (2005) ¿Donde más? En "Onomatopeya" por supuesto. Finalmente, en un nuevo episodio de "La Liga de los Perdedores", el mejor supergrupo del ejido (liderado por el mal genio de Pablo Sinuhé) tendrá un coqueto acercamiento a la cuarta dimensión de la mano del no menos bizarro: El Dorado ¿Personaje inmortal... o solo de relleno en la historia de las caricaturas? ¡Averígüelo!

Presentamos entonces, un pequeño mosaico para adentrarse en los misterios de lo inmortal y sus mitos, un itinerario extraño que pretende guiarlos gozosamente por los abismos de lo desconocido y lo sorprendente. De vuelta a la luz, esperamos mínimo haberlos llevado a otros sitios mentales donde la rareza tenga derecho de piso para la frugal conversación y el debate. Ustedes tendrán por supuesto, la última e inmortal palabra...



LO PERDURABLE


          El único espacio en donde podría considerarse la no valoración del bien y el mal sería la eternidad. Lo menciono porque en ella no habría permisividad alguna en la discusión –que absurdamente se vuelve eterna-  del reclamo del mal y de la necesidad del bien; sería en naturaleza (si se permite utilizar dicho término) el desprendimiento de todas aquellas lucubraciones que surgiesen del unísono binomio, la balanza simplemente dejaría de tener un sentido, no habría cabida en su regulación, equilibrio y existencia, ésta convirtiéndose ahora en algo infinito.

La inmortalidad descansa en la muerte, ahí surge,  es el  miedo primario del hombre que corresponde al escenario de los miedos primitivo: al desastre, al rechazo y a la caducidad.  Tendría entonces el hombre que conformar una idea que pudiese destituir el último de los niveles  de la naturaleza humana, siempre y cuando le pensemos como marco fisiológico, dado que la muerte tiene sus propias condiciones de análisis ajenas a todo carácter natural, colocándonos en la posibilidad que ella es la trascendencia a otros niveles, otros estados.  La muerte podría ser entonces la substancia de la inmortalidad; ambas funcionan en condición y existencia de la otra. La resolución que daría el hombre a su gran causa de ansiedad y angustia, el reconocimiento  triunfante ante el dejar de existir: la religión y su preciada recompensa, la mayor parte de las religiones tienen dar fin al dolor a existir, vendrá –paradójicamente- la eternidad;  el existir será entendido como una utopía, a excepción del suicida, aunque esto abriría paso a otra discusión. Los paraísos son una idea muy arcaica del hombre, transfigurados en cada una de las realidades culturas; hay placer permanente en ellos (aunque que nos suene a herejía), lugares en los que se excluye toda preocupación, dolor,  lugar en el que te ves perpetuado en tu mejor momento, en tu mejor forma, en tu mejor ideación al respecto de ti.

Su propiedad dentro del vínculo religioso, la promesa del paraíso (una idealización del bien social, de lo buscado, de lo eterno que merece ser vivido). Esto no es necesariamente algo nuevo, lo menciono por el entendido que esta idea de la inmortalidad está presente en todas las manifestaciones religiosas, sectarias, asociadas a la posibilidad de ser una de las muchas “caras” de lo inmortal.

Como comentario interpuesto sería pertinente mencionar que la momificación es una evidencia clara del hombre por  demostrar en forma “física” una resistencia y una durabilidad de la que por entendido está muerto. Hombres muertos que en apariencia hagan pensar al pueblo o comunidad que “viven”, que están con ellos, que viven por ellos trasgrediendo el tiempo; es la figura que brinda un cuidado infinito, siempre resguardando, protegiendo.  Faraones egipcios, emperadores Incas, socialistas y bolcheviques en ataúdes, otros tantos en mausoleos vivientes que dan balance y sentido a la fe polìtica de un pueblo; sacerdotes, indios, mártires de efectividad milagrosa se les concede una eternidad “artificia” (aquí tal vez es un uso impropio, un pleonasmo, dado que las eternidad es hasta ahora, un pensar ficcionado).

El cuerpo conservado, aquel que no coagula, no se pudre y en tanto fluye. La negativa a la descomposición del cuerpo es donde se pone en evidencia la minúscula manera en como percibimos a lo perdurable, le medimos regularmente como el cuerpo-hombre, idea de cuerpo comprendida en totalidad corpórea. Se desconoce, se desprecia la idea del cuerpo como ambiente, como música, como el arte mismo, como otras tantas composiciones que en efecto pudiesen sí, ser entendidas como etéreas y perdurables; una idea misma, un pensamiento es para siempre. Entonces el cuerpo se entiende como un monumento, el templo pulcro que debe presentarse renovado, moderno, actual, deseado, perfecto, envidiado y demandado; la demanda de lo nuevo que ahora es viejo, aunque con posibilidades de renovarse, mejorarse. Aquí sendas contradicciones  ¿Cómo podrías desear lo perdurable, si el deseo es precisamente algo que se transforma? No tendemos a repetir nuestros deseos, en consecuencia no son perdurables. ¿Si el efecto es reconocido sólo en lo novedoso, en tanto todo pasa, pasaría, no hay finitud, no habría pues eternidad? Habría proseguir; ser el mismo en otras circunstancias, sin embargo con las mismas ganancias y las mismas pérdidas.

 El Frankenstein de Shelley es un efectivo ejemplo en donde se formula una primera necesidad en donde la idea de sopesar la muerte (razones propias de la autora; la muerte repentina de su madre y después de su hija, su obra sería una sublimación inmediata). Shelley propondría en su “Eterno” Prometeo esa primera integración entre ciencia, ficción e inmortalidad como respuesta de la frustración del perder, del no perdurar lo que deseamos que sea perdurable, la vida en sí misma, presentándonos al hombre-dios, el hombre capaz de crear vida (aspecto no muy lejano a la búsqueda primordial de la ciencia). Frankestein es entonces la propiedad –literaria- del primer hombre que desafía y  desarticula la incógnita de dos hechos: la creación y la perpetuación de la vida; a la par incluyendo el paliativo de la angustia por el seguir viviendo (como un monstruo) y del cómo vivir de esa manera, propiciando el siguiente cuestionamiento ¿Para qué perpetuarse si no hay posibilidad de entender el lugar que habito, que vivo? O ¿Reducirse a eternizar lo cotidiano, vivir por vivir una monstruosidad? Otro  indicio de la eternidad corresponde a la obra clásica de Bram Stoker, Drácula. La figura vampírica es el desbordamiento del deseo, de la eternización de la juventud y de todas las ventajas que le acompañan, máxima la sexualidad y la erotización del vampiro. Si bien ha sufrido transformaciones bajo el paso del tiempo no pierde su atractivo primordial, la inmortalidad. Hay en esto un particularidad que así mismo comparte con otros referentes no necesariamente literarios, su objeto, el medio mismo para ser eterno es la sangre, permitiéndome mencionar que la concepción de la infinitud evoca a ciertos símbolos colectivos, es decir, lo inmortal es una idea y en tanto un bien global, la sangre es una evidencia. Más la eternidad inscrita en el vampirismo es perennidad castigada, el permanente mal. El castigo es una de las introyecciones más claras del artefacto eternidad como lo es el amor (indurable por siempre), otredad del hombre que significara sus futuros.

