jueves, 30 de enero de 2014

DISTOPÍA Sensacional de Cultura No. 8 - PDF


Tema: Locura

DESCARGA AQUÍ DISTOPÍA No. 8


Para visualizar correctamente nuestra revista es preferible hacerlo desde Adobe Reader o haciendo directamente doble click sobre el archivo PDF. Disculpen las molestias de presentación e imagen.

lunes, 13 de enero de 2014

DISTOPÍA PRESENTA: LOCURA


Riddler: "Mmm... Cuando el mundo está contra ti ¿Donde es el lugar más seguro para esconderse?"
Joker (sonriendo siniestramente): "... el lugar más seguro para esconderte... es en la cordura"

Joker de Brian Azarello - Fragmento

    Muchas veces, calificamos erróneamente de locura actos que se originan en la idea del mal en sí mismo o en la deliberada perversidad. Innumerables criminales con el fin de escapar de una larga condena alegan demencia, o dicho de otra forma: pretextan no haber estado consientes cuando ejecutaron la transgresión de la normalidad. Un trastorno o un desequilibrio en la química cerebral puede ser el causante de una multiplicidad de conductas antisociales, sin embargo, todos sabemos que el detonante de la delincuencia responde a otros motivos y circunstancias (igual caso para el placer egoísta de la maldad). De ahí el confuso problema de discernir entre los que realmente se encuentran locos, los que son visionarios o genios y aquellos quienes quebrantan la ley por una cuestión de provecho personal o por un asunto de meditada disidencia (entre otras categorías como la de las adicciones u homicidios premeditados).

Y es que la estigmatización de lo anormal también ha sido históricamente otra arma recurrente del poder para excluir supuestos comportamientos disfuncionales (como las preferencias sexuales o la simple libertad de pensamiento o credo), mientras los detentores de tal privilegio, dan rienda suelta a su insania tratando de ejercer un control omnímodo y tiránico sobre los demás (recordemos a la inquisición con su controvertido Malleus Maleficarum, el régimen nazi y su solución final o la actual guerra contra el terrorismo y su vigilancia orwelliana). Empero, esto último tampoco formalmente es ensimismada alienación, sino puro instinto de dominación ¿Qué es entonces la locura? ¿Cuándo es pertinente usar la expresión: "Volverse loco"? Estas preguntas cuyas respuestas van cambiando dependiendo del momento cultural en el que nos encontremos, nos dan un esbozo de lo difícil que es asir el significado exacto de tal noción.

Desde este presente, podemos diseccionar/identificar las infinitas formas de delirio que el hombre ha creado a lo largo del tiempo, y a pesar de ello, la demencia y paranoia que inundan con fobias toda la estructura social (a partir de la sobrecarga de inseguridad y desasosiego de nuestras desarticulaciones sistémicas); éstas son totalmente ignotas en su tipo e inéditas en esta o en cualquier otra época aunque las comprendamos a mayor profundidad. Basta con recordar casos como el de Anders Breivik (el asesino de Noruega)[1], o en México a Luis Felipe Hernández Castillo (el asesino del metro Balderas, diagnosticado por cierto, con "trastorno de ideas delirantes")[2] para saber de qué estamos hablando. Pareciera que hay una relación directa entre el diseño hipermoderno del mundo actual y el boom de desordenes mentales que la industria boyante de los fármacos "antidepresivos" apenas puede mitigar.

La nueva centuria es ya de inicio lo opuesto al siglo de la razón, pues nunca antes habíamos estado tan cerca de estimar la "normalidad", únicamente como la máscara que da legitimidad al caos. La frontera entre la razón y la psicopatía, en esta era se ha vuelto dramáticamente translucida y el festín de los tontos llevará su celebración hasta muy tarde en la noche de los tiempos ¿Estamos acaso atrapados sin salida en el vacío? Pero...

Hay que mencionarlo también: sería injusto satanizar las exploraciones de esos estados de éxtasis maniático. Por ejemplo, al servicio del arte y otras manifestaciones lúdicas (cuando aun desbordada, logra supeditarse al genio) la vesania nos ha otorgado la multidimensionalidad de todo aquello que percibimos. Nos ha revelado los mundos detrás del mundo y en la modalidad de imaginación, nos ha dado la posibilidad de pisar otros terrenos que difícilmente bajo el dominio exclusivo de la razón podríamos siquiera atisbar. Sin embargo, muchos artistas y escritores han tenido que pagar un precio mayor al de la incomprensión o el desdén de sus contemporáneos en el mejor de los casos. Los que han logrado advertir algo más allá del tejido de lo real, cayeron en un punto mental del no retorno. No todos los locos son genios (o viceversa y de ahí otra conocida cuestión "¿Dónde termina el genio y empieza la locura?"), pero en el recorrido libre de ese "camino amarillo", ha estado la clave del hallazgo y la diferencia.

Estas son las opiniones de nuestros anormales colaboradores:
.
Hansel Toscano en Goodbye Cruel World expone la condición de la locura desde la perspectiva que a todos arropa, la modernidad. Describiendo del cómo van creándose nuevos estados, nuevos padecimientos, manías atiborradas en una gran lista de versus en las que nuestra existencia lucha por no perder la razón en un mundo alienado, el nosocomio tecnológico le llama. Además que como en otras tantas entregas de este espacio nos deja un dulce mal sabor de boca (en el mejor de los sentidos) de nuestras conductas ¿Irracionales?, ajá, esas como la acumulación, la sensualidad y la violencia como regular sublimación de tanta “cordura”. Leamos y seamos incorrectos al entender.

Comenzando año y comenzando nueva sección. Iniciamos en este número con Cereal Quilers a cargo del maestro Jesús Orlando García Ortíz. ¿De qué irá esto? Sencillo, de asesinos seriales, asesinos en masas, sociópatas, psicópatas, psicóticos, desequilibrados, etc. Aprenderemos a diferenciar entre cada uno de estos lindos rubros, y lo mejor, conoceremos un sinfín de personajes del globo tratando –quizá- de entender el porqué de sus cuestionables comportamientos y a la par, respondiendo y satisfaciendo nuestra incuestionable necesidad de saber cuánto se sepa de estas estrellas de la sangre y el sometimiento. Sírvanse ahora en término medio o crudo.

Lorena Rivera en SPQR nos dice que la locura es la contrariedad del yo, es decir la negación y la aceptación de éste. El balanceo de esta afirmación no las va dando en situaciones tan regulares de nuestra vida en los que parecieran o, en la que queremos que parezca que la locura es punto y aparte. Advenimiento, aceptación, rechazo e imposición de la sociedad es una de las muchas máscaras de la locura; legitimada en los otros, en los medios, en las actitudes reprobables, censurables o “adecuadas” de una sociedad ligada a la –no- voluntad del ser; eso quizá sería lo más “sano”. Nuestra colaboradora les pondrá el espejo en donde podrán verlo.

En Onomatopeya de Agustín Güiris nos dejamos de nueva cuenta llevarnos por la condición y la “locura” del pasado; de la nostalgia aquella de ácido, psicodelia y alucinación estrafalaria hecha música y actuación. Las cabezas ardían en el progreso y en el progresivo, del cual nuestro colaborador traslada la teatralidad y el genio de la música en antesala de grupos que pudieran parecernos descabellados por su singular presentación, atuendo y ejecución (Kiss, Cooper y demás). Arthur Brown y su banda son el antecedente, y Agustín da cuenta de ello en dos oposiciones musicales: la música Sinfónica y el Blues ¿Qué locura, no?

