sábado, 29 de marzo de 2014

DISTOPÍA Sensacional de Cultura No. 9 - PDF


Tema: Accidentes

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jueves, 27 de marzo de 2014

DISTOPÍA PRESENTA: ACCIDENTES


"Es muy difícil en momentos así, comprender la voluntad de Dios ¿Por que permite que nueve inocentes mueran en las cumbres de sus vidas por una anciana que no debería conducir ya? Pero entiendan que el sentido del humor de Dios es diferente al nuestro. El no ríe con los chistes de Jaimito o Pepito ¡No! Dios necesita una ironía compleja y farsas que resultan macabras para nosotros. Nos queda solo esperar que Dios se haya reído mucho y que una tragedia como esta no ocurra jamás."

Padre Maxi - South Park: Amanecer gris/ Temporada 7/ Capítulo 10

¿Estamos aquí por accidente? ¿O somos causa y efecto, casualidad o destino? ¿Seres creados a partir de una contingencia biológica "evolutiva"? Quizás. Sin embargo, al hablar únicamente de lo accidental, referimos a un imprevisto con capacidad de dañarnos mortalmente y debido a ello, nuestra vida puede quedar irremediablemente marcada. En adelante lo que ocurra (reflexión, creación o final amargo), dependerá de la fortaleza del espíritu humano. Es ahí donde reside lo interesante, en las fuerzas internas que se liberan en, o posterior a una situación inesperada. Contrario a lo que muchos piensan, no se descubren cosas por accidente, los hallazgos vienen del periodo de convalecencia donde la mente para no volverse loca de aburrición, comienza a funcionar de manera distinta (análisis del evento prueba/error). Sobreponerse a la cruda eventualidad es ya pensar bajo un nuevo enfoque buscando de la mejor forma posible, canalizar de golpe toda la energía negativa en resoluciones a problemas varios.

Los accidentes han sido la excusa perfecta para crear superhéroes con superproblemas (el origen y formula predilecta de la dupla Jack Kirby/Stan Lee), para potenciar la tragedia y cuestionarnos la existencia de un demiurgo omnipotente (o un Olimpo caprichoso) o simplemente, al igual que el dirigible Hindenburg, el hundimiento del Titanic o la explosión del transbordador espacial Challenger (entre muchas otras eventualidades como también los derrames petroleros), ser consientes de que el absurdo juega un papel siniestro en nuestras aspiraciones. En este sentido, los duros reveses encarnan nuestro vuelo de Ícaro, la caída al mar de nuestra humanidad y el recordatorio de que los delirios de grandeza no son lo mismo que las ambiciones. Todo es susceptible de irse al carajo tan solo por un error propio o peor aún, circunstancial o desconocido. Es algo que a nuestra óptica, se mueve furtivamente como un tirón sobre la alfombra donde caminamos. Cada viaje de alguna u otra forma, puede ser el último...

Los descarrilamientos de trenes, los aviones que del radar desaparecen, los autos o transportes cayendo en picada hacia al fondo de algún desfiladero, entre un sin fin de ejemplos más (aluds, avalanchas etc.), son las representaciones fehacientes de un mañana siempre ominosamente en movimiento, ignoto y de la nada... terrible. El infortunio, suele hacer acto de presencia como en aquel fragmento del tema "The Wretched" de Nine Inch Nails: "Las nubes se alejaran y el cielo se abrirá de golpe/ y Dios mismo lo atravesará con su chingado brazo/ sólo para empujarte hacia abajo/ sólo para hacerte caer". ¿Demasiado fatalista? Nuestros colaboradores aportan más puntos de vista de tan intrincado tema:

Roberto Juanz en su espacio Las Líneas Flotantes, disecciona el periplo de la vida en tanto trágico accidente enfatizando también su naturaleza teleológica. Diversas acepciones de lo accidental recorren su reflexión e invitan al lector a identificar en la propia experiencia las situaciones imprevistas, desde el nacimiento hasta llegar al deceso. Sea esta nuestra primera estación de pensamiento.

Posteriormente, Paco Payan en La Caja de Abalorios nos transmite su entusiasmo de los encuentros accidentales con autores de los que nada auguramos y quizás por ello, la sorpresa siempre termina siendo mayúscula. Relatos inesperados, historias de soledad atropellada, nuestro buen colaborador los llevara por la mente de un escritor sue generis capaz de lograr plenamente en sus cuentos, hacer vivir al lector las vicisitudes de la vida cotidiana. Acompáñenlo en su repentino descubrimiento.

El Séptimo Sueño de José Huerta nos abre de par en par las cortinas que separan el umbral de la calle a la sala de cine para adentrarnos en un film bastante osado: "Crash" (1996). Conocida también como "Extraños placeres", nuestro colaborador analiza una de las obras del director David Cronenberg  más afectas a los accidentes sexuales. Sea para ustedes toda una grata recomendación.

La visión filosófica del problema de los accidentes se halla en SPQR de Lorena Rivera, quien ahonda en la condición metafísica del suceso y desarrolla en base al enfoque de las ideas pre-socráticas y socráticas, una resolución ante tal accidentada paradoja (entendiendo el significado de esta ultima como la confrontación entre sentencias opuestas). Encaren con nuestra colaboradora lo imprevisto.

Pero ¿Que serian los accidentes sin los cabrones chismosos que husmean hasta por debajo de la falda de la victima? Hansel Toscano en Goodbye Cruel World señala como la cultura de la curiosidad mórbida es mediáticamente un asunto muy redituable y examina también esa predisposición humana a deleitarnos con los detalles escandalosos de una muerte violenta ¿Demasiado moral? Tampoco una cuestión que deba dejarse de lado ¡Pásenle a espiar un rato!