El hombre persiste en verse en el futuro, no concibe el futuro en ausencia de él, busca la inmortalidad como preservación dirían los organicistas, como perpetuación dirían los metafísicos, como transición dirían los místicos, como recompensa   dirían los religiosos; el hombre actual diría: “el tiempo no me alcanza para vivirle, vaya, que el digerirle y sufrirle parece ser la última opción. No deseo más vida para entender las causas y las razones del existir, no. Deseo vivir eternamente para darle –de ser posible- entendimiento a la reiteración.”

Un recién conocido pertinentemente me dijo: “la eternidad es una obstinación del hombre que no sabe manejar”, complementaria “… y al no comprenderle se aferra, motivo –de muchas- ideas eternas, inevitables e incalculables se vuelven sus deseos de pensarse por siempre distinto en otros planos.” Ese lugar tendría asomo en un paraíso, efectivamente, el paraíso descrito por Borges, la biblioteca de lo eterno, porque lo único eterno en el hombre son sus creaciones, su conocimiento.


HEMATOFAGIA A LA AMERICANA: LOS VAMPIROS DE SCOTT SNYDER Y STEPHEN KING


“El tiempo es la única constante. Para los vivos nunca se detiene. Para los muertos, no importa
                - ¿Y para los no-muertos?... ¡Para los no-muertos, el tiempo es una broma de la cual reírse!”
Stephen King, “American Vampire” No. 1, 2010

“¿Quién quiere vivir para siempre?”
Brian May, 1986

   Cuando hablamos de inmortalidad, ya sea en una fiesta de moño y corbata (en alguna graduación, boda o fin de año) o en una reunión informal, en la barra de algún bar rodeados de amigos; o en una charla de alcoba con la chica de la noche anterior, siempre saldrá el tema de los vampiros: los inmortales por excelencia.

 Y es que siempre nos preguntamos, con morboso afán, ‘qué se sentirá ser un vampiro?...vivir para siempre?’. Y así, se vuelve una especie de obsesión romántica por un tema que es reverenciado (y tabú al mismo tiempo) en tantas culturas: Un privilegio otorgado a los diversos panteones divinos desde el principio de la civilización. La promesa pos-mortem para todos los fieles creyentes en tal o cual paraíso, regido por su específica deidad cultural. El primer culpable de este interés romántico pos-moderno, fue un novelista irlandés de apellido Stoker que sedujo al calenturiento mundo del siglo XIX con una interesante joyita literaria llamada “Drácula”…

Abraham “Bram” Stoker nos transportó, por primera vez, al universo sombrío y aterrorizante regido por un monstruo antiquísimo, que de sólo pronunciar el nombre causaría el máximo estupor en todos y cada uno de los habitantes de dicho mundo. Una mezcla entre el terror gótico y una especie de ‘sex appeal’ que convirtió, de ahí en adelante, al vampirismo en tema de conversación universal.

Una verdadera avalancha de autores, de distintas partes del mundo, explotando el tema; nos han traído variadas versiones de este mito clásico…algunas muy buenas, otras totalmente olvidables de tan blasfemas que son respecto a las bases de la ficción original. Aquí es donde nos topamos con cierto escritor norteamericano llamado Scott Snyder…

En Marzo del 2010, el afamado escritor publica un ambicioso proyecto que prometía volverse un nuevo clásico de la literatura norteamericana…desde la trinchera del comic.


“Vampiro Americano” no solo es una serie que se ha vuelto ya de culto entre los lectores, marca también la primera incursión en comic de un escritor representativo del género del terror en el país de las barras y las estrellas: Stephen King.

La serie nos cuenta las historias entrelazadas de dos personajes disímiles: Skinner Sweet, un joven forajido del salvaje oeste de finales de 1800 (quien me recuerda al Lestat de Anne Rice, pero mejorado) y Pearl Jones, una joven aspirante a actriz de Los Angeles de 1925. La historia nos ubica, con tintes Darwinianos, en el origen de una nueva especie vampírica, nacida en el nuevo mundo: el vampiro americano (Homo Abominum Americana); más fuerte, resistente y sanguinario que las especies europeas. Sweet es el primer espécimen de esta nueva línea de sangre, estando solo por 45 años, hasta que conoce a una moribunda Pearl; sobreviviente de un brutal ataque vampírico y la rescata de la muerte, convirtiéndola al ponerla en contacto con su sangre. Es así como estos dos personajes se enlazan y siguen variopintas aventuras a través del tiempo, encontrándose y desencontrándose en distintas épocas y marcos históricos.

Snyder ofrece una narrativa dinámica y atrapante, cargada de personajes que hacen sentirnos en un refrescado estilo vampírico; mezclando lo más clásico del género con lo mejor de América: salvaje, sangrienta y llena de un humor negro tan característico. El maestro S. King trabaja a las mil maravillas hombro a hombro con Snyder, desarrollando de manera magistral a un personaje tan complejo como Skinner Sweet y logrando que lo imaginemos en cualquier momento debajo de nuestra cama, en medio de la noche más oscura.

El arte, a cargo del brasileño Rafael Albuquerque, no se queda atrás: atmósferas perfectas, efectos atinados y expresiones faciales inolvidables que nos transportan desde Sidewinder, Colorado de 1880 hasta Glendale, California en 1954; pasando por Rumania y alguna isla en el océano pacífico en 1943, o Londres y Paris en 1954…el equipo creativo logra hacernos desear ser realmente inmortales y acompañar a estos entrañables personajes en su paso por el mundo y el tiempo.

Por mi parte me despido, para seguir mi viaje tras estos nuevos vampiros americanos y el mundo amenazante que los acecha…o era al revés? No lo sé de cierto, pero lo que si sé es que no deseo irme sin invitarlos a sacudirse un poco aquél romanticismo de las capas, holanes y cuellos mordidos en los callejones sombríos de algún poblado de los Cárpatos…y refresquen sus miedos con este vampirismo a la americana: glamour, montones de balas, Jazz, veloces chevys del ’50, Las Vegas y botas vaqueras…
Aaaahhhh, el encanto de lo simple…

Gabo Sosa, vampiro comiquero ávido de historias inolvidables.

LA FILMACIÓN DE UN SUEÑO QUE NUNCA PERECERÁ.