La caja de abolorios defiende –y compartimos- la idea de que la literatura, las letras mismas viven y regocijan en el despreocupado mundo de la genialidad y el trastorno, vamos, que en muchos casos la propia lucubración, la divagación pueden llevarnos a un entero espacio de sinceridad. La sinceridad en las letras recae en eso, en la expresión libre del pensamiento, sin restricción, como si del diario de un loco se tratara. Paco Payán nos trae al autor Lu Hsun que en su compendio “Diario de un loco” (que a título lleva esta obra) en donde la alineación y el mundo se convierten en la figuración de la locura). Ya sea en el problema de la existencia o en la contradictoria ilusión del renacer y decaer.

El cine es un espacio también para la irracionalidad, al ser espejo de la vida difícilmente podría  separarse de sus “males”. Sin embargo habría que atender a quienes por merito han llevado a las pantallas discursos inverosímiles con mucha veracidad. El séptimo sello no quiso dejar pasar la oportunidad para hablar de uno de ellos, nos referimos al señor Alejandro Jodorowsky, y nuestro colaborador José Huerta toma una de sus obras icónicas (Santa sangre), una de las cuales tiene mucho sabor a México y en tanto a sus deseos, sus traumas y sobretodo su ferviente folclor y religiosidad (alucinante).  De plástica en este tipo de cine, de emociones, de histrionismo, abusos y resoluciones psicoanalíticas nos encontraremos aquí. Porque todo es santo, hasta la locura.

Las líneas flotantes abordan el concepto de la locura desde su sentido más racional, es decir el de los dictámenes sociales y los tratados que le conforman, le alinean. A sabiendas de que cualquier comportamiento atípico, en efecto, aquél que rompa con la armonía concebida, la concepción de la llamada “salud mental” será censurado, castigado y eximido.  Roberto Juanz nos describe que su “etimología” está inscrita en nuestra naturaleza,  psicogénesis, en tanto la llamada sinrazón podría ser un acto natural que discrepa entre los placeres y los displaceres; y no sólo eso, resulta que la propia civilización es el medio favorable de la locura, se concibe en ésta, a veces de manera oculta, melancólica, vacía, agresiva, alucinante o perversa, nos concedemos en ellas la posibilidad de fuga del estribo de la represión.  Les invitamos a que averigüen porqué es sano perder la razón de vez en siempre.

La liga de los perdedores busca (y encuentra) en la polaridad de una mujer el medio idóneo para hablar de frivolidades, banalidades, sí, esas cosas de mujeres que hacen y que tanto nos gustan: ser sensuales pero deliberadas, ser frías pero ardientes en sus pasarelas. Ay los placeres de la vida, la crítica a la misma de tanto avangard espiritual, de tanta estupidez en las redes sociales y en el camuflaje de los soldados. Incompetencia y seriedad son los sinónimos de este equipo. Ser mujer, inteligente, triunfante y enorme no es tarea fácil, así no lo hace saber este –no- desperdiciante episodio de la liga favorita de las televisoras, de México, de Sinuhé y hasta de sus héroes (hay una linda y canosa sorpresa por ahí). Además Luismi, sus ojos verdes, un Beatle y las lonjas de Bertha ¿Perdértelo? Sería una locura. 

Queda entonces a su disposición el timón distopico de nuestra nave de insania ¡Que sea de su total agrado! 



MUNDOS Y LUCUBRACIONES


      Para determinar a la locura en inicio debemos de detallar a la cabalidad, palabra que significa un orden dentro de las propias conductas y acciones del hombre, correspondiendo las mismas al efecto de otras conductas y reacciones con las que dicho hombre interactúa. En consecuencia, hablar de locura y de su contraparte nos exige entenderle desde la esfera en donde se conciben tales conceptos: dependerá entonces de la sociedad, el micro o el macrocosmos, de las leyes que condenan los actos impropios, los actos que dictan la racionalidad de un grupo social, es decir, de sus creencias dentro de sus propias creencias, aportándole ganancia o restándole valor a lo “sano” y a lo “insano”.

La locura podemos asumirle también desde una dirección biológica, neurológica para ser exactos, y que en conjunto llamaríamos psico-génesis; cualquier daño, afección u alteración que pudiese tener la masa encefálica tendrá como resultado algún cambio que, quizá, dependiendo del daño ocasionado vendría a modificar el comportamiento y adaptación de dicho sujeto. Sin reducir los posibles motivos que llevarían a esto, podemos simplificarlo en: un traumatismo craneoencefálico que podría ser imperativo en la detonación psicótica, pensando que el individuo en cuestión necesitará sólo un pequeño “empujón” o “liberación”, dada ésta por medio del traumatismo; quebrantar (violentamente) en cierta forma la parte racional con la posibilidad de liberar la incongruencia que, aún desconcertante parezca es natural en nosotros. Tan es así que la segunda alternativa para adentrarse en la pérdida de la cordura es propiamente la facultad de la razón en nuestra toma de decisiones, es decir, viene esa pequeña inquietud del ser humano en la que no le satisface la correspondencia de sus sentidos con el mundo, necesitando en éstos profundizar, con la ilusión de poder discernir que yace en el caótico y único mundo de la sinrazón. La sinrazón mencionó Foucault mistifica y desmitifica, es el encanto extremo del desencanto, hacerse consciente (incido) de la conciencia de la sinrazón y de la conciencia de la locura. 

Las drogas y los traumas existenciales son ejemplo práctico de lo antes mencionado, apropiando a la “lógica” del pensamiento por medio del estímulo e indagando en sus espacios no visitados que son espacio de lo inconcebible; la locura es por tanto innata y, se comprende así, o mejor dicho, se moldeará dependiendo de la “salud mental” del lugar que habite ese hombre, de los límites, los parámetros, las restricciones y ante todo, de la sobre-estimulación de placeres y displaceres. Al grado de que estas dos logran ya ser difusas, no se discierne entre una y otra, volviéndose obsesión ambas. Las reglas, las leyes (políticas-religiosas), los problemas morales y los patrones normativos pueden llevar a la sociedad y a quienes le integran a la función de la antiregla, es decir romper con todas estas exigencias avaladas no en inicio por el consenso sino por “privilegiados”, por “especialistas” o “expertos” en diferenciar entre lo sano y lo insano; tal actitud podría ser entendida como prosaica, considerando que el mundo no es algo dado, es creación del mismo hombre; en ese mundo debe enfrentarse tanto a las solicitudes –impuestas- como al propio vacío y la nada, el vacío que se llena de un paisaje imaginario creado por el tiempo, la religión y la civilización (Foucault).

La civilización como medio favorable de la locura, en donde la nada se convierte en un perverso poder que lleva a la sensibilidad a la anticipación o la creación individual de mundos: mundos defectuosos, mundos melancólicos, mundos débiles, mundos perversos, mundos vacíos, mundos alucinantes, etc. La locura es el no equilibrio de nuestra psique, de nuestro mundo interno y así mismo el desequilibrio de nuestro mundo externo; el desequilibrio mental es una fuga masiva de nuestras represiones, de nuestra personalidad instintiva que desata la posibilidad de las posibilidades, se rompe el orden, acompañado de las posibles e imposibles repercusiones. Szasz formuló diversas teorías al respecto de que la enfermedad mental es sólo un mito que busca por medio de la categorización de personalidades típicas y atípicas el control social. Nociones sobre la adaptación de hechos médicos y antropológicos transitan en ello, es decir “adaptarse” a los patrones normativos derivaría en creer que adaptarse a un entorno o medio es lo mismo que gozar buena salud o normalidad. Nos dice Allers que esto sería una superlativa negación de la autenticidad.