Las formaciones de los proyectos musicales más reconocidos globalmente, son una fuente de anécdotas sobre posibles integrantes que de alguna u otra forma de haberse presentado otras circunstancias, el concepto primigenio de una banda hubiera dado a conocerse de una forma muy distinta. De esa larga lista que nos ofrece la historia del Rock, Agustín Güiris rescata para Onomatopeya a un longevo grupo sesentero: Cactus ¿Que lo hace tan especial? Un afortunado regreso en 2006 del cual nuestro colaborador nos explica todos los pormenores y como ya es su costumbre y virtud, nos transmite una creación invaluable para los melómanos más entusiastas. Si la violencia es inherente a cualquier contingencia, el rock encarna esta particularidad siendo entonces el más excitante de los accidentes...

Finalmente en La Liga de Perdedores, Pablo Sinuhé hace una explosiva radiografía en el pasado del planeta Eternia al emparentarlo con el México más arcaico, tranza y corrupto que haya habido: el de este presente. Sirve para realizar tan acida crítica, el ariete humano de los Amos del Universo Ram Man, quien de manera accidentada vino a parar a nuestro planeta para seguir haciendo lo que mejor dice que sabe hacer: el ridículo (bueno, romper cosas con la cabeza). Humor oportuno y bien estructurado en el capítulo 6 de esta hilarante e ingeniosa saga ¿Que están esperando HBO, NETFLIX y FOX para adaptarla a la TV? ¡Ay si serán pen... !

Sean entonces estas nuestras visiones sobre un tema en apariencia muy acotado o constreñido, pero sin lugar a dudas muy sobrecogedor y complejo: cada día puede ser el último o el primero de una existencia tristemente diferente. Los accidentes suceden, pasan, como en aquella vieja película donde un hombre se salva de morir aplastado por un piano en caída libre. Su meditación del evento le activa el deseo de vivir a partir de ese momento, más intensamente y de una forma más poética. A pesar de ello, quien esto escribe por accidente olvido anotar el nombre de la cinta... he ahí un error atroz ¡Bienvenidos a Distopía Sensacional de Cultura! (Léannos aunque sea solo por accidente).

VIDA ACCIDENTADA


          Propiamente la vida está instaurada en el incidente, la vida en origen es una función accidentada, de no serlo nos conllevaría a vivir sin propósito (s), sin las llamadas metas, y tomo este término dado que en él –y a manera de un introyecto occidental- debemos enfrentarnos a variados obstáculos para llegar a la anhelada “meta”. Desde mi óptica la llamada meta es la vida misma, en ella y en vivirle tienes el primero de muchos obstáculos que vendrán (decidirás si les enfrentas, si les resuelves y sobre todo si les comprendes), y no es que quiera instaurar en la existencia una tragedia perdurable, pero el resultado ha sido el mismo en la constante –finita-del vivir; hay en la vida misma una especie de “acuerdo” con lo trágico. Me permito decir esto puesto que no hay tragedia más grande que la propia incertidumbre, condición imprescindible de la existencia humana, el no saber qué pasará conlleva a pensar que lo que podría avecinarse nos dañará, nos afectará de un modo alguno; al final nos colocará en un momento decisivo en que las opciones podrían ser ya, otra in-cualidad del individuo: su naturaleza dubitativa. Decisiones –cualquiera- ante el suceso.

Y es que el accidente como hecho físico nos proporciona a saber que cualquier eventualidad que rompa el estado de normalidad,  tranquilidad tendrá una reacción indistinta a la del objeto no violentado anteriormente. Me permito hacer una analogía,  el desbordamiento de un río, el cauce de éste por determinado tiempo llevó una dirección, era parte de un “encuadre” natural, ante el desbordamiento del mismo, causa destrozos a su paso, arrasa todo aquello que en algún momento no era obstáculo, transforma la realidad en algo indudablemente distinto. El resultado es que el accidente como fenómeno natural implica un cambio en la naturaleza de las cosas; habrá por supuesto en esto pérdidas sin duda irreparables. El accidente en tanto es cambio violento, son circunstancias no venideras de la idea rígida que  gusta asumir un destino, es una acción inesperada en el ser, en la que por supuesto implicará el cambio de dicho ser.

Ahora, hay ciertas antesalas en la posibilidad del accidente como acción, la primera de éstas podemos reconocerla en la circunstancia de la prevención, está circunstancia en la cual tanto hartamos, en ella reconocemos con anticipación escenarios que nos pondrían en un riesgo latente; y no precisamente la prevención sistematizada es a lo que obedecemos o la que pretendemos acatar, sino a la más clara y enfática como es la propia experiencia individual. Sin embargo esa experiencia lucha sinuosamente con la obstinación tan nuestra de vivir riesgos innecesarios, comenzamos a fincar nuestra vida en riesgos, fundamentamos nuestra vida en la tragedia. La tradición, la sociedad –híper-estimulada- misma así no lo exige, encontramos divertimento en los accidentes de los otros, en el ridículo del otro, en la vergüenza-accidental de los demás, en la fatídica vida de los otros; al no vernos ahí nos da un aliento de cierta supervivencia moral, física y existencial. El inconveniente es como agenciamos esto como un estilo de vida, en el que aprender del accidente se vuelve cosa de reiteración y no de significación: ser testigo del auxilio sin participación, de los otros y de uno mismo.

Y por último está el accidente como pensamiento constante de un mundo en constante riesgo, predisponiendo nuestras intenciones y decisiones en complicadas realidades en donde los resultados “siempre” son preocuparnos por no estar preocupados. Al igual, la responsabilidad recae en la crianza que estima el miedo como manera única de vivir, acostumbrarse al temer, acostumbrarse al notorio acontecimiento catastrófico: “ten cuidado con quién hables, no te vayas a quemar, no te vayas caer, no le vayas a lastimar, no te metas en problemas, no le vayas a embarazar, no aceleres, el fin de los tiempos está cerca y un largo etcétera.