Inmortalidad:
(Del lat. Immortalitas, -atis).
               1. f. Cualidad de inmortal.
               2. f. Duración indefinida de algo en la memoria de los hombres.
Fuente: DRAE

       La inmortalidad es una palabra que la podemos ver desde diferentes ángulos, hay a quienes les remite a seres que no pueden morir, de los cuales la literatura y el cine nos han regalado varios como “Highlander: el inmortal” (Russell Mulcahy, 1986), el malvado Pinhead en “Hellraiser, puerta al infierno” (Clive Barker, 1987), el onírico demonio de Wes Craven, Freddy Krueger en “Pesadilla en la calle del infierno” (1984),  los colmilludos que arrancaron suspiros a más de una en “Entrevista con el vampiro” (Neil Jordan, 1994), o el chupa sangre por excelencia “Drácula” inmortalizado en varias ocasiones siendo la versión de Francis Ford Coppola, allá por el año 1992, la que más se apegó al libro en cuanto a formato se refiere (el uso del diario de varios personajes como parte de la narrativa), ya que el contenido distó mucho de la abominable bestia que Bram Stoker plasma en su obra.

A estos seres que viven en la desoladora y cruenta eternidad debemos sumar otros que, si bien no tienen la característica de no poder morir, nunca han muerto o, cuando lo hacen, son resucitados muy poco tiempo después, obviamente llenando el vacío temporal con personajes de relleno que dejan estos seres al morir momentáneamente, me refiero a los súper héroes de historieta, de los cuales muchos han pisado terrenos cinematográficos como Superman (y su recién estrenada nueva producción a cargo de Zach Snyder con un guión del aclamado director Christopher Nolan, quien también nos trajo otro de los grandes del cómic como Batman), en la lista también figuran Spiderman, Linterna Verde, Thor, Iron Man , los X-Men, entre muchos otros que no envejecen con el paso de las décadas como el carismático y amigable vecino Peter Parker, que no ha visto crecer sus arrugas. Como en algún momento Frank Miller se atrevió a delinear en un desgastado Bruce Wayne en la novela gráfica “Batman year one”, en la cual basó Nolan buena parte de su contraparte fílmica en “El caballero de la noche asciende” en el 2012, película en la que conoce al malvado Bane quien, en el cómic, deja en silla de ruedas a Bruce después de quebrarle la columna vertebral.

Otra forma de entender la inmortalidad es la que propone Milan Kundera en su novela “La inmortalidad”, publicada en el año 1988, en esta plantea la idea de que esta no necesariamente tiene que ser la vida eterna la forma en que se manifiesta, sino que hay otras formas de alcanzarla aún después de la muerte, y esto gracias a la obra de una persona, como los grandes músicos europeos Wolfgang Amadeus Mozart o Ludwig Van Beethoven, los cuales también han sido inmortalizados por el cine, el primero de ellos tuvo su obra culminante la realizada por Milos Forman en 1984,  en las que cuenta todas las penurias que tuvo que pasar el autor así como la depravación, cual rockstar contemporáneo, tuvo cuando le llego la fama. Aunque ese gusto fue muy efímero ya que la gente no logró entender el gran genio que poseía el joven austriaco, también pudimos adentrarnos en las terribles neurosis de Beethoven así como su forma poco ortodoxa de hacer música en “Beethoven: el inmortal” (Agniezka Holland, 2006), interpretado por Ed Harris, actor que también dio vida a otro inmortal, en este caso de la pintura, como Jackson Pollock en “Pollock” (2000) película que el mismo dirigió, y que cuenta la vida de este controvertido pintor quien tuvo la fortuna de trabajar con Picasso y David Alfaron Siqueiros, y que se hiciera famoso por su atrevida forma de pintar.

Otros artistas norteamericanos también han hecho su debut fílmico como Andy Warhol y Basquiat, el primero de ellos incluso coqueteo con el arte cinematográfico al realizar varios cortometrajes e incluso actuó en varias película entre los años sesenta y ochenta, década en la que vio su muerte en el año 1984. En la ficción también ha aparecido bajo la interpretación del camaleónico David Bowie en la película “Basquiat” (Julian Schnabel, 1996) que cuenta los inicios como artista callejero de Jean Michel, quien a la postre se convertiría en uno de los pintores más importantes de América del Norte, del mismo Basquiat también encontramos un documental de reciente manufactura, “Jean-Michel Basquiat: the radiant child” (Eric Martin & Louis Vossen, 2010) el cual incluye una entrevista con el pintor, así como pietaje de videos caseros del momento en que creaba una obra, así como de sus apasionados encuentros con quien sería su eterno enamorado Andy Warhol; y si de artista y pintores hablamos no podemos dejar de lado nuestro sentimiento latino, encontrando en Frida Kahlo a la mujer ideal para esto, con una vida llena de dolor el cual va implícito en buena parte de su obra pictórica, la película “Frida” (Julie Taymor, 2002) e interpretada por la mexicana Salma Hayek, da cuenta de los sufrimientos que pasó, así como de la agitada relación que tuvo con Diego Rivera, y todas las desventuras que tuvo que vivir la famosa artista mexicana.

Hasta ahora, el cine ha contado la vida de estos seres extraordinarios, que aún con sus pesares han legado grandes obras a la humanidad, composiciones o cuadros que nunca pasaran de moda, que siguen teniendo la misma vigencia e importancia en el mundo actual, pero también el cine tiene su propia tela de donde cortar, teniendo en si mismo otra forma de poder asomarnos a ese concepto que estamos intentando desglosar de la inmortalidad, en el caso del séptimo arte podemos comentarlo desde varios ángulos, uno de ellos es hablar de las películas que saldrán victoriosas al paso del tiempo, cintas que no necesariamente han sido develadas por un gran director, en ocasiones, grandes cintas han surgido como lo que a los gringos les da por llamar “One hit wonder” (algo así como “primer y gran único éxito”), en este sector encontramos películas como “La bruja de Blair” (Daniel Myrick & Eduardo Sanchez, 1999) – que muy a mi pesar ubicó en esta lista no tanto por su contenido sino por lo que generó en su momento, así como en el asentar las bases para la creación de las subsecuentes películas de terror o ficción que apostaran por la llamada docu-ficción (mezcla entre ficción y documental) -, o el fabuloso thriller “La noche del cazador” que fuera la única película que dirigiera el ganador del Oscar como actor, Charles Laughton en 1955, la perturbadora “Donnie Darko” (2001) de Richard Kelly, director del que se esperaba más, quedará como una muestra para la posteridad de una mente siniestra encarnada en un joven noventero, o el romance neurótico y conflictivo que viven Joel y Clementine en “Eterno resplandor de una mente sin recuerdos” (2004) de quien parecía iba a convertirse en el gran director, Michel Gondry, pero que decepcionó con sus subsecuentes trabajos.