La locura en consecuencia debe ser reconocida por conductas, comportamientos y ante todo por un recinto que pueda instituirle, el manicomio sería éste; por una academia como el DSM IV, V o VI. Szasz la presenta en un estado más fenomenológico en tres naturalezas: naturaleza salud, naturaleza verdad y naturaleza razón. Siendo todas ellas discutibles y cambiantes dependiendo del tiempo, el contexto y las normas bajo las que se rigen los hombres que las conforman. La locura es el lugar sin forma, sin tamaño, ausente de color y de todos los colores, intacta a saberse intangible. Dormida y domesticada, liberadora como esclavizante, placentera como terrorífica e incomprensible como reveladora. Es fantasía, es el mito –individual- descontrolado, es el lenguaje desorganizado de ideas que pretenden llevar a la lucidez dilucidando con las fantasías. Es natural entonces sentir que se pierde la razón ya que de no perderla o imaginar que podríamos perderla nos volveríamos locos de sólo pensarlo, de pensar que sin romper nuestros estribos no ascenderíamos al equilibrio entre lo que somos y que creemos que somos para los demás.  

Cuanto más invade este mundo privado el mundo común a todos y lo transforma, mayor es la incomprensión que rodea al individuo, el que aparece ante los ojos de los demás como anormal.

Rudolf Allers



DIARIO DE UN LOCO


"Hay quienes sostienen que la literatura tiene una gran influencia sobre la revolución. En cuanto a mí, lo dudo. La literatura es a fin de cuentas un producto del ocio que expresa la cultura de una nación."

Lu Hsun

        Hablar de literatura y locura es como sentarse en una buhardilla, mientras se contemplan infinidad de gatos relamiéndose los bigotes para internarse en las profundidades de la noche. Genialidad aderezada con creatividad y trastornos de la psique, dan como resultado joyas literarias que cimbran nuestros actos “Esta noche hay una luna bellísima. Desde hace treinta años no la veía, de modo que me siento especialmente feliz. Empiezo a comprender que desde hace treinta años he vivido en el vacío; pero ahora debo ponerme en guardia. ¿Por qué me habría mirado dos veces el perro de la familia Chao? Tengo razón en temer”.

Lu Hsun abre el telón con “Diario de un loco” en traducción de Sergio Pitol. El personaje oscila entre delirios persecutorios, el pasado podrido, y un futuro falto de esperanza- moneda corriente en la actualidad- en una aldea donde sus habitantes se hallan convertidos en caníbales para su perspectiva. Sin embargo, no deja de llamar la atención la forma en que el protagonista vivencia los escenarios a través de profundas reflexiones empapadas de sabiduría, enredado en una sociedad que lo derrumba con el peso de los días – el mundo se convierte en una figuración de la locura- menciona Pitol. Está de más decir que nos encontramos frente a un cuento aterrador y aleccionador.

Lu Hsun fue uno de los primeros escritores que tiró por la borda el lenguaje tradicional y volcó sus pensamientos en pai – jua, es decir, la transcripción ideográfica del idioma hablado que permea la totalidad de su narrativa. El autor apunta en su trabajo esa contraparte intrínseca que aguarda el momento justo  para dinamitar lo que nos rodea, la sombra que nos habita. Discursos nutridos de una ironía finísima, reafirman que somos o podemos llegar a ser algo más que el plasma alienado socialmente establecido. La certeza de la locura en diversas ocasiones nos brinda tranquilidad, pues la humanidad funciona en tonos grises y perversos, cuestión de perceptiva y preceptiva.

“La verdadera historia de Ah Q” el relato largo de este compendio; nos devela un personaje ignorante, vagabundo, ladronzuelo de ocasión y etílicamente incorrecto que intuye de forma oblicua las injusticias sociales a las que  es sometido dentro de la masa amorfa en que se tornan las sociedades de todos los tiempos y reflejo actual de los farsantes que padrotean el mundo. Texto plagado de múltiples aristas sobre las cuales Hsun concatena reflexiones en los apartados del mismo “El problema de la existencia” cuando Ah Q es exiliado del pueblo por intentar probar la dicha de la carne, “La tragedia del amor” para aquellos que gusten de la incomprensión del mundo femenino, “Renacimiento y decadencia” ante una muchedumbre presa del morbo a su regreso a la aldea. Un pasaje de significación magnífica que en diversas opiniones lo han llegado a comparar con las aventuras Quijotescas.

Y finalmente “La lámpara eterna” nos lleva a una pequeña aldea donde el simbolismo depositado en la llama que encendían los latifundistas al interior de las pagodas debía ser venerada por generaciones para perpetuar su nombre a través del tiempo. La llama se traduce como símbolo de poder, y cuidado de aquel que trate de poner fin a la tradición, lo que se traduce en la cofradía de algunos habitantes para impedir que el protagonista consiga llevar a cabo su cometido, mientras éste de pie frente al portón del templo espera el momento idóneo para poner fin a la devoción de los aldeanos –de acuerdo a su “descolocado” pensamiento- para exterminar los infortunios y las enfermedades imperantes. Sin temor a equivocarme considero que este último cuento deja un interesante testimonio: caminamos entre arenas movedizas.

Lu Hsun fue para su tiempo un satírico que espetaba contra la injusticia y la miseria de un pueblo, amante de Gogol y los rusos; cabe mencionar que no fue un escritor de renombre, pero su pensamiento y personajes han sobrevivido a lo largo de lunas y soles, iluminando nuestra búsqueda constante en un mundo en el que cohabitamos entre disparates y equívocos constantes.

“¿Cómo voy a poder, después de cuatro mil años de canibalismo (antes en verdad no lo advertía), encontrar a un hombre verdadero? Tal vez sea posible encontrar aún niños que no hayan probado la carne humana. ¡Salvad a los niños!"

Lu Hsun



SANTA SANGRE, LA LOCURA DE UN JOVEN CIRCENSE.


       La locura ha sido retratada de varias formas en el cine, sus formas pueden ir desde lo contemplativo, el asistir como invitados a un hospital psiquiátrico a través del personaje de Jack Nicholson en “Atrapado sin salida” (Milos Forman, 1975), nos da cuenta de ello; esta misma estancia la tiene Bruce Willis en “12 monos” (Terry Guilliam, 1995), después de viajar desde el futuro para intentar impedir el funesto destino de la humanidad. Otras concepciones de este mal psicológico son adentrarnos en la torcida mente de quien lo padece, las alucinaciones provocadas por la esquizofrenia las podemos ver de forma “normal” en algunos filmes, como las padecidas por John Nash, interpretado por Russell Crowe, en “Una mente brillante” (Ron Howard, 2001).

Otras cintas retratan los mismos padecimientos de forma más disparatada o grotesca, como los delirios que tiene Trevor Reznik, interpretado por un  flacucho Christian Bale, en “El maquinista” (Brad Anderson, 2004), con una plástica que ha prevalecido en torno a películas que tratan este tipo de trastornos mentales: con una parte visual cargada de elementos que pueden resultar desagradables a la vista (cuerpos putrefactos, alimentos enmohecidos o agusanados, paredes sucias, cochambre y grasa por doquier), y que sirven para demostrar la trasnochada personalidad de quien habita o circula por esos terrenos maltrechos. Una estética que surge en buena medida del video clip y que fue utilizada hasta el hartazgo por estrellas del rock como Marilyn Manson en la segunda mitad de la década de los noventa.

Entre estas alucinantes y desgarradoras cintas encontramos una de uno de los grandes maestros del viaje psicodélico en 35 mm, el creador de la psico magia, Alejandro Jodorowsky, creador de varias películas que han causado todo tipo de críticas y comentarios, basta recordar el psicodélico viaje que emprendió, junto con los “Beatles” (quienes produjeron el film) con “La montaña sagrada” (1973), para tener un parámetro de lo que este chileno venía haciendo por ese entonces; pero es su penúltimo largometraje, “Santa sangre” (1989), el que da pie a hacer esta breve reseña de la locura de un niño traumatizado.