No hace mucho ejemplificaba con un grupo de alumnos un cuestionamiento que de entrada pareciera de gran brío pesimista: “¿Cuántos de ustedes fueron planeados para nacer?” las respuestas se hicieron un tremendo silencio, la nimiedad de mis conclusiones es que toda vida es un accidente. La condición de planear eventos están en exigencia de una realidad dada por nosotros, pero la cual, debe fincarse en la realidad dada por el mundo, en tanto el efecto  de esta simbiosis (la llamada determinación de la sustancia, corrupción de la existencia) es que las intenciones y los hechos regularmente desembocará en un accidente.

Benditos accidentes que sin ellos viviríamos en la cruz de una pasividad, de una no transición.



LATITUDES


"La vida de cada hombre es un camino hacia sí mismo, el ensayo de un camino, el boceto de un sendero."

Hermann Hesse

    Navegar la vastedad cotidiana con la impronta de un desagraviado o la “convicción” pueril del arquitecto de nuestras vidas, son polos donde aparcamos constantemente, oscilando entre cúmulos de decisiones y un sinfín de situaciones fuera de nuestro alcance. Sin embargo, en la multiplicidad de posibilidades que el transcurrir nos arroja, los accidentes hacen acto de presencia y se nos presentan como descalabros donde podemos medir el termómetro de nuestra existencia.

Si bien podemos atribuirle a una colisión entre autos, trenes, aviones, resbalones en la ducha, atropellamientos, ser madreados por algún salvaje o borracheras que traen consigo hijos no deseados como accidentes categóricos; también nos encontramos a diario -sin notarlo- con el reflejo de nuestros actos, cuestionando tras bambalinas  si nuestro peregrinar es mero producto de la casualidad o una proteica “actitud” a la Miguel Ángel Cornejo. Así como el distrito federal es la imposibilidad de llegar siempre a tiempo, desde mi actual circunstancia, confirmo que el amor es la ausencia que nos coloca en el lugar donde estamos actualmente. Vivenciamos batallas perdidas desde el inicio.

Frente a Hipotermia percibo ese halo accidentado al interior de sus cuentos. Álvaro Enrigue nos lleva por desplazamientos geográficos al puro ritmo existencial mediante un vaivén bastante emotivo y gratificante, que va desde afrentas con los hijos hasta el intercambio de fluidos corporales en un carnaval de placeres al final de la lectura en “Retorno a la ciudad del ligue”. En sus páginas encuentro una renovada forma de llevar la escritura a la experiencia autoficcional en todas sus aristas. Mediante relatos cortos aparentemente inconexos, el discurso va tejiendo escenarios donde la constante es el desasosiego en sus personajes, aderezado con la incomprensión cabal de sus destinos.

Ser extranjero en tierra de nadie, resulta ser espacio común para quien o quienes nos encontramos lejos del terruño, tal como lo manejan éstas breves líneas “No somos un imperio, ni una república, ni una monarquía ni nada: cada quien para su santo porque nadie quiere pertenecer al mundo de las segundas oportunidades. Somos lo que se escurrió por las rendijas de la historia, una pura ambición sin compromisos ulteriores, un amasijo de piratas. Somos gringos y nos urge una terapia nacional. No se ría. Piénselo como una oportunidad de negocio y verá que tengo razón.”

Hipotermia parte de la idea de estar y no estar en el presente categórico. Comezón perpetua de la insatisfacción. En “Saliva” por ejemplo: un oficinista venido a más derivado de montar a la esposa de un superior, dialoga cerca de un año después con quien fuera su camarada de oficina en el comedor de la empresa, narrando al compinche su travesía en el cochambroso escalafón. “…es un mensaje que se pasa con saliva, contestó. Y te puso de hinojos, completó Malik levantándose de la mesa, y abrió tu boca y dejó caer sobre tu lengua una gota de sus aguas sagradas. Es una forma lírica de ponerlo. El Sirilanqués miró el reloj y dijo: No me tengo que ir, pero de verdad no quiero escuchar más.”

El libro se desdobla en la incomodidad de la vida, el desarraigo, la no pertenencia. Los personajes no conciben estar en paz con las  condiciones de vida que exige nuestra actualidad postmoderna. La sensación de hastío, de no estar en el lugar correcto es casi claustrofóbica. Los cuentos de este compendio frecuentemente tienen al padre y al hijo como protagonistas de las historia, como ocurre en “La pluma de dumbo” cuando el hijo dinamita al padre con un intercambio de verdades instalándolo a fumar como energúmeno sentado en la tasa del baño, o  en “Ultraje” al narrar la metamorfosis de un camión recolector de basura en un barco pirata, producto de una foto del National Geographic encontrada dentro de una bolsa. Este último un cuentazo por donde se le vea.

Pasando por un electricista fracasado que se deleita espiando tras la ventana el edificio de enfrente, el cual, es sorprendido por la voz al interior del baño de un restorán en “Inodoro”. Cuentos en verdad desoladores como en “Salida de la ciudad de los suicidas” donde un cocinero es invitado a un concurso gastronómico en Lima convirtiendo la experiencia en una bitácora de viaje bastante tristona y elocuente. En el apartado de grandes finales encontramos a Tuone Odina el último de los dálmatas que es rescatado para vivir en un museo en “Extinción del dálmata” y a Ishi un indio que nunca desenmascara su nombre, él simplemente es un hombre en “Sobre la muerte del autor”. Darnos un viaje por la literatura contemporánea Mexicana, es encontrar a Enrigue por mero accidente cotidiano o curiosidad entre los estantes de la librería y disfrutar del panorama que nos ofrece con la exquisitez de su trabajo.

"Es algo que hacía desde niño: pretender que tengo una vida secreta a la que nadie se puede asomar. Estoy como un ciego que sale en la Biblia: aunque se curó de la vista tenía que fingir que no veía nada porque Jesucristo en persona se lo ordenó."