Afortunadamente estos casos son los menos, y no por restarle importancia a las películas, sino por la falta de continuidad, en cuanto a niveles de calidad, por parte de los directores, pero hay otros que se cuecen aparte, y son ellos quienes han logrado crear la combinación perfecta, grandes historias, grandes actuaciones y grandes directores, el resultado sólo puede ser una obra maestra, una película que será estudiada, recordada, criticada, menospreciada, todo lo bueno y todo lo malo, pero algo es seguro, nadie le quitará su lugar en la historia del cine mundial, y es por eso que mencione la fortuna como una seña de gratitud ya que hay muchas películas y muchos directores compartiendo sitio en este lugar que para muchos ha sido inalcanzable.

Sería muy extensa la lista de películas y directores que se han consolidado como iconos y modelos a seguir dentro del séptimo arte, buena parte del globo terráqueo tiene cabida en este apreciado y codiciado lugar, desde el mexicano Ismael “el indio” Fernández, hasta el polo opuesto con el oriental Akira Kurosawa, no olvidando a los maestros del cine occidental como John Ford o David Wark Griffith, sin olvidar a los grandes directores a los que dejaron escuela y siguieron perfeccionando el oficio cinematográfico, como el inglés Alfred Hitchcock de quien podemos decir puso los estándares narratológicos y estéticos del cine de suspenso, e incluso del cine de terror. En Europa la situación no fue ajena a la tendencia norteamericana de innovación y la escuela francesa se aventó a crear la famosa, y también polémica, Nouvelle Vague, con Francois Truffaut, Claude Chabrol y Jean-Luc Godard liderándola, en México también surgió una tendencia a la que se le conoce como la “Época de oro” del cine nacional, con directores como el mencionado “indio” Fernández o el español Luis Buñuel.

Ni las latitudes, ni los hemisferios han sido barreras para que el cine se postule como uno de los emblemas mundiales en cuanto a arte y medios de comunicación se refiere, los grandes directores antes mencionados cuentan en su curriculum con grandes obras fílmicas que pasarán a la posteridad y que han servido como fuente de inspiración para muchas otras, tal es el caso de “Los siete samurái” (1954) del japonés Kurosawa y que inspirará la versión gringa de vaqueros “Los siete magníficos” (John Sturges, 1960), algunas han sido copiadas en su totalidad, como sucedió con la magnifica obra de Alfred Hitchcock “Psicosis” (1960) que tuvo su remake en 1998 de la mano de Gus Vas Sant, otras películas han tenido el honor de ser consideradas como parte de lo que se conoce como “Memory World Programme” (“Programa de memorias del mundo”) siendo el retrato decadente y visceral de la creciente y urbanizada Ciudad de México en  “Los olvidados” (1950) de Luis Buñuel y la crítica a la alienación que el maestro del denominado impresionismo alemán, Fritz Lang, hace con “Metrópolis” (1927), estas dos cintas tuvieron el privilegio de ser las primeras en ser elegidas para inaugurar esta lista.

En algunos casos ciertos filmes causaron tanta polémica y conmoción que vieron en la censura a un poderoso rival, casos como la violenta “Naranja mecánica” (1971) de Stanley Kubrick, tuvo que lidiar con prohibiciones en varios países ya que, según sus censores, la película invitaba e incitaba a los jóvenes a seguir los salvajes pasos de su protagonista Alex, estas prohibiciones fueron plato común en los Estados Unidos gracias a la creación de un código moral denominado “Codigo Hays” que orillaba a los cineastas a tratar temas polémicos o tabú con ciertas consideraciones, teniendo que proyectar la película antes de su estreno a un grupo de personas encargadas de la regulación de contenido, sin embargo, la creatividad salió a flote, la antes mencionada “Psicosis” libró satisfactoriamente este proceso, así como la maravillosa “El hombre del brazo de oro” (1955) del gran director Otto Preminger, y con la fabulosa actuación de otro inmortal, tanto de la actuación, como de la música,  Frank Sinatra, quien interpreta al adicto a la heroína Frankie Machine, creando uno de esos personajes que difícilmente pasaran moda.

Con esto en mente me propongo a abordar el último punto de esta columna, las grandes interpretaciones que nos han legado maravillosos actores, que han sido guiados con maestría por grandes maestros del cine clásico y actual, tal es el caso de Al Pacino, quien interpretó de forma sobresaliente la vertiginosa vida de Tony Montana en “Cara cortada” (Brian De Palma, 1983) o al poderoso capo Michael Corleone en la gran película de Francis Ford Coppola  basada en el libro de Mario Puzo, “El padrino” (1972) al lado de otro grande de la actuación como Marlon Brando, quien dio vida a Don Vito Corleone y que trabajaría con el mismo director para crear una de las grandes películas de guerra con “Apocalipsis ahora” (1979), cinta que aborda el desquiciamiento psicológico que produce la guerra y que estuvo plagada de contratiempos durante su rodaje.

A este selecto grupo de actores podemos incluir al preferido de otro gran maestro del cine como Martin Scorsese y su innegable actor de cabecera Robert De Niro, quienes entregaron poderosas historias en conjuntos como “Calles peligrosas” (1973), “Toro salvaje” (1980), “Buenos muchachos” (), “Cabo de miedo” (); estos y otros muchos otros actores han dejado escuela para las futuras generaciones, el legado que dejan muchos de ellos ha sido copiado por millones de jóvenes y adultos a nivel mundial, todos en algún momento quisimos ser como ese muchacho rebelde e intrépido llamado James Dean, viviendo rápido y muriendo joven, quien con una frase engloba a la perfección todo lo que he intentado exponer hasta ahora “Dream as if you´ll live forever. Live as if you´ll die today” (“Sueña como si fueras a vivir por siempre. Vive como si fueras a morir hoy”), siendo esos sueños las grandes obras fílmicas que grandes directores, actores, músicos, productores, y todo el personal que trabaja para crear una película nos han dejado, que a pesar de que muchos de ellos han muerto, su lugar en la historia esta seguro, esa historia que persiste y subsiste a la memoria y al paso del tiempo, que viaja a través de los años, las décadas, los lustros, los siglos y los milenios de la mano de la inmortalidad, buscando personas extraordinarias que se atreven, que se avientan, que no tienen miedo, que logran vencer la adversidad para unirse al eterno viaje al que muchos intentamos aspirar.