“Santa sangre” se desarrolla en una urbanizada y súper poblada ciudad de México, a la cual llega un circo norteamericano; pareciera como si el director nos dejara ver con ello la eterna dependencia que tiene México de los Estados Unidos. El espectáculo de carpa viene acompañado de varias atracciones y las orgullosas, e infaltables, banderas gabachas. Entre los integrantes de dicho show viene una desafiante mujer tatuada de pies a cabeza, interpretada por Thelma Tixou, que tiene un amorío con el dueño del circo, quien a su vez es encarnado por Guy Stockwell, personaje que tiene una fijación por la armas punzo cortantes, la sumisa esposa de éste, interpretada por Blanca Guerra, es una devota religiosa que pierde el piso con tal de mantener su adoración por sus ídolos de barro; producto de la relación entre esta pareja nace un pequeño que viaja con ellos en las giras circenses, su nombre es Fénix (interpretado por Axel Jodorowsky, hijo del director).

A Fénix le tocó atestiguar, a muy temprana edad, los desplantes e infidelidades de su padre con la mujer tatuada, así como presenciar un hecho que lo marcaría de por vida, la muerte de su madre a manos de su padre; este suceso es el detonante para crear una historia llena de vericuetos emocionales y psicológicos, a partir de ese momento, Fénix pierde su inocencia la cual se ve interrumpida con el traumatizante evento que lo lleva a convertirse en un poseso de la avasallante personalidad de la madre, intolerante feligrés que le dicta como actuar, llegando a desarrollar un perturbador espectáculo en donde da vida a una marioneta femenina de su tamaño, la cual anima con sus movimientos de manos, como si sus brazos no respondieran a sus decisiones sino a los de su madre muerta, una dictadora del más allá que reina y gobierna la mente del perturbado joven.

La estética de la película es parecida a otras películas del imaginario del polémico director, la destreza y habilidad con que nos sumerge dentro de la trama para después darnos un cambio radical, desde el cual ya contemplamos el conflicto desde fuera y no desde adentro del personaje, hace que la película transcurra a muy buen ritmo. El trastorno mental que sufre el pequeño a raíz de su trauma nos adentra en lo que será su atormentada juventud, de la mano de una payasita muda, la cual conoce desde niño y que viene a reventar su locura al enfrentarlo con la realidad. Jodorowsky nos muestra con esta cinta lo difícil que resulta una pérdida, más aún cuando las condiciones en las que se da ésta pueden desembocar en cambios psíquicos, muchos de los cuales no tienen marcha atrás, y es en este laberinto mental en el que nos sumerge, como ya lo había hecho en sus cintas anteriores, en un mundo lleno de color, angustia, desesperación, dolor y desazón, en el que los bizarros y extraños personajes que habitan en su mente (una especie de derivado de Aleister Crowley, quien se autodenominaba “La bestia” y firmaba sus tarjetas de presentación con el número 666), sirven para hacer más turbias las aguas cerebrales en las que nos sumerge.

“Santa sangre” se coloca como la película que busca adentrarse más en el inconsciente de su protagonista, podría decir que su postura psicoanalítica la encontramos aquí, todo emerge de las teorías freudianas, la mamá, el papá, la infancia y el sexo, elementos que logra combinar de forma exitosa con su peculiar estilo. Las actuaciones no han sido la parte medular de su trabajo como director en su filmografía, más nunca han quedado a deber, más bien mantienen una linealidad, oscilando con sus personajes entre lo absurdo y lo grotesco, lo rígido y lo predispuesto, en este tenor tenemos a la mujer tatuada y al padre de Fénix, y en segundo lugar a su madre y a él mismo, y aún cuando la carga emocional tiene fuerte presencia en este film, es la parte visual la que juega el papel preponderante, como lo ha sido con sus otras cintas.

Jodorowsky ha recurrido poco a tener grandes actores dentro de sus obras, apuesta más por tener a un actor conocido y apostar el resto a actores venidos del teatro, de los cuales se notan más por lo exagerado de su movimientos corporales, como sucede con algunos personajes de “La montaña sagrada”. Aún con este “inconveniente” (si es que así se le quiere ver, como muchos de sus detractores lo han hecho notar), el cine de este director se levanta por su atrevida apuesta visual, que es punto fundamental en su obra, al grado de convertirse en un personaje más dentro de la trama principal, no podemos analizar la obra de este genio sin considerar aquellos elementos que lo han llevado a convertirse en un director de culto para muchos, su obra está repleta de éstos y requiere un buen tiempo desmenuzar su intención, y cuando por fin se descubre ésta es un deleite a la vista la conjunción actoral y estética.

“Santa sangre” se levanta como el único abono ochentero que Jodorowsky hizo a esa década, con una historia delirante desde su concepción circense hasta su final liberador, en el que coinciden diversos factores de la realidad mexicana como el feroz imperialismo yanqui, la Ciudad de México como la única ciudad del país, la cegadora devoción religiosa, capaz de someter a la mente racional del hombre, a su intolerante forma de relacionarse con quien no piensa igual, y por si estos elementos fueran pocos, la película se grabó en su totalidad en idioma inglés. Con esto en mente, no queda más que aplaudir el atrevimiento de un director que por mucho tiempo fue satanizado en este país, en donde las propuestas fílmicas eran encabezadas por la “India María” y “Cantinflas”, que de nada contribuían a eso que se ha denominado como el nuevo cine mexicano, y aún cuando el arsenal de ambos personajes anda rondando la friolera de las 100 películas, cuando Alejandro como director únicamente tiene 8 y una próxima a estrenarse (“La danza de la realidad, 2013), la cual será una especie de biografía y relatara sus andanzas por su país natal Chile.

Jodorowsky ha recorrido un largo e intenso camino para posicionarse con su trabajo, el trayecto de un hombre que no sólo se ha dedicado a hacer cine, sino que ha escrito relatos para comic, mismo que han sido dibujados por grandes maestros de ese medio como Moebius, también a dado giras dando charlas sobre la “psico magia”; un artista incomprendido que busca su lugar, sea en el raciocinio o la locura que siempre ha acompañado a su obra, y es que hay enfermedades que no se curan, como las mentales, y muchas veces con el cine de Jodorowsky pasa lo mismo, uno no queda igual después de ver uno de sus films, como si una chispa de irracionalidad despertara de su letargo en alguna cavidad interna para nunca volver a dormir.



CEREAL QUILER'S


Acerca de la locura en los individuos que asesinan sistemáticamente.

La percepción generalizada que se tiene de aquellos individuos que arrebatan la vida a más de dos personas de manera sistemática es que son unos dementes; así de simple. Ya sea por móviles de carácter económico, sexual o patológico. Ya sea el sicario del narco, el padre que en un arrebato elimina a toda su familia de golpe, el violador que asesina a sus víctimas para no ser denunciado. Lo políticamente correcto es que son “enfermos”, “degenerados” o simplemente “psicópatas”.

Quienes se adentran de un modo menos superficial (ni siquiera profundamente) a la verdadera clasificación criminóloga de quienes comenten estos delitos se darán rápidamente cuenta que no hay nada más alejado de la realidad que tachar a todos estos sujetos como “loquitos”; la conducta de cada uno de ellos está relacionada estrechamente a sus vivencias personales, traumas y su manera de procesarlos, el ambiente social en el que crece y su propia percepción de sí mismo. Así, un menor que sufre abusos sexuales, abandono y maltrato puede potencialmente convertirse en un depredador en su etapa adulta… o no. Llamémoslo libre albedrio o simplemente veámoslo como la manera en que cada ente asimila su grado de victimización o el deseo de venganza en el futuro e incluso factores como el abuso de sustancias o la verdadera patología cerebral.