Álvaro Enrigue


CRASH, AUTOS, SANGRE Y SEXO ENFERMO.


     El director canadiense, David Cronenberg, se ha caracterizado por tener una filmografía bastante polémica, algunos le llaman el “Barón de la sangre” dado que sus películas son bastante viscerales, desde la setentera “Shivers” (1975), pasando por el remake de “La mosca” (1986), o el trastornado viaje mental de un exterminador de plagas en “El almuerzo al desnudo” (1991), hasta llegar a “M. Butterfly” (1993), cinta que cuenta el trágico romance de un amor que no debió ser.

Estas películas preceden a la cinta que da pie a esta reseña “Crash: extraños placeres” (1996), no significa que hasta aquí haya llegado la extensa filmografía de este director, en su cuenta tiene más de una docena de películas, siendo “Cosmopolis” (2012) su film más reciente, protagonizado por uno de los vampirescos galanes de moda, Robert Pattinson. El mencionar las cintas anteriores sólo es para contextualizar un poco al lector en el mundo de este cineasta, que hasta finales de los 90 se mostraba como un director diferente, con una plástica bastante grotesca y orgánica, que en muchos causo repulsión, utilizando estas viscerales imágenes como parte de un proceso de transformación que todo ser humano padece a lo largo de su historia y, aún cuando todos sus trabajos después del 2000 excluyen esa parte que lo caracterizó durante mucho tiempo, su cine sigue teniendo el mismo discurso, la transformación de un hombre ante un hecho insólito en su vida y “Crash” no rehúye a esta premisa.

La cinta, basada en el libro de J. G. Ballard, cuenta la truculenta relación que tienen James Ballard, interpretado por James Spader, y Catherine Ballard, interpretada por Deborah Kara Unger, quien después de tener un accidente automovilístico conoce a Vaughan, interpretado por Elias Koteas, quien rápidamente se interesa por las heridas que el choque provoca en la señora Ballard, al grado de excitarse mientras las recorre con sus dedos; este encuentro, al parecer fortuito, es maquinado por otra mente perturbada, la de la doctora Helen Remington, interpretada por Holly Hunter, quien comparte los mismos intereses de Vaughan, las cicatrices y la recreación de brutales accidentes carreteros en los que se vieron involucrados personajes famosos.

A uno de estos macabros espectáculos asiste la pareja Ballard, quienes disfrutan de la reproducción del accidente que termino con la vida de James Dean en 1955, minutos antes del sangriento performance, Vaughan da una breve reseña de James Dean y su auto, un Porsche con un diseño exclusivo para el actor, al cual llamo “Pequeño bastardo”, los protagonistas del accidente salen ilesos y la pareja Ballard se conmociona y excita después de ver las retorcidas mentes de todos los involucrados en dicho evento.

A partir de aquí la película gira en  torno a las perversiones que tienen los protagonistas del film, las recreaciones de los accidentes siguen, algunas incluyen muertos, la relación del matrimonio Ballard se ve alterada por la irrupción de Helen y Vaughan, quienes los llevan a explorar su sexualidad a niveles que ellos no conocían, incluso a probar el deseo carnal entre personas del mismo sexo como la enfermiza escena homosexual entre Vaughan y James, arrastrándolos en un espiral que los lleva a una constante pulsión de muerte.

La película, como muy buena parte del trabajo del director, es para personas con mente amplia, la explicites de sus escenas puede incomodar a más de uno, aún cuando no se trata de un film porno, la frontera entre uno y otro parece no estar tan lejana dada la plástica tan cruda de Cronenberg, cosa que no es de extrañar conociendo el trabajo de este director; sin embargo, vale la pena mencionar que no nos encontramos ante un mal film, la trama se desarrolla bien, el matrimonio Ballard se inmiscuye en el oscuro mundo de las depravadas mentes norteamericanas ávidas de emociones fuertes y sexo rápido, su caída es tan vertiginosa que llega un momento en que se sienten acorralados y no saben como salir, su deseo sexual se trastorna conforme conocen a Vaughan y su relación se deteriora conforme su deseo de muerte crece; las actuaciones son buenas, sin llegar a ser sobresalientes o dignas de algún premio, Vaughan cumple con su función de transgresor sexual, un embaucador de emociones fuertes, un muerto en vida con el único deseo de pasar al más allá a toda velocidad en un accidente brutal; la fotografía de Peter Suschitzky, un asiduo de Cronenberg, esta llena de momentos oscuros que ayudan a meternos en el bajo mundo donde celebran las sanguinolentas recreaciones, el vestuario corre a cargo de la hermana del director, Denisse Cronenberg, y el departamento musical bajo la batuta de Howard Shore.

A grandes rasgos la película es buena, transgrede los canones que tenía la industria fílmica al momento de su estreno causando gran polémica, es atrevida, sexual y visceral, Cronenberg con este film nos muestra un poco de las patologías y parafilias que existen en el mundo (no tan) desarrollado, el como las mentes enfermas se encuentran de forma accidental para sumergirse en las turbulentas aguas del goce y el placer, como un idílico sueño que termina por transformarse en la peor de las pesadillas, de la cual no se puede despertar, viajando en un auto a toda velocidad, sufriendo brutales accidentes para renacer y volver a caer en la penumbra del deseo enfermo con unas brutales ganas de matar la inocencia de vivir en paz.