INMORTALIDAD


      Memento mori, ars mori. ¿Vida eterna? ¿Una existencia indefinida que engañe a la muerte? Eso es una condena a cadena perpetua; lejos de ser una respuesta al miedo que supone la pérdida de la vida. Desde el mismo momento en que nacemos, caminamos hacia la muerte. El destino del ser humano no es otro que morir. ¿Qué sentido tiene aferrarse a una vida que no nos ofrece más que miserias y dolores? ¿Por qué querer permanecer en este mundo? La muerte es un acto liberador: ya no hay hambre, dolor, angustia, hastío, inconformidad, necesidades… todo se desvanece. Acaso, ¿es mejor la idea de permanecer en este mundo cada vez más injusto, cada vez más sucio y cada vez más corrupto a enfrentarse a lo desconocido? Borges decía: «No tengo miedo a la muerte. He visto morir a muchas personas. Pero tengo miedo a la inmortalidad. Estoy cansado de ser Borges. » [Borges 1981; cf. Stewart 1993]

Realmente, se me hace repugnante la idea de vivir por siempre jamás. ¿Puede nuestro cuerpo resistirlo? Envejece, se desgasta y degrada. ¿En qué condiciones se supone que debemos llegar hasta el fin de los días del universo?¿Habrá la Ciencia descubierto nuevos planetas y universos en donde habitar o, curiosamente, moriremos a pesar de ser “inmortales” porque no hay en dónde estar?

No obstante, quizás sería recomendable hablar de la idea relativa de la inmortalidad. Me explico. Nuestro cuerpo sí fallece, pero no nuestra idea, nuestra esencia (llámalo alma, si gustas). Permanecemos vivos gracias al recuerdo que de nosotros guardan nuestros allegados. Nuestra esencia remanece viva, nuestra voluntad ahí queda, somos divinidades en miniatura, por ello, inmortales.

Desde la noche de los tiempos, la inmortalidad está a debate: muerte física versus muerte del yo. Obviamente, son planteamientos opuestos uno es la inmortalidad de la vida, el otro de la supervivencia del “yo”. ¿Se alcanza la inmortalidad pasando a la Historia? ¿La Historia de quién? Siempre escriben la Historia los vencedores, jamás los vencidos. Sólo se pasa a la Historia a través de los intereses de los que rigen. Si no se está de ese lado, ¿de qué sirve haber combatido, haber inventado, haber descubierto? En definitiva, ¿de qué sirve haber trascendido si nadie lo recuerda? La inmortalidad está al alcance de todos o de ninguno; todo depende del prisma desde el que se observe. Por mi parte, dejadme morir y dejadme en paz; que nadie me recuerde, que de mí no se hable. Me gusta ser mortal.



DEL CIELO DE LOS INMORTALES Y OTROS CUENTOS DEL INFRAMUNDO...


"La muerte es algo terrible en aquellos 
para quienes con la vida se extingue todo, 
pero no lo es para los que no pueden morir 
en la estima de los hombres"

Cicerón - [Paradoxa 18]

           La idea o noción de inmortalidad, se construye e interpreta de diferentes formas a lo largo de la historia. Muchas veces la cuestión no se encuentra explicita en el desarrollo del pensamiento universal, pero he aquí, que leyendo entre líneas aparece clara y precisa en varias disertaciones. En una parte importante de la obra filosófica de María Zambrano, podemos asir o sentir con sutilidad la esencia de tal representación: el camino hacia la inmortalidad en el Ser, comienza en el despertar del hombre a un sueño creador. El Ser en animales y naturaleza, refiere o cumple su función sin un pleno uso de conciencia o un mínimo de reflexión sobre su propósito. En cambio, el Ser en la humanidad oscila entre una cuestión múltiple de voluntad, trascendencia y exigencia de razón poética ante el inmenso horizonte de su libertad (de ahí la metáfora del sueño complementando a la conciencia). Bajo esta visión, la historia humana es entonces, un ciclo de nacimiento y muerte (con todo lo que conlleva y hay enmedio de estos dos conceptos) por lograr que nuestro Ser renazca en los puntos trágicos de la vida, se sobreponga a la angustia de su liberación y explote todo el potencial. Es mudar de piel de manera perentoria a través del espacio-tiempo (pues con la muerte física no acaba el ciclo), y descubrirse en la inmortalidad de todo aquello que define y contiene en los hombres.

Vemos así en este ejemplo que la idea abordada, es también la lucha contra la pura supervivencia, contra lo incivilizado o involutivo, y contra la simple ausencia de directrices. No solo es la superación de un estado instintivo, es también la forja de un destino o la consecución de otro mejor. Empero, la noción debe entenderse mas como consecuencia y no como un lugar al cual llegar (misma situación con la felicidad, para infortunio de los optimistas). No hay un manual de la inmortalidad, así como no lo hay para la alegría eterna. Tanto en el plano metafísico como en el conflicto por ser recordado y soslayar el olvido (ver DISTOPÍA No. 4 http://distopiasensacionaldecultura.blogspot.mx/search/label/El%20Olvido) el asunto trata sobre perdurar o vivir de alguna u otra forma, ya sea en la memoria colectiva o en la transmutación del alma (reencarnación), indefinidamente.

Sin embargo, no todos estamos llamados a entrar a ese cielo, ya que la mayoría de las veces es producto y contingencia de una coyuntura clave en la historia, o dicho de otra forma... se exige un sacrificio (en la mitología los héroes no lo son porque si). La hazaña o proeza es un acto desinteresado, desesperado en un sentido de acuciante necesidad y finalmente amargo. La verdadera epopeya es una lección didáctica de valentía (u otros tipos de virtud) frente a un momento difícil en el cual se jugaba el todo por el todo para mantener con vida un pueblo, un ideal o sencillamente por evitar que un mal mayor se extendiera. Los inmortales tuvieron que pagar un precio alto a cambio de la salvación de sus congéneres mortales. Es por ello, que su antítesis o enemigo, muchas veces pierde su nombre y es prohibido o borrado (o negado como a Lucifer) de las narraciones posteriores a la gesta heroica (queda lo innombrable para no dar alguna posibilidad de que a futuro otros traten de imitarlo o formen un culto). En contraparte, la proeza se mitifica y representa infinitum con el fin de reproducirla en posteriores situaciones de fatalidad e inspire a otros a trascender.

Vemos por consiguiente, que la condición de inmortalidad no se elige voluntariamente, ni se audiciona para ella, los Dioses tampoco mandan la invitación (no cae del cielo y mucho menos a cualquiera), y si bien podemos identificar elementos incidentales y espontaneaos (y a veces fortuitos), lo inmortal solo se alcanza mediante cierta entereza de carácter y pureza de intención (de ahí se explica precisamente lo casual y natural aunque más bien se trata de honestidad). De esas actitudes tan humanas se llega a lo divino, del temor inicial y la duda interior, al servicio de algo más grande que la vida misma (personal o espiritual o sin remitente pues a veces solo existe el sentimiento). Es así en la actividad creadora lo que nos convierte en Dioses: una obra inmortal y de ahí el nombre en letras de oro. Caso contrario en las religiones monoteístas (no todas), la inmortalidad como zanahoria a cambio de buen comportamiento. Sobre esto, el escritor Gerhard Herm apunta: “La religión es, entre otras cosas, un medio para que la gente se resigne al hecho de que algún día ha de morir, ya sea prometiéndole que tendrá una vida mejor después de la muerte, que renacerá, o ambas cosas.”