Es importante que distingamos en los términos asesino “psicópata” y asesino “psicótico”.  Seres que en medio de un ataque de esquizofrenia, en pleno brote, al tener alucinaciones visuales o auditivas, terminan asesinando de manera inconsciente, ya que con quien realmente quieren acabar es con un enemigo mortal que sólo existe en su mente. Este es en todo caso el “enfermo” que para fines prácticos es conocido como Spree Killer, quienes en medio de un frenesí y de golpe acaban con la vida de más de dos sujetos. Casos como el del famoso asesino de la torre de la Universidad de Texas, Charles Whitman, veterano de guerra, quien en medio de un brote, acabó con la vida de su esposa y madre para luego subir con un pequeño arsenal a la torre del campus en Austin de la UT para disparar al azar contra las personas que se encontraban deambulando por ahí.

Después de ser abatido por fuerzas policiales y al practicársele la autopsia, se comprobó que padecía de malformaciones cerebrales en sus lóbulos que le habían hecho enloquecer al grado de acabar con la gente que pudiese. Este caso es ejemplar para el estudio de quienes sí están enfermos de su mente y finalmente pudiesen ser víctimas de su misma enfermedad, llevando, de paso, a otras personas a su propio infierno mental.

Pero ¿qué pasa con sujetos como Joaquín “Ximo” Ferrandiz, quien durante un par de años sembró el terror en la ciudad valenciana de Castellón de la Plana, España quitando la vida a chicas de cabello negro y largo, siempre estrangulándolas después de haberlas abusado sexualmente? No fue sino hasta el homicidio de una joven maestra universitaria,  y hasta intentar “levantar” a otra alumna de la Universidad Jaume I, quien se pudo dar a la fuga (después de haberle aflojado las tuercas de sus neumáticos y de haber provocado que ésta se accidentara) y dando aviso a las autoridades quienes empezaron a investigarlo para finalmente acusarlo y recluirlo por el asesinato de cuatro prostitutas previas y la maestra antes referida.

Joaquín fue examinado y no se halló en su cerebro ningún tipo de tumor, malformación o enfermedad. En los exámenes psiquiátricos y en su historial clínico, familiar y personal salió ser un hombre “normal”; sin abusos durante su infancia, ni maltratos, ni traumas. Era bien parecido, tenía novia y ninguna dificultad para relacionarse con los demás, no bebía, no consumía enervantes. Simplemente sentía deseos por violar o asesinar a mujeres jóvenes a quienes no hubiese sido difícil llegar a ellas.

¿Cómo clasificar de enfermo a quien en pleno uso de sus facultades mentales realiza estos actos? Así el “estrangulador” de Castellón o el Ted Bundy ibérico fue condenado no a una institución mental, sino a la cárcel de Zamora, lugar donde se pudre actualmente sin tener o dar una explicación para sus actividades asesinas. Este asesino psicópata salía a cazar víctimas como si fuese de safari por África, con la misma sangre fría, pero sin el menor signo de perturbación mental. ¿Nos encontramos aquí ante un “loquito” o ante un verdadero monstruo humano? Es aquí donde la locura en su acepción más amplia es discutible como diagnóstico simple y llano.

(El autor es lector empedernido de revistas Alarma! y coleccionista y lector de libros; sobretodo, de temas criminológicos. Cursó estudios de posgrado en Seguridad, Crisis y Emergencia en Madrid, España; tiene gastritis y muy mala leche, a veces. Además de ser director del semanario político Veranews y maistro de Derecho en la Universidad de Xalapa).


LOCURA


     Me alegra profundamente que se hable de la locura, puesto que es un término, que hasta el día de hoy, creo, no está bien definido. Desde la noche de los tiempos ha habido locos y lo único que ha variado es qué se entendía por tal. La locura ha sufrido transformaciones: desde aquellas maniobras “sobrenaturales” o “demoníacas” de la Edad Media hasta “determinados comportamientos que rechazan las normas sociales establecidas” del siglo XIX hay mucho camino recorrido y, no obstante, profeso que no queda claro qué es la locura. Yo que soy muy necia y que debería embarcarme en la nave de Brant tengo una visión un tanto absurda –como la locura misma – de lo qué es la locura.

Distingo entre locura y enfermedades mentales; quizás estén muy unidas, pero sí me parece que hay una delgada línea que las separa. Desde mi ignorancia, supongo que toda enfermedad mental está causada por una serie de desarreglos químicos provocados por condiciones naturales (genética) o artificiales (abuso de drogas, mala alimentación, locura, etc.); por así decirlo, cosas que no se pueden evitar aunque sí se pueden subsanar de algún modo y nada tienen que ver con el deseo del individuo.

No obstante, la locura está estrechamente ligada a la voluntad del ser, a la aceptación y a la adaptación de ciertas pautas y comportamientos, los cuales entiendo que no suponen el rechazo de las normas sociales, como se ha defendido. Más bien creo que la locura presume adoptar esas normas sociales. Aclarado esto, ¿qué es la locura?

Locura es dejar de ser uno mismo porque lo que uno es y representa no es aceptado por la sociedad. Locura es levantarse al alba para recorrer una ciudad infestada de almas en pena para llegar a un trabajo que no complace, tan siquiera económicamente. Locura es renunciar a la comida, torturarse con dietas dignas de Auschwitz-Birkenau. Locura es convivir con el sufrimiento; con la muerte interna. Locura es vivir por el qué dirán. Locura es luchar contra los propios instintos. Locura es hacer de tu vida Facebook, Twitter, Hi-5 o cómo se llame la red del momento. Locura es que tu vida dependa del antro, del número de “amigos”, de la marca de la botella, de la línea de coca, de las metanfetaminas, de la mariguana, de los ácidos, del gimnasio, del diseñador que te (des)viste. Locura es vivir en la miseria de la tristeza. Locura es creer a pies juntillas en lo que se diga en Internet o en la Televisión.

Locura es pretender que el hecho de tener un título, “licenciado X”, “ingeniero Z” o “arquitecto Y,” te va hacer mejor persona. Locura es pensar que debes estar casado a los 25 o ya valiste. Locura es traer al mundo niños sin pensar en cómo mantenerlos, o lo que es peor, cómo educarlos. Locura es no querer salir a la calle por miedo a lo que te puedan hacer o lo que puedas hacer. Locura es mirarse al espejo y desconocerse. Locura es tener 25 años y ser muy joven para ser candidato a un puesto de trabajo o tener 54 y ser demasiado viejo para poder optar por un trabajo digno. Locura es que los impuestos sean mayores que los ingresos del ciudadano promedio. Locura es tener miedo a crecer. Locura es soñar. Locura es que el mundo se rija por la ley del más fuerte. Locura es la deshumanización del ser (in)humano. Locura es la avaricia.

Locura es querer cambiar el sistema cuando el sistema nos está cambiando. Locura es flagelarse por los errores cometidos, no aprender de ellos y reiterarlos. Locura es no vivir, limitarse a sobrevivir. Locura es abandonar todo por un sueño, que el sueño se quiebre ante tus ojos, frágil cual vidrio, y seguir luchando por algo que ya no existe. Locura es no aceptar el cambio. Locura es el consumismo. Locura es el comunismo. Locura es buscar un lugar en este mundo diferente al asignado y locura es conformarse con lo estipulado. Locura es querer ser y no poder ser. Locura es ser consciente y vivir inconscientemente. Locura es la genialidad del momento y la sencillez del segundo. Locura es no gozar de los pequeños gestos: una sonrisa, una caricia, un rayo de sol, el ronroneo de un gato, la voz de un niño, el silencio. Locura es vivir en la opulencia y no gozar de nada. Locura es el amor, es el odio. Locura es la guerra de medios, la guerra de física, la guerra contra uno mismo. Locura es el desvanecimiento de la tolerancia. Locura es desear ver con los ojos cerrados. Locura es saltar al borde del abismo. Locura es aferrarse a la idea del mundo del bienestar.