UN PENSAMIENTO ACCIDENTAL


     Si uno se atreve a buscar el secreto encerrado en esta palabra se asombrará de lo que puede encontrar. La palabra “accidente” deriva de la palabra accĭdens, -entis cuyo significado es “suceder”, por lo tanto nos indica acción. Un accidente sucede, valga la redundancia, de tal forma que no se puede evitar, es por ello que es un accidente; si no, sería otra cosa: un atentado, un ataque… Así que en la palabra “accidente” conviven la actividad y la pasividad de manera que la palabra implica acción y no-acción ya que no hay voluntad de que eso suceda. Esto quiere decir que esta palabra es armónica puesto que, en su lexema y en su connotación, conviven dos opuestos: actividad e inactividad. Pero esto no es todo, además, esa armonía existente entre los significados se ve rota por el caos que sugiere la palabra accidente. Así pues, hay una doble oposición en esta palabra: actividad y pasividad; armonía y caos.

Como decía, la palabra “accidente” encierra entre sus letras muchos secretos, visibles para aquellos que lo deseen. Existen dos opuestos. Dos es un número primo y todos ya sabemos lo individuales que son los números primos. De hecho, el 2, es uno de los dos números que en su representación decimal no acaba en 1, 3,7 ó 9. Así que no es de extrañar que Aristóteles, siendo científico como era, tomara esta mágica palabra para romper el dilema que se había establecido años antes entre cambio y permanencia. Haciendo un resumen: Heráclito defendía que todo estaba en movimiento, que todo es cambiante y no estático; Parménides, sin embargo, que no existía el devenir, que todo era estático. El primero defendía que la verdad es consecuencia del devenir y por lo tanto hay diferentes formas de alcanzarla; el segundo, que sólo había un camino hacia la verdad. Visto esto, para Heráclito el ser puede ser y no ser ya que todo es cambiante; pero Parménides no cree que el ser sea cambiante; siguiendo este hilo, para Heráclito la esencia del mundo no se puede captar, ya que siempre está cambiando mientras que para Parménides sí se puede captar… (largo etcétera). Platón, que fue maestro de Aristóteles, trató de resolver estas diferencias mediante la dialéctica en su Teoría de la Razón, pero no pareció convencer a todos con eso del mundo sensible y el mundo de las ideas en donde combinaba la filosofía de Heráclito y de Parménides —por cierto, Platón era discípulo de Heráclito—.

Así que, “accidente” es un concepto metafísico que otorga que las determinaciones de la sustancia pueden cambiar permaneciendo en ésta. Aristóteles distinguía entre dos tipos de accidentes (he aquí de nuevo al número 2). Los cambios sustanciales y los cambios accidentales. Los cambios sustanciales son aquellos en los que aparece o desaparece la sustancia y solo pueden ser dos — ¡otra vez el dos!—: generación y corrupción. Los cambios accidentales, por su parte, son aquellos que se producen en la sustancia sin que su forma cambiara; estos accidentes son locales, cuantitativos y cualitativos.

Así pues, el nacimiento de una persona sería un cambio sustancial por generación. Si esta persona nace en Sinaloa y se muda a Veracruz sufriría un accidente local, es decir, cambiaría su ubicación sin que esto permutara su esencia pues sigue siendo persona. Si esta persona perdiera peso, sufriría un cambio cuantitativo, pero no dejaría de ser. Finalmente, si esta persona decidiera teñirse el cabello o tatuarse sufriría un accidente cualitativo. Cuando llegara el día de su muerte, ésta sería por corrupción —sin que esto se mal interprete— y sería su último cambio sustancial.

Esta diferenciación entre sustancia y accidente permitió a Aristóteles solucionar el dilema que había quedado expuesto en la Teoría de las Ideas entre cambio y permanencia. Los accidentes sólo pueden suceder en la sustancia, por lo tanto existen en tanto que existe la sustancia y su ser es analógico. Yo lo que todavía no llego a entender es la repetición constante del dos, ¿realmente se puede explicar o si se trata simplemente de un «accidente»?


ESPECTADORES DE LO ACCIDENTAL


El interés de la gente por la desgracia ajena se debe principalmente a dos cosas: al morbo natural que los humanos tienen por lo grotesco y lo prohibido, y porque sirve como un aliciente para los jodidos. Hay mucha gente que es pobre, que no tiene dinero para comer, pero que al ver una revista como Alarma! dice: ‘pues no estoy tan jodido, este güey está peor, porque está muerto. El otro está peor justamente porque ya no está’

Miguel Ángel Rodríguez (Q.E.P.D), ex-director de la revista ALARMA!

     Accidentes, muertos, mutilados, ver como quedo la víctima y ahora usando nuestros dispositivos tecnológicos ¡Sacarnos una foto con el cadáver cual si un rockstar se tratase! (Tomar video o hacer un selfie también "se vale"). El otro rostro de los imprevistos mortales es el gran mercado dispuesto a consumir los detalles sensacionales (¿Fueron los asesinatos de Jack el destripador los que dieron el pitazo de salida a esta tendencia?) ¡Los accidentes venden! Esto último es una obviedad, pero la cultura del vouyerismo morboso siendo moralmente reprobable, en masa es socialmente aceptada. "¡Asu! ¡Como quedo del choque! Se le salieron los... " Ante el hecho, la falta se diluye y todos entramos en comunión. Es simplemente cerciorarnos de que nosotros, no somos ese cuerpo ahí tendido sobre el pavimento, o aquel otro prensado en el metal de la maquina... y luego de estas verificaciones, sentirnos vivos. Es buscar al otro día en las secciones policiacas de los periódicos, si acaso no fue algún conocido o alguna persona que nos caiga gordo con el fin de alegrarnos el día. Los accidentes gráficos son la mejor manera de saborear la muerte sin morir ¡Y entre más trágicos mejor!