Es así que en la fe, lo corpóreo perece pero nuestra alma persiste con los valores ganados en vida. La visión platónica de la inmortalidad del alma no pudo encajar mejor con el judaismo, cristianismo e Islam, dando así (a una buena parte del mundo) un placebo ante el trance de la muerte. En el caso de las doctrinas reencarnacioncitas como el hinduismo, budismo, taoísmo y otras similares de antiguas civilizaciones, es el karma lo que le da cierto sentido al ciclo de la rueda de la vida: inmortalidad a partir de la redención. En todos los casos posibles (credos, mitos, contingencia histórica, ambición de superar a los coetáneos y otros) podemos inferir la obsesión por la inmortalidad, por vencer a la nada. Es un camino a la iluminación tanto como lo puede ser hacia la locura, y al final, quedan siempre los enigmas de lo oculto y esotérico: “El que come mi carne y bebe mi sangre tiene vida eterna, y yo lo resucitaré en el último día” - Jesucristo... ¿Parábola, verdad o conocimiento cifrado gnóstico solo para iniciados? He ahí otra línea de investigación a seguir que se pierde en la noche de los tiempos. Sería interesante saber que hay detrás de esa criptica sentencia, pues hasta ahora lo único palpable que ha perdurado de nosotros (y perdurara por siempre como rasgo inmortal) es nuestra simple y llana estupidez. 



BLUE NOTE PERFECT TAKES – V.A. (2005)


“I come up with concepts for albums
or how well musicians are playing.
I'm there to capture the music
at the time it's being created.”

- Rudy Van Gelder.

           Muchos dirán que no se puede ir por el camino haciendo historia sin forjarse de tantos partidarios como críticos. En el caso de Rudy Van Gelder, resulta más que indiscutible… Acreditado ya como uno de los ingenieros más importantes de la escena musical, especialmente en el Jazz, ha tenido tantos seguidores como censores de su estilo. Su sonido, lejos de la pureza técnica más buscada (y rebuscada) por los ingenieros habituales de su época, se adentraba más en la atmosfera –la esencia– de lo que se iba creando bajo el entorno en que un grupo de músicos se disponían a interpretar como arte propio.

Instaurado naturalmente en el Jazz; género cuya ideología es la de un taller de cooperación global, Van Gelder se interesó desde los albores de su carrera por todos los procesos en la composición de una canción; desde la ingeniería misma del sonido hasta la creación artística de la propia composición. Su estilo se enmarca, pues, en el conocimiento más detallista de los artilugios técnicos con lo cual se habría de grabar; asunto que le compete desde la infancia como amante de las radios de onda corta, hasta los breves pero importantes conocimientos musicales (tomó por algún tiempo lecciones de trompeta). Sus formas y fondos, bajo un ortodoxo planteamiento en el tratamiento de la grabación; primordial objeto de ataque por parte de sus oponentes, fueron evolucionando desde su primer estudio en la casa de sus padres hasta los grandes foros de grabación sin perder nunca la frescura y honestidad de ese pequeño espacio que llamará la atención de diversas firmas especializadas.

La reverberancia y el peculiar sonido con que hacía sonar los instrumentos (sobre todo el piano) en sus grabaciones, revolucionaron parte de la industria. Marcaron tanto progreso como una que otra incomodidad –o temor– por parte de colegas, directivos y músicos que le tacharon de insurrecto; tal es el caso de Charles Mingus. No obstante, el paso de la historia ha puesto en su justo sitio cada objeto de crítica y hoy día, a las alturas de un presente donde el Jazz es uno de los géneros más refinados del orbe, cualquier disco que haya pasado por las manos y mente de Rudy Van Gelder se vende en ediciones especiales que coleccionistas buscan de manera recelosa, pues al igual que los músicos ejecutantes, su nombre aparece en portada y ello lo encasilla como algo especial… Un extra que no está de más; para nada un sobrante de calidad sino una disposición cuyo acento contiene garbo y desenvoltura.

Músicos de la talla de John Coltrane, Miles Davis, Freddie Hubbard, Bud Powell, Kenny Clarke, Charlie Parker, Stan Getz y un largo etcétera fueron grabados y en parte estilizados por él. Y a pesar de que trabajo en diversas y distintas disqueras, fue con la Blue Note con la que obtuvo la mejor respuesta para ofrecer lo mejor de su legado; la que mejor lo abrazó para entregarnos conjuntamente su notable y sumamente importante herencia.

Y es, pues, la propia Blue Note la que le rinde tributo y honor en el 2005 pidiéndole la difícil selección que conjunta este álbum. Un disco que compila lo que en propias palabras del “autor” son las tomas perfectas, o más perfectibles, que grabó durante toda su carrera. No significa esto un viaje por la historia del jazz, sino un pequeño retablo al alma de una grabación ocupada por algunos de los nombres más importantes en la tradición del género. Un álbum que recopila, hace vibrar y enseña a mirar por los oídos y escuchar por la piel en todo lo que respecta al arte del Jazz. Una prueba de gala, tono y festejo de un hombre y sus hombres que resumen simplemente su inmortalidad.


Tracklist.

I.- Four In One – Thelonius Monk (3.32)
II.- Budo – Miles Davis (2.36)
III.- Remember – Hank Mobley (5.42)
IV.- Arietis – Freddie Hubbard (6.41)
V.- Midnight Blue – Kenny Burell (4.01)
VI.- Mood For Joe – Joe Henderson (8.03)
VII.- Christo Redentor – Donald Byrd (5.44)
VIII.- Fooprints – Wayne Shorter (7.31)
IX.- Moon River – Art Blakey (5.13)
X.- See See Rider – Jimmy Smith (6.34)


Sobre el autor: De entintado pasado, ha cedido sus derechos a los portavasos que cubren las tablones de algún bar censurado; a los cuales lee como cartas de Tarot. Amante de una buena bebida fría en días calurosos (al igual que en templados o apáticos), ha atestiguado en contra de los efectos del desvelo en más de una ocasión. Para mayores devenires, visitar su sitio personal:
 www.lacosaestaasi.blogspot.com

EPISODIO 2: EL BURRITO TASTES GOOD, PERO EL DORADO KNOWS BEST!


Dos tipos sentados en una banca de una oscura institución, esperando, uno de ellos, evidentemente más inquieto que el otro. El neuras, un tipo barbado de mediana edad, cargado de suéteres y chamarras que mira constantemente a un relajado y sonriente negro de dos metros de altura, vestido con unos groseros shorts de los que se usaban a mediados de los 70, de basquetbolista de mediados de los 70. El sonriente tipo sólo está cruzado de brazos con sus piernas extendidas, mirando a la nada.