En definitiva, locura es todo lo que nos obliga a no ser. La locura es la negación del yo y su aceptación. Es la sumisión y el autorechazo con fines de autocomplacimiento, máscaras de una pretensión por contentar a una sociedad que jamás estará conforme porque está erigida por seres profundamente insatisfechos, ya que se niegan para llegar a SER lo que no SON. La locura es el desagrado general, la marginación colectiva en aras de un bienestar inexistente, negado por nosotros mismos. La locura es el Dasein, ser-en-el-mundo.

En palabras de Nietzsche, «la demencia en el individuo es algo raro; en los grupos, en los partidos, en los pueblos, en las épocas, es la regla.»



EL DESPERTAR DE LOS CHIFLADOS



           La nave de los locos lleva por nombre planeta tierra. Flota por el espacio dibujando una elipsis, siempre con un lado visiblemente iluminado y otro que temporalmente permanece oculto. En espasmos de euforia y nocturno mutismo gira sobre su propio eje sin rumbo claro o conocido (es un barco de papel en el centro de un remolino). Aun manteniendo los pies en el suelo dentro de ella, somos lunáticos en órbita y en esta ecuación invertida, podemos inferir que cuerdos, realmente cuerdos... ha habido muy pocos. La modernidad fue sin duda la caja de pandora de cuantiosa locura normalizada que hoy en día experimentamos. Los profetas del progreso advirtieron desde el delirio, el atisbo de un nuevo mundo en concordancia con la profunda razón. Fue una visión tan febril y demencialmente vivida que su construcción en un parpadeo de siglos no escatimó en vidas y demolición de continentes. Al final, locura colectiva o lucidez momentánea... la técnica modeló nuestro destino hacia un nosocomio tecnológico.
 
Como efecto secundario, los padecimientos y fobias actuales parecen amplificarse y multiplicarse: Soledad vs Televisión, Depresión vs Compras compulsivas de pánico, Desamor vs Sexo hardcore por la web, Credos dogmaticos vs Drogas duras; la mayoría oímos voces a donde quiera que vamos ("beba, fume, adelgace su figura" ¿Mate para conseguirlo?), pocos se atreven a ignorarlas. Estados alterados de conciencia, mas no elevados, sólo unos cuantos "ismos" dichos al aire bastan para diagnosticarnos como habitantes perennes de Cuculandia (Locagonia en la antigüedad). Y es que, de alguna u otra forma todos hablamos con Dios, y quien logra plasmar en una expresión artística dicha conversación, trasciende por unos instantes la insania general. Infortunadamente, hay un arriesgue si no somos comprendidos: Jesús habló de cordura... y los locos lo mataron.

No son casos aislados los suicidios colectivos, las matanzas sanguinarias, la violencia religiosa o las violaciones tumultuarias. Si el discurso de la sensatez y el juicio en la vida pública está siendo rebasado por la barbarie, es a nuestro alrededor con personas comunes y corrientes donde nos percatamos que la prudencia en lo íntimo e individual también está llegando a su límite. Las historias de ángeles urbanos de la muerte que un día de buenas a primeras decidieron disparar a gente inocente, son ya casi tan recurrentes como los escándalos del Jet-Set o la farándula. Siendo sus cabezas una jaula de grillos, queda la pregunta de cuantos más en privado fantasean ominosamente con asesinar a sus semejantes (la alienación no siempre es un catalizador hacia lo creativo). La desesperanza, es quizás la llave que está abriendo la puerta de los trastornos y los demonios internos al reino de lo real.

Interpretamos estos quiebres señalando en nuestras sociedades la acumulación y la sensualidad como las guías y directrices dominantes. Muchos al no obtenerlas tanto como quisieran, comienzan a albergar ideas mórbidas en la mente. Sin embargo, cuando aparecen casos de individuos turbios que han mantenido privados de la libertad por años a otras personas (las cuales sufrieron humillantes vejaciones sexuales en su encierro)[1], cuando salen a la luz los horrores de grupos que en la fe creyeron poder aislarse de todo para vivir en la tiranía de un fanático[2], cuando aparte de los tiroteos, se descubren incidentes de canibalismo o infanticidio no ya en pueblos, sino en metrópolis modernas, nos queda claro que la locura tiene otros orígenes, se oculta más cerca de lo que nosotros creemos y no siempre brota en un descuido: se cría furtivamente desde la infancia. Los Castillos de la Pureza, la necrofilia psicótica y la brutalidad de actos como el de sacarle los ojos a un niño en un ritual (a manos de sus propios familiares) bajo el pretexto de detener el fin del mundo[3], suceden detrás de muchas paredes en nuestras ciudades sin que nosotros siquiera imaginemos su existencia ¿Qué es lo que está provocando la eclosión del infierno y el vomito de chiflados? No muchos estamos preparados para saber la respuesta.

De la ignorancia deviene el mal, pero en la ejecución enfebrecida de éste, surge el no retorno de la sinrazón (¿Cómo distinguir la locura como disfraz de la pura maldad?). La vieja fascinación por los recónditos lugares exaltados del pensamiento; en estos tiempos se ha diluido en hábitos autodestructivos que son verdaderos descensos al inframundo. Atrás han quedado las obras oníricas o los viajes surreales de autores igual de enardecidos en el desvarío. Hoy por los pasillos del asilo mundial caminan libres aquellos que no pueden en el genio sublimar su torturado submundo interno. Los locos gobiernan este mundo y conducen la nave por los mares podridos del misticismo financiero y las crisis purificadoras (la víscera y la carne queda expuesta cuando el absurdo hace estragos en las normas sociales). Los destellos de la belleza logran por instantes curarnos y a veces recobramos por un segundo el sentido de las mareas... pero cuando la luna de la desesperación vuelve a lo alto: Shine on you Crazy Diamond!

THE CRAZY WORLD OF ARTHUR BROWN – THE CRAZY WORLD OF ARTHUR BROWN (1968)


“Caught up deep inside in my brain,
Take my love and turn it to pain,
Take my heart and tear it apart,
Gonna burn in hard desire.”

            Tras la apertura de una puerta de madera, una misteriosa figura enfundada en una túnica –y oculta tras una máscara que usa una especie de casco encendido en forma de flama– aparece en un elegante cuarto lleno de jóvenes vestidos informalmente y caballeros trajeados. La figura, masculina, camina entre la gente hasta posarse frente al cuadro de una pareja en el entendido de un ritual; allí le es otorgado un micrófono cual cetro y comienza a bailar con la música para después, obviamente, cantar sin que el fuego encima de su cabeza se apague… Estamos, pues, ante uno de los primeros videoclips de la historia; en aquellos tiempos tal vez tan sólo un performance que combinaba sorprendentemente el medio audiovisual para llevar el concepto, altamente psicodélico, de una banda progresista que hoy tal vez se encuentra un tanto perdida entre las cajas de nostalgia pero que fue predecesora de modas, estilos y acentos futuros que marcaron y cambiaron para siempre la historia de la música.

Arthur Brown, líder de la agrupación que llevó su nombre a finales de la década de los 60, fue uno de los pioneros en la teatralidad dentro del género del Rock. Fue una relevante figura que supo mezclar en su propósito y proyección no sólo la música sino la actuación, el disfraz, el maquillaje y la locura. Su primer álbum, y por mucho tiempo el único, fue un adelanto que causo bastante impresión ante bandas que vivían en el colorido mundo de la psicodelia. La conjunción de elementos conocidos en la época junto a los adelantos tecnológicos y el buen manejo de las raíces más clásicas del arte entre las que cabe mencionar la gran ejecución de sus músicos, otorgó una frontera abierta que posteriormente distintas agrupaciones abarcarían con agrado para la creación de lo que hoy conocemos como Rock Progresivo, Space Rock, Shock Rock e inclusive Glam Rock.