Nos encanta ver fenecer a los ídolos populares, pero cuando es en incidentes catastróficos ¡La colectividad entra en funesto jolgorio! Las emociones desatadas terminan siendo más fuertes que el siniestro mismo donde falleció la estrella ¡El mundo entero pierde la cabeza! Desde Lady Di hasta llegar a Jenny Rivera (y todo lo que hubo atrás, en medio y a futuro) el culto a la celebridad nos vuelve tribales y cavernarios a la enésima potencia. Nos convertimos en info-zombies devorando la vida privada del fetiche hasta que no queden ni los huesos: canibalismos mediáticos - antropofagia del espectáculo. Como el perro de Pavlov, las imágenes de la hiperralidad nos hacen salivar. Estamos a la perenne expectativa del próximo choque, avionazo o explosión, y si hay en ello famosos o figuras de la farándula ¡Uff y recontra uff! Las horas de solaz esparcimiento y sana diversión se encuentran aseguradas.

El accidente va de la mano del infortunio, olvidemonos  de los títulos en las comedias románticas ("amantes por error", "matrimonio cayó del cielo" o "por venir pendejeando me encontré dinero", etc.), los accidentes son cosas muy jodidas que nos cambian la vida y sirven tristemente para dar de que hablar a los demás. Tampoco entra mucho a colación la historia de los inventos, pues más bien se trata de la casualidad, o de lo que se conoce desde los 90's como hacer un Homero Simpson: triunfar a pesar de la idiotez. Quedar desfigurado o inválido, es una sucia jugarreta del cochino azar, algo que no estaba en nuestros planes pero al mismo tiempo ya estaba escrito que así sucediera. No hay explicación valida (ni la del suceso ni del porque), la respuesta debe nacer del interior y posterior a la desgracia, pues un accidente personal es muchas veces una cuestión en la cual no vale la pena detenerse demasiado tiempo a analizar. 

De un descuido pueden surgir infinidad de cosas (inspiración creativa, historias, canciones e ideas nuevas), pero en casos así, hablamos de excepciones a la regla: hacer cagadas no es señal de genialidad sino todo lo contrario. El mundo tiene más que aprender de Chernobyl o del desastre de British Petroleum que de los talleres de improvisación teatral. No es tanto en los diseños tácticos o en los planos de ingeniería donde se encuentra el origen de los graves accidentes, sino en las motivaciones o directrices que buscan llevar a cabo ciertos objetivos. Cuando la ambición monetaria se desborda, tenemos todo tipo de mierda, menos maravillas como el Eurotunel. Cuando el racionalismo técnico es dominado por la dinámica económica del libre mercado y se cae en el desequilibrio (ya sea por maximizar o ahorrar), señores, es la hora de salir corriendo (los diques rotos del huracán Katrina). ¿Que son entonces los accidentes? Pan y circo a través de una pantalla, el destino riéndose en nuestra cara y pérdidas financieras para bribones de cuello blanco ¿Las victimas? Que en paz descansen.



V – CACTUS (2006)


“Raise your hands up to the music: Rock, Rock.
Getting’ down with Cactus music, never wanna stop.
 Just let it go and lose it. This is Cactus music
Rock’n’roll music: Rock, Rock, Rock.”

          Los entrecruces en la historia de la música son varios y hasta en cierta parte comunes ante los registros de duetos, colaboraciones, reuniones (en vivo, no en vivo) así como en las posibilidades, los descubrimientos y reencuentros después de pasados los años. El inestable circuito de las bandas, así como su estructura, proviene no sólo de la presión y opresión de la industria, sino también del ego de sus integrantes y los cambiantes objetivos (sonoros y mercantiles) de las propias agrupaciones y sus individualidades. En el caso presente –el quinto y último álbum de Cactus– muchas de estas acepciones se logran encontrar de evidente manera. Toda ellas, originándose acaecidamente en un lejos 1969 por un simple accidente.

La historia romántica del género bien podría contar los sucesos de la siguiente manera: “Los integrantes de “Vanilla Fudge”, Carmine Appice y Tim Bogert, pensaban armar una banda junto a dos de los exintegrantes del primer “Jeff Beck Group”, Rod Stewart y el propio líder, Jeff Beck. Los preconcebidos e idealizados “Cactus” darían a luz en los Estados Unidos meses más tarde. Sin embargo, las jugarretas del “destino” tenían otros planes para ellos y el propio género… Semanas previas al inicio de los ensayos y el acercamiento más profundo por parte de los integrantes –en la idealizada alineación– el otrora guitarrista de los “Yardbirds”, Beck, tuvo un fuerte accidente de auto que lo dejó inhabilitado por poco más, poco menos, de un año. Debido a los atrasos ocasionados por el suceso, Stewart fue el primero en abandonar el proyecto, uniéndose a Ronnie Wood (hoy un Rolling Stone) tiempo después para fundar “Faces”. Appice y Bogert tampoco se quedaron con los brazos cruzados y contrataron como cantante a Rusty Day, proveniente de “The Amboy Dukes” (primera agrupación de Ted Nugent) y a Jim McCarty como guitarrista, quién venía de colaborar con gente de la talla de Buddy Miles, Mitch Ryder y Jimi Hendrix.

El trabajo de la primera alineación oficial de Cactus surgió en 1970 con un excelente recibimiento por parte de la crítica y público en general. Sus siguientes dos álbumes se dieron al tiempo que un recuperado Jeff Beck reorganizaba su segundo “Jeff Beck Group”… Debido a diferencias personales entre los miembros, Bogert y Appice despidieron tanto a McCarty como a Day previamente a la composición  y lanzamiento de su cuarto álbum. Sus cargos corrieron, lejos de la suma de un tecladista,  a cargo de Werner Fritzschings y Peter French (de Atomic Rooster), respectivamente. A pesar del agrado por parte de la audiencia de ese su cuarto disco de estudio, Appice y Bogert deciden renunciar a “Cactus” y unirse por fin a Jeff Beck –quien también daba por concluida la segunda alienación de su proyecto personal– para crear el trío “Beck, Bogert & Appice”, mismo que sólo dio a luz un disco de estudio y uno en directo antes de desaparecer. La historia desde entonces se cuenta sola y a través de las leyendas. El tiempo, queda claro, no fue del todo justo y colocó a todos los referidos en distintas estirpes dentro de la familia Rockera.”