-        Carajo, bueno Gizmo, ya dímelo ¿cómo funciona? – espeta repentinamente Sinuhé, líder absoluto de la Liga de Perdedores – dímelo por favor

-        No lo sé jefe – contesta sin dejar de sonreír, sin moverse siquiera Gizmo Man, otrora miembro de los Globetrotters – sólo, funciona y ya

-        Pero no es así, o sea ¿por qué, por qué, por qué? ¿Lo deseas? ¿Lo mentalizas? ¿Son cosas que tienen que ver con alteración de la probabilidad? ¿Es algo místico?

-        No, no, no jefe… quiero decir… no lo sé – confiesa Gizmo rascándose la cabeza confundido – simplemente sucede, yo meto mi mano y algo útil sale, la verdad es que ni siquiera me quiero enterar qué hay ahí dentro. No me podría concentrar en el básquet si pensara en todo eso – en ese momento de su extraordinario afro saca un par de vasos desechables unidos en la base por un hilo y se lo entrega a Sinuhé-

-        ¿Ves? ¿Qué significa esto ahora? ¿Por qué siquiera me lo das? – increpa Sinuhé agitando los objetos y mirando al afro de Gizmo – tan solo tu corte es ridículo, es como un matorral, qué digo matorral, es como la copa de un sauce llorón y lo que más me… ahh… yo… lo siento Gizmo ¿sabes? A veces sólo quisiera juntar mis zapatillas rojas mientras repito “no hay lugar como el hogar” y despertar de todo esto, de vuelta en mi cama. Sólo estoy preocupado, no sé para qué la Comisión de la ONU me mandó a traer. Estaba tranquilo puliendo la placa con mi nombre, pensé que de eso se trataba todo…

Gizmo ahora se recarga y mira sus zapatos. Le gusta el color rojo, sus tenis eran rojos cuando jugaba basquetbol y era uno de los mejores en el mundo. – Me gusta el color rojo jefe… la gente de la ONU están justo detrás de estas paredes ¿no? Parecen muy metidos en lo suyo

Gizmo mira los objetos que le dio a Sinuhé y éste pronto y no sin una pequeña duda apoya uno de los vasos en la pared y el otro en su oreja. No queriendo pensar en lo estúpida que era esa acción, se concentra y logra escuchar algo que lo saca de su anterior ánimo. – Vámonos Gizmo – dice después de unos segundos de atenta escucha – al hotel por nuestras cosas y llama al Hombre Puerta, lo necesito ya. Gizmo se levanta de su asiento mientras saca de su cabeza un teléfono celular. Gizmo adora tener todo lo necesario a la mano.

Mientras tanto, en la base de la Liga

-        Bien, ¿qué es la Carta de Redención?

Hutz se toma el cuello de la corbata, suda, no es inadvertido para el entrevistador, el de la cámara se mueve continuamente por aguantar la risa. La vida de Hutz no es fácil, nunca lo fue y no apunta a serlo algún día: La carta de redención es el documento que expidió… este organismo para que los supervillanos que se adjuntaran a esta… asociación… uhh…pues, los “errores” de los supervillanos fueron perdonados si servían a… esta… uh… bueno, los héroes aquí, lo que hacen es… ehhh, ser como sus oficiales de libertad condicional… de este… uh, grupo…

-        Está bien, sabemos que son un grupo de operaciones especiales que convocó una comisión evaluadora por parte de todos los gobiernos del mundo… es decir, de los que están con la ONU. Lo sabemos, estamos haciendo este documental enviados por ellos.

Hutz podrá ser un gran tarado, pero está muy incómodo contestando preguntas. Piensa que si este documental sale bien, habrá una buena impresión de todos hacia él, pero ahora mismo está muy nervioso (como siempre que no está inconsciente), así que opta salirse por la tangente, lo que sea que eso signifique. ¿Sabe? – gesticula titubeante – nosotros tenemos un asesor… un gran asesor… y sin duda, su elocuencia abarca más los quehaceres de nuestras operaciones. Permítanme guiarlos por favor.

Así, el equipo se dirige entre los pasillos de metal con adorno rocoso, laberínticos, con recovecos confusos, pero, pareciera que, dentro de toda su ineptitud, Lionel Hutz los conoce muy bien, tanto que su personalidad temerosa se ve disminuida conforme avanza. Se para frente a una reforzada puerta de metal. Jala un gancho que sirve para tocar la puerta. Aquí, Hutz titubea brevemente y pega en el metal logrando un eco chocante. La puerta se abre y al entrar, sentado en un humilde camastro se encuentra un individuo cubierto del cuello a los pies con una especie de manta gruesa. Sólo sobresalen sus dedos, entrecruzados, como en una postura de meditación. La cabeza es la de un indio sudamericano con corte de cabello como de Príncipe Valiente y una mirada tosca que mira hacia abajo. Con un acento amable, les pide que pasen y a Hutz le agradece: Lionel, gracias. No te sientas mal después. Hutz abre la bembota y cierra rápidamente la puerta. El crew se establece y el entrevistador sonríe mientras dice: así que tú eres El Dorado. Creíamos que era más difícil dar contigo. Parece que… no todos son tus amigos aquí. Pero sabemos que eres el mejor en este lugar, como una especie de semidios. Teniendo eso como antecedente, seguro ya sabes quiénes somos.

El tipo sin subir la mirada, sin moverse un poco, sólo dice: No, no sé quiénes son. Pero sé lo que quieren. Sé que van a fracasar.

El hombre de la cámara, desmonta ésta de su atril y con un pequeño clic en su costado, se transforma en una especie de arma: Con que ves el futuro ¿eh? – le espeta sonriente el hombre - ¿Y esa es tu especialidad? ¿Qué más sabes hacer?

El Dorado alza la mirada y contesta con ecuanimidad: No, no veo el futuro. Pero es obvio lo que sucederá una vez que lo piensas. Ustedes van a fracasar. El Dorado se levanta y alza los brazos para que la capa caiga. Ante el estupor de los cuatro individuos que sostienen armas y le apuntan. El Dorado revela su vestimenta: tiras de oro puro colgando de su cuello, bling bling con el número 42, una pequeña calavera ajustada a su cuello, bóxers en sus nudillos con las inscripciones LOVE en una mano y HATE en la otra. Un peto de oro puro, semiredondo, grueso como lingote, recostado, descansando sobre su bronceado plexus. Garigoles precolombinos, inscripciones incaicas y acabados cromados que reflejaban la escasa luz del lugar. Un taparrabos con las mismas características del peto y reforzados con pequeñas tiras de un cinturón con hebilla de garras con el rostro de un ídolo, tallado concienzudamente. Las botas no desentonan y tienen protección en la punta, una placa de metal plateado brillante, remachado con sendas tuercas con todo y rondana, el único elemento de toda su vestimenta que no brilla dorado. El hombre se dirige al centro del lugar y tras conservar unos segundos una pose quieta e imponente con sus dos manos levantadas como si acabara de lavarse las manos, un beat inesperado comienza, un sample de intriga, lento y no ausente de cadencia, llena la sala y El Dorado se prepara, en un delirio de bondad bondage e iluminación y chutzpah, a dejar claro quién es él:

Conservo un bajo perfil

                                      te puedes echar a reír

                                                                              pero cuando me conoces eres servil

El Dorado soy yo, NO, no bastará

                                                                          cuanto puedas aprender,

                                     no NO, ostentarás

                                                                                       conocimiento de este poder.