Producido por Kit Lamebert, manager de The Who, y el propio Pete Townshend con escaso presupuesto; el primer álbum de la banda de Arthur Brown mostraba la base psicodélica acostumbrada en la época junto a diversos acentos sumamente llamativos provenientes de dos mundos naturalmente opuestos; la música Sinfónica y el Blues. La mezcolanza alcanzada fue –y es– de tal distinción, que marcó la pauta a seguir para renombradas y variopintas agrupaciones hoy en día como Peter Gabriel, Alice Cooper y Kiss.

El sueño de la Arthur Brown Band fue, entonces, consistentemente breve; después del lanzamiento de su álbum debut algunos miembros de la banda se alejaron para darle paso a otros; tal es el caso del ingreso posterior de Carl Palmer (previo en su carrera a Atomic Rooster y Emerson, Lake & Palmer) y claro, el paso a una historia que no tardó (pero sí fue olvidando) en reconocer su espacio, sobre todo por los consecuentes proyectos del mismo Arthur Brown: “Kingdom Come”, su carrera solista, contribuciones con otros artistas y un largo etcétera en donde siempre dio muestras de avance, progreso y sobre todo de su sello particular; la locura bien articulada y especial –y espacial– mente musical. Asunto que también fue pasando de moda para darle cabida a la simpleza de una generación sin brios de innovar.

Pasarían pues 21 años para la presentación de su segundo álbum, grabado en 1969 pero dado a luz hasta 1989, y 31 para su nuevo material; su tercer y cuarto material tendrían fechas del 2000 y 2003 respectivamente. El legado entonces ya no tendría el mismo poder salvo la calidad (poca cosa en estos tiempos de consumismo), así como la evocación, la obligada y portentosa evocación de una producción cubierta de polvo, magia, tacto y locura de un hombre que tal vez no cambió el panorama del mundo musical, pero que sí le abrió el camino con el simple y paradójico momento de la apertura de una puerta en un video en blanco y negro donde se presentaba bajo una túnica, máscara y fuego encima de la cabeza. Un disco que sin lugar a dudas, se debe de escuchar más de una vez en la vida.


Tracklist.

I.- Prelude/Nightmare (3:30)
II.- Fanfarre/ Fire Poem (1:53)
III.- Fire (2:58)
IV.- Come And Buy (5:44)
V.- Time/Confusion (5:17)
VI.- I Put A Spell On You (3:47)
VII.- Spontaneous Apple Creation (3:01)
VIII.- Rest Cure (2:50)
IX.- I 've Got Money (3:15)
X.- Child Of My Kingdom (7:02)

Sobre el autor: Se dice que su compilación de anécdotas es más bien un bestiario que selecciona los mejores olvidos de sus aventuras nocturnas. Se supone que algún día saldrá a la luz un cuento escrito por él, copia de otros tantos cuentos. Cuenta los días hacía atrás mientras hace lo opuesto con los años; espera algún día arribar a su primer cumpleaños para felicitarse cara a cara. Para mayores referencias, visitar su sitio personal: www.lacosaestaasi.blogspot.com

EPISODIO 5: ¡MUERTE Y DESTRUCCIÓN!


Hace unos años

Ashley Crawford es el ícono de la moda actual. No hay prenda de renombrado diseñador que no haya modelado, ni perfume, automóvil o producto de internacional fama que no haya peleado por su exclusividad comercial como su rostro representante. Para Ashley Crawford el dinero no es problema, tampoco le es negado el hombre que ella guste. Regalos, comida, drogas, sexo, en abundancia y exceso es lo que adorna su mundo. Ashley Crawford es una mujer aburrida.

En los círculos en los que se mueve no es extraño encontrarse mentes extravagantes, en el hastío del delirio provocado por similares excesos y con los que se identifica. Así, de una invitación a otra, explora las cavidades más oscuras del aparato mediatizado, ése que surte el engranaje básico para que la maquinaria automatizada que es la industria del espectáculo, la política y la riqueza (porque la riqueza en sí, es un negocio), ande con eficiencia y destacada puntualidad en el desequilibrio de las luchas de clases, la estupidez autoinducida por drogas sintéticas, naturales y aderezada por la cultura voyeur del reality show, la información de velocidad luz inyectada en venas de fibra óptica, adelantando el futuro con el chip de nanoelectrodos que darán a la humanidad su canal favorito con sólo un parpadeo y, para las masas intelectuales, lo mismo pero en la evolución hiperbólica de la comunicación de sus pretenciosas cabezas con lo último en redes sociales, donde podrán expresar su sapiencia rascuache y sus escritos pseudoartísticos, activando la alienación de la que se pretenden ausentes, convirtiéndose tan absortos y sumisos en su Twitter y Facebook, como los obreros de la generalización de ideas masiva de la televisión.

Ashley Crawford ve este mundo y quiere formar parte de él. Pero no, no lo hará.- “Esto que ves es nada, Ashley” – le susurran al oído – “esto que ves siempre ha estado ahí, estamos por pasar al siguiente gran paso” – Ashley sostiene una copa de absenta con el aderezo de girasoles polinizados por una especie alterada genéticamente de abeja, que, en resumen, da tres cuartos más potencia y funciona como defibirilador al término de una onza de líquido alcohólico. “el futuro de la cultura de occidente se construye a cada respiro tuyo y el de la cultura oriental se aferra al pasado, pues viven de los devenires de la economía mundial, los ideales y la espiritualidad nada tienen que ver con eso en realidad, pero eso no es exactamente lo que querrás saber. No, el futuro no provee de lo que tú necesitas. La mujer que todo lo tiene no necesita más aburrimiento en su vida. Necesita cambiar drásticamente”. Todas las voces combinadas le dicen a Ashley ese mensaje de una u otra forma. Ella les rechaza “crees que me convertiré en alguna porquería de Mahatma Gandhi, idiota, no dejaré todo lo que me he ganado hasta hoy”, “No, no – dicen – sin duda no dejarás nada. Sólo llegas a un punto de inflexión y necesitas deconstruirte, reinventarte, dejar de ser tú”. Ashley Crawford de repente siente que puede ceder mientras sigue siendo testigo de la maquinaria bestial, del engranaje renovable del que surten las tierras más pobres y la clase media, la más importante que sigue siendo el aceite que hace que rueden esos engranes. Las voces siguen, son insistentes, rodean su mundo:

El cambio. Renace. Deconstruye. Living la vida loca. Tú puedes hacer que suceda. Deja de ser tú. Quien más tiene, más pierde. Avón llama. Sé alguien más. Todo o nada. Sobrevive siendo otra.

El sube y baja del trago de absenta, regurgitando en sus deseos irrefrenables. La súper modelo accede. Las voces cesan.

Hoy

¡Basta! – Musita la Gran Bertha mientras agarra a uno de los militares por el cuello, poniendo su otra mano en las nalgas del hombre y comenzando a apretarlo encorvándolo, haciéndolo una pelota. – No aguantaré más esto, militares imbéciles – A la par de esto, las vísceras del soldado revientan haciéndolo escupir sangre, Bertha imprime un poco más de fuerza y consigue reventar su columna para hacerlo una verdadera bola de boliche verde. El soldado se retuerce, sus ojos se han saltado, regurgita sangre y manotea con sus brazos extendidos semejando un simio – pelota. El jefe de la operación ordena a los otros milis que apunten a Bertha, Mandril-o y Chacal-o observan a la distancia, sorprendidos. Bertha sonríe y arroja al agonizante soldado bola hacia los otros militares que comienzan a dispararle a la vez que son barridos por su compañero circular. El soldado en jefe se queda pasmado. Bertha le indica a los horrendos mutantes que dejen de servir a esos verdosos o ella misma los matará. Mandril-o podrá ser un pendejo a prueba de pendejos pero sabe lo que le conviene, bajando de la pila de escombro de la destruida guarida de la Liga. Mandril-o tarda un poco pero hace lo mismo. Algunos soldados en pie disparan a Bertha. Ella se aburre, odia esa sensación, es a prueba de balas, es algo que no era. Golpea fuertemente el piso y provoca un ligero terremoto que desconcentra a los soldados y barre con ellos brincando y golpeando. Más de 900 kilos puestos al servicio de la limpieza de militares. Finalmente, arrinconado el jefe, nomás con los ojos pelones no sabe qué hacer.