Beck y Stewart, es sabido, se fueron convirtiendo en algunos de los apellidos más reconocidos de la música popular. Beck más un ícono del Rock y la ejecución de la guitarra, Stewart más una figura pop con diferentes y contrastantes facetas… Ambos, claramente está escrito, no se reencontrarían sino hasta mediados de la década de los 80 bajo pretexto de su versión del clásico de 1965, “People Get Ready”, original de “Curtys Mayfield & The Impressions”… En cuanto a “Cactus”, su popularidad se fue relegando, sí, pero su calidad se mantuvo al grado de convertirse en una de las agrupaciones pioneras del Hard Rock con mayor culto. Definitivamente se fue volviendo una de esas bandas que recelosamente se guardan para los mejores momentos, para apaciguar los fuegos de declaraciones novedosas por parte de las nuevas generaciones… Tan adelantados fueron que muchas agrupaciones de principio de los 2000 sonaban a ellos. Su influencia, directa e indirecta, ha terminado por ser más que aceptada.

Durante décadas, es cierto, se mantuvieron bajo la sombra de lo popular como un extraordinario recuerdo. Una nostalgia de altura y sobre todo una excepcional recomendación para los buenos oídos. No obstante, 34 años después del lanzamiento de su último disco, deciden reencontrarse para hacer unas cuantas presentaciones en algunos foros radiofónicos, así como en festivales y clubes de los Estados Unidos. Meses más tarde al caluroso recibimiento, bajo la alineación Tim Bogert, Carmine Appice, Jim McCarty y un nuevo cantante, Jimmy Kunes, entran al estudio para la grabación de un quinto álbum y una gira que al paso de las fechas, les obligo a realizar cambios muy similares a los efectuados durante su carrera de los 70. Werner Fritzschings retornaría, por ejemplo.

El resultado de “V” es, rotundamente, la plausible continuación de una breve pero pasmosa discografía llena de energía. Herederos del Blues más reacio, fueron una de las primeras agrupaciones que lograron convertirlo en pleno voltaje, arrojo y sobre todo carácter. Pocas bandas contemporáneas llegaron a sonar de una manera tan ácidamente atractiva. Su fuerza era mayúscula mientras su talento y sentimiento era pasmoso… Y aún lo es, “V” es una prueba de ello. En éste, su álbum del reencuentro, no sólo se halla esa herencia suya de los 70, sino la de todo el trasfondo de bandas que sin querer tocó su existencia. Su alma y sonido no podrían sino definirse como ellos mismos mencionan en uno de los cortes de este obligado álbum para todos los amantes de la buena música: “Rock”… Pero al repaso de su años, sí, cabe cuestionarse: ¿qué habría sucedido si Jeff Beck no se accidenta en aquel diciembre del 69?


Tracklist.

I.- Doing Time (4:49)
II.- Muscle And Soul (5:39)
III.- Cactus Music (4:34)
IV.- The Groover (4:47)
V.- High In The City (4:11)
VI.- Day For Night (5:49)
VII.-  Living For Today (2:58)
VIII.- Shine (3:57)
IX.- Electric Blue (5:40)
X.- Your Brother’s Keeper (4:33)
XI.- Blues For Mr. Day (1:21)
XII.- Part Of The Game (5:02)
XIII.- Gone Train Gone (4:50)
XIV.- Jazzed (4:42)

Sobre el autor: Transeúnte de páginas y acetatos digitales, recibe con mayor ahínco el frió en verano que el calor en otoño. Su situación jurídica es tan parca como su obra impresa. Escribe en servilletas sus más osados pensamientos y en hojas de libreta sus gastos cotidianos. Espera resarcir algún día la herencia de sus actos con aquellos que nunca pagan sus pecados, dígase de otra forma, la clase política nacional. Para más desvaríos, visitar su sitio personal: www.lacosaestaasi.blogspot.com

CAPÍTULO 6: ¡LA POCO ACERTADA VIDA DE RAM MAN!


             “Hay historias que encuentran un lugar en la gente que las conoce. Al saber de ellas las guardan y nutre un aspecto de sus vidas. Un aspecto de carencia o de suficiencia, según sea el caso, pero que necesariamente les llegan a identificar. Están las historias donde el individuo menos pensado se convierte en héroe, ya sea por su génesis oculta o por sus hechos en la vida. Y están las historias del villano, que de tan carismático, se convierte en un ejemplo a seguir, un paradigma de nuestros tiempos, donde no siempre ser el bueno, es lo más indicado. A continuación, revisaremos la historia de alguien que reúne ambos perfiles y que a la vez, es muy dudoso hacerlo encajar en ellos.

El ariete humano, Ram Man es un zotaco de 1.55 y cabeza plana. Eso define todo en su vida: tan corto de estatura como de entendederas, plano del cráneo como plana es su visión del mundo, Ram Man – y esto puede ser desconocido para la mayoría – viene de una familia de abolengo en Eternia. Causa por la que nunca tuvo que preocuparse de tener un cuenco de aguamiel lleno o de un racimo de vid fresca cada mañana. No obstante, su familia tiene propiedades y parabienes no sin la reserva y soslayo de la mayoría de la gente del reino. Y luego este cabrón sale así todo deforme puessss…  El asunto es que Ram Man desciende de la familia a la cual se atañe la divergencia social y caída tecnológica que otrora disfrutara el entero planeta Tierra. ¿Qué qué? Preguntarán ustedes, asiduos lectores, pero la verdad es esa.