Los días, los años y las eras significan nada

                           el teatro de la vida lo represento con todas las entradas

                                                                                        miles de obras todas agotadas

y las actúo con filigrana

Esto es fatal, soy un animal, ¿¡no sabes que soy inmortal!?

¡Inmortal, no conozco el final

no puedo aparecer yerba en tu bolsa ni billetes en tu cuenta

pero no muero, no puedo morir!

YIEH! Hijoputa feo!

Soy inmortal, sé que te pone mal

no me pondré filosófico ni a disertar

 cuando vives tanto, es vano el bla, bla, bla

como vana es la idea de querer perdurar

Sí, that´s right… tú… en tu vida, eso quieres, quieres dejar huella, no estar en soledad, vivir tus años y en las mentes navegar. Te lo digo homes, eso no es ser inmortal, sólo eres un pensamiento eventual, un recuerdo que se va a borrar.

                       Siempre que te digan

que estarás vivo

                                                           en sus corazones

es una forma amable para esos cabrones
                         de decir que no importas más

¡Porque NO eres inmortal! ¡NO eres inmortal!

Es pena y gracia, ascender a la historia como desconocido

De las altas montañas a los bajos estilos

Tan larga mi barba y tan escaso mi destino.

 Si te preguntas mi falta de interés

no es difícil

sólo piensa al revés

cuántas vidas vi morir

 just do the math boy, future means nothing to me!

YIEH BUOOYYY!!!

En ese instante un cachazo pega en la barbilla de la impresionante revelación del hip hop, El Dorado para tumbarlo.

En la sala de entrada, encontramos un número similar, pero es la Conejita que continúa con la perorata del capítulo pasado, su escaso público lo nota ¡ha aumentado más letra con exquisita melodía a su lamento musical!: ¡Yooooooo, yo te amabaaaa, ahoraaaaa no quiero nadaaaahaaaaa!

En ese momento, con un estruendo enorme, parte del muro cae. Entra Ram Man acompañado de un portal del Hombre Puerta quien cae al piso extenuado y Sinuhé puteando al enano de los Masters of the Universe: ¡Cabrón, me la van a cobrar! Acompañado de Gizmo Man quien inocentemente buscaba encestar un improvisado balón de piedra en algún aro. Sinuhé no entiende por qué la Conejita yace sepultada bajo piedras. Hutz aparece corriendo sin rumbo en la escena. El jefe innegable ahora grita a los presentes: ¿Quiénes están en la base? ¡Necesito que vengan todos, Oolong, te necesito aquí, Hutz, localiza a los miembros de la liga que puedas, Esclavo, tráeme unas galletas Emperador, todos a la habitación de El Dorado!

La pequeña troupe de perdedores entra corriendo a los pasadizos laberínticos que llevan a la habitación del apreciado El Dorado: Ram Man por más saltos que pega no logra cubrir mucha trayectoria, pero en el momento final de un certero (más o menos) tope, derriba la puerta de los aposentos de El Dorado. Al estar en la entrada, todos ven que El Dorado está siendo llevado a un portal detrás de los cuatro individuos que buscan llevárselo lejos. El grito de guerra de Sinuhé es único, retumba con fuerza y raudos Gizmo, Cap. Cavernícola y Ram Man se arrojan. Oolong está a un lado del jefe quien también entra a la refriega como el borras, bien a lo pendejo. Los secuestradores no miden la consecuencia, disparan en esa oval caverna sus armas. Nada pendejo el Cap Cavernícola sale hecho madres, Gizmo Man ha conseguido de su afro un escudo gigantesco donde se arrincona Ram Man y el jefe. Ram Man brinca y busca acción pero es rebotado por la fuerza de los rayos. Una parte se derrumba por los impactos y el riesgo de colapsar tan bonita recámara de El Dorado, lleva a los villanos a empujar a éste al portal y brincar ellos, cerrándose tras de sí. Hutz llega justo con los refuerzos que halló en el lugar: una accidentada Conejita Blanca, Cap. Boomerang y el buen doctor Zoydberg. Aún así, el escenario pinta desolador. Los cuatro desconocidos lograron llevarse a El Dorado. Sinuhé, aún tirado en el piso, aún decidiéndose si entregarse al delirium tremens o a dar palabra al respecto, levanta la mano deteniendo los lamentos de los ahí presentes. Gizmo aún así, persiste: Jefe, ahora sí nos la hicieron buena… ¿qué pasó? Boomerang da un paso al frente, respalda a Gizmo muy a pesar de su xenofobia: Sí, ¿qué es lo que está pasando? ¿Cómo es que estos tipos son nuestros enemigos? Traían toda la acreditación de la ONU, yo mismo la revisé ¡y yo no me equivoco! ¿Entienden? ¡No es mi culpa! ¿Eh? ¡¿Ehhh!?

Calma Boomerang – interviene claramente el líder – nuestros enemigos son ellos. Esta secretaría, comisión, organización, lo que madres sea de la ONU… son ellos en verdad. Pudimos saberlo este güey y yo… pero no nos han ganado, no por el momento.

Boomerang cruza los brazos y logra su mejor mueca de hartazgo: pues como podrás ver, se llevaron a ese sudaca de El Dorado, la fuerza más imponente de la Liga como tú le dices y no sabemos ni a dónde. Yo creo que ya nos dieron en la madre.

Cállate cabrón – insta Sinuhé – mirad… a ver Puerta ¿onde andas?

El Hombre Puerta da un paso adelante y sale de un muro que estaba apenas visible. Tenemos una sorpresa señor Harkness – comenta cordial a Boomerang – El señor El Dorado está aquí – ondeando su mano, se pega a otro muro. ¡Este recabrón sustituyó al portal donde arrojaron a El Dorado, escondiéndolo detrás de uno de los muros de su recámara! El Dorado se levanta y pide que lo desaten, que es muy penoso verse todo medio sabe qué modo. Aún así, el resto de los ahí presentes, como Ram Man quien, con todo y sus limitaciones, quieren comprender quién fue entonces el que se llevaron los maleantes, ya que ellos también entraron a un portal con todo y El Dorado.

Esa, mis estimados culeyes, es la clave para saber en dónde están estos ojetes y saber qué se traen con nosotros nuestros jefes.- sentencia un enardecido y ya a medios chiles líder de la Liga - Y de aquí vemos quién se va a chingar a su madre más pronto. Esto ya es la guerra. ¡La guerra!

Continuará...