-  Sé que eso es lo que quieres hacer. Romperlo totalmente. Pero no te servirá de mucho así. De hecho, estás en un error Ashley. Éste militar sólo está cumpliendo órdenes, las cuales tienen un propósito concreto: Evitar el peligro de que Sinuhé, tu jefe y esa bola de perversos hagan suyo el mundo en un intento de dominación y locura. Tú sabes que buscar dominar el mundo es algo incorrecto.

La voz pertenece a Luis Miguel que ha salido de la tienda de campaña donde tienen preso al Hombre Puerta. LuisMi carraspea un poco la voz y avanza hacia ella acomodándose su moño, continuando con la gala de su poder verborreico que hace creer a la gente en cada una de sus palabras – Eres una mujer que, aunque haya tomado un camino equivocado alguna vez, lo recompuso y busca equilibrar las cosas ahora. Éste hombre que intentas matar forma parte de esa balanza equilibrante y por lo tanto tú no deberías formar parte de eso - .

Bertha duda, se detiene, mira de reojo a LuisMi, comienza a caer presa del encanto de sus palabras. El discurso de LuisMi aderezado con hormonas y un agudo poder de lógica en medio de todo el disparate de esta historia, la empieza a ablandar. El verde vidrioso de sus ojos de cuarentón negado la envuelve. Bertha sabe que es verdad lo que él dice. Cuando ella cedió al cambio que la hiciera dejar de ser la mujer que lo tenía todo, no pensó que necesariamente sería convertirse en una obesa de media tonelada. Ahora ella podía comer todo lo que quisiera burlando la realidad de millones de mujeres vanidosas y enloquecidas por sus lonjas, brazos de garnachera, papada incipiente y chaparreras ocultas con faldas gigantes, pero también, podía controlar su densidad molecular con sólo el pensamiento. Es por eso que las balas no le hacen daño.

La velocidad con la que es proyectado el plomo representa nada para la fisiología de su cuerpo redondo, brillando ahora por la grasa más que por el brillo del sol en sus torneadas piernas. La Gran Bertha era la mujer que poseía todo… nuevamente, aún cuando buscaba el derrumbe de su mundo plástico. Ella había negado el camino entrando a una pateticidad increíble, sabiendo que era eso precisamente lo que le hacía falta. Ella era tan perfecta y tan llena de todo, que el error que conllevaba la fechoría la complacía. Por eso, cuando dejó la carrera de maleante para unirse al equipo de la Liga de Perdedores, fue porque supo que no tenía que ser perfecta, que de hecho, su imperfección era apreciada y así podía dejar su cabeza tan llena de pecados perfectos, en otro lado. Así que la intimidación de estos militares ya le estaba sobrando. Si iba a ser aprehendida, seguramente sería con un río de sangre de por medio.

LuisMi se le acerca, retando a su convicción: "Tú eres bella Ashley, no necesitas ese cuerpo de gorda para ser heroína, tú ¡¡¡esdafghhhrrrgghh!!!” El puño de Bertha se desprende de una pared donde quedó estrellado el bonito rostro de LuisMi, el cráneo aplastado, roto, los rubios cabellos de engominado lustre están pegostreados ahora de sangre que es impulsada por un chorro de una otrora cavidad nasal. Bertha ve su puño ensangrentado con un globo ocular verdoso de LuisMi y musita: Mi nombre es Bertha.

Mandril-o y Chacal-o están pasmados y casi se mean cuando Bertha les dice que vayan por Hombre Puerta. Salen corriendo a la improvisada tienda de campaña donde estaba siendo torturado por los encantos de LuisMi y Bertha se dirige al militar que yace todo obrado del miedo en el piso. Bertha sin hablarle lo toma del traje, el tipo saca una pistola y se la dispara en la cara. Bertha, al despejarse el humillo de la pólvora, sólo toma el arma y la arroja lejos. Luego azota al tipo en el piso. Bertha mira a su alrededor. Sabe que hoy huele a muerte y no sólo por LuisMi, hay más mierda que se desangrará hoy. Las voces siguen calladas.

Colima, México, hace un año

El demonio de la destrucción observa su obra. Todo es ahora claro para él. Si entiendes que hay un motivo para las cosas en la vida de cualquiera, el de este demonio es todo acerca del delirio, desesperanza y destrucción. El asunto es que, entre toda esta desgracia, nota que hay algo más que ese círculo del que salió. Los jipis le dieron una guía sin querer: los recuerdos de su cuerpo poseído. Bien y sin héroes y militares que lo estén importunando, puede crecer y atacar a la población de ese desértico y triste lugar. Con una sonrisa avanza, pero se percata de alguien que se levanta. Imposible no darse cuenta de hecho. La mujer de casi una tonelada se levanta de entre sus compañeros y observa al demonio, éste se da cuenta de que ella lo mira y avanza decidido y sonriente. Bertha camina hacia él también con rostro serio. Arriba, el helicóptero en el cielo comienza a caer y Bertha brinca sorpresivamente hacia el aparato, partiéndolo pero llevando entre sus brazos a dos delirantes pilotos y al espumeante hocico de su líder. Los deposita en la tierra y al voltear, nota que el demonio se ha ido. Se acercan al lugar patrullas, autos, agentes del gobierno, encubiertos, policía, medios: es un caos. Bertha observa al horizonte, realmente esperaba conocer la destrucción del demonio. Más tarde escucha en el comunicado por mera lástima que le dan a Sinuhé acerca de que el demonio se esfumó, pero el objetivo había sido cubierto con cierta notoriedad al haber rescatado unas piedras preciosas en poder de los jipis. No hubo más.

Ginebra, Suiza, el muelle. Hoy

Tres confundidos enmascarados salen del muelle. Increíble, piensan, que Oolong el cambia formas haya demostrado tanta oposición a su captura. Uno de ellos se retira la máscara. El bigote ralo, la incipiente calva y unos ojos inyectados de furia y rojo culerón, alza su machete mostrando encajada la oreja de un cerdo: Pues como dijeran en mis tiempos, ¡oreja y rabo! Como buen torero, deberían sacarme en hombros ¡cómo no abuelita, hombre! Hijo de María Morales debía ser… El hombre del sable medieval también se quita la máscara, quejándose del calor, sudoroso, su calva refleja el inusual sol de Ginebra y acomoda sus canos cabellos: Mierda, os digo, que este aire del mar es tan ligero que colma mi pecho de fuerza. Por eso es que vuestra colección, Pedro, se complementa con esta rica pata de chancho. Exigiré sea servida para vosotros en una justa celebración de nuestra victoria mutilante sobre el enemigo. Así lo decide Miguel Hidalgo y Costilla. El tipo de la navaja suiza se quita la máscara y se coloca unos lentes de círculo, suelta su largo y desaliñado cabello y sonríe cínico: nunca habría pensado lo divertido que es esto. No hay más que decir compañero, dale una oportunidad a la paz, pero si hay que degollar a un maldito cerdo mutante, John Lennon se volverá tu colaborador indicado. En ese momento, Lennon sostiene en alto la cabeza cercenada de Oolong. Los tres se dirigen fuera del lugar sonrientes.

Mientras en el desierto de Libia el pobre cabrón de Sinuhé sigue tirado boca abajo en la arena. Qué poca, a ver si ya nos acordamos de él en la próxima.