El Reino de Eternia que prácticamente engloba ¾ partes del planeta, es el resultado de un estallido en la estructura social y una guerra que aconteció hace muchos años, cuando el mundo era justo como ustedes y yo lo conocemos ahora. Para ser breves, Eternia es una realidad futurística alterna de lo que nosotros conocemos como el Planeta Tierra. A ellos se los llevó el carajo porque, de la familia de Ram Man, se desprenden antiguos gobernantes y funcionarios de México. En concreto, los que decretaron la Ley de Trabajo hacia el 2018. En ese contexto, el Gobierno reclutaría a gente sin recursos y sin empleo y les daría educación, capacitación y aprendizaje en masa, produciendo específicamente algún tipo de obreros y burócratas, los cuales serían insertados sus filas de impuestos. Esto provocó una reacción de trabajadores de Gobierno, hasta de los que se hacen pendejos todo el día en facebook y los aviadores. El recurso se había consumido y las direcciones implosionaron ¿Cómo? ¿Por los derechos de los trabajadores? Claro que no. A algún estúpido burócrata sin experiencia se le ocurrió que podría usar unos porcentajes de cajas chicas de Gobierno para pagar a estos trabajadores nuevos, compensándose con fuerte recaudación hacendaria. Craso error: no puedes quitarle a un funcionario el dinero que roba. NUNCA. Ni siquiera bajo la promesa de que obtendrá más a futuro. En éste caso, los funcionarios no son empresarios, por lo que sus miras son cortas y planas. Ellos quieren su dinero y lo quieren ahora.

Así, los aviadores, huevones y queridas de los jefes se unieron en un frente común con el resto de los trabajadores, provocando una caída estructural de las funciones de Gobierno. Revelaron sus chingaderas, secretos y tranzas y se vinieron una serie de juicios que saturaron al sistema judicial mexicano. El efecto dominó era claro y la gente aclamó a sus nuevos héroes. Aquellos que otrora se la vivieran jugando Solitario en sus computadoras (Candy Crush Saga y Flappy Bird eran algo demasiado complejo para ellos), ahora eran apreciados por sus compañeros. Aquellos que eran patiños y mandaderos de los jefes, ahora poseían información importante que derribó a esas ratas mayores, aquellas antojables putonas que eran amantes ignorantes constantes de los jefes, eran verdaderas próceres de la nación al haber sacado a la opinión pública la ropa sucia de dichos jefes. Ahora ellos eran los héroes,  ellos lucharon por sus derechos y ahora, eran ejemplo para la gente y entre vivas y hurras los llevaron a los más altos puestos. ¿Qué sucedió? Bueno, como era de esperarse, si estos huevones que se la vivían chateando en facebook y twitteando mensajes para acomplejados, poco o nada sabían de su chamba, menos iban a lograr regir una nación. Igual con los patiños y las putas. Una cosa es hacerle los mandados al jefe, una cosa es menearle las nalgas a alguien para no perder el cheque y otra enteramente distinta es poder llevar una nación. Bueno, de este grupo de personas era la familia de Ram Man.

La caída sucedió, todo se fue a la chingada. La nación mexicana cayó y se llevó con ella a las demás sub economías que le rondaban: los tratados mercantiles con países interdependientes como El Salvador, Cuba, Belice (esa madre se dice, más bien era una colonia chiapaneca), Honduras, Nicaragua y demás inodoros cercanos, se fueron a la mierda y así pudieron tener una excusa viable para volver a vestir taparrabos. México era una gran mina de oro para países poderosos y sus economías también se vieron afectadas. El gran problema de Estados Unidos fue que se quedaron sin droga. Es fácil entonces, ver por qué se fueron a la mierda los gringos. Sin flujo de drogas, el país simplemente no funcionó y el american dream se despertó.

En forma resumida, eso es lo que sucedió y el retroceso a la era preindustrial fue el entorno lógico en el que se desarrolló la nueva era del mundo. Pasaron los años, las décadas y algunos siglos y Eternia surgió como un reino donde convivían los restos de la civilización, con algunos deformes productos de la estúpida izquierda mexicana, la mentalidad tuti fruti pendeja del gringo del Reader´s Digest, la actitud esnob de la cultura eurocéntrica y los callos en las patas del tercer mundo, dando a luz a seres como Merman, Mecanek, Orco, Beastman, Buzzoff, Trap Jaw  y Ram Man, entre otros.

Entendemos así, cómo es que Ram Man, aunque hayan pasado muchos años, es parte histórica por su familia, de la porquería que asola a Eternia y lo inmunda que es. Por lo que su relación con la sociedad de este reino es bastante ambigua. Si He Man quería entrar a huevo en una casa, pues con tocar era suficiente, pero Ram Man tenía que llegar con su voz de que alguien le aplasta los pulmones a insistir en tocar con la cabezota: ¡Yo! ¡Yo voy! Yo toco!, se impulsaba con sus patas y madres, a romper las puertas. Pues con razón de pendejo no lo bajaban. Luego, que el reino se inventó un nuevo impuesto, una nueva orientación sobre los que más tienen, en una movida atrevida y populachera, ya que había mucho jodido y poco latifundista, pero el rey supo introducir la nueva ley: A todo aquél habitante de Eternia que tenga un castillo y la cabeza plana, se le incautará el 80% de sus propiedades, para pavimentar los pantanos, meter alumbrado público en las calles principales porque las antorchas consumen mucho aceite y petróleo. No pues me lo dejan medio pobre al cabrón. Y necio que él no tiene un castillo, sólo que es una casa grande y vieja. Pero de nada sirvió.

Las tropelías que surgieron a raíz de esto, pues fueron una carrera muy corta para Ram Man. Lo primero que fue a hacer para manifestar su rebeldía, fue asaltar un banco, que en Eternia, era el castillo de Sorceress, la cual, aparte de tener buena, también era la tesorera del reino. Literalmente guardaba en su castillo, baúles y cofres con monedas y joyas y la chingada, como si fueran productos de la piratería. Como sea, va este cabrón y le rompe la puerta a Sorceress, la tipa se encabrona, le echa sus embrujos y me lo deja convulsionando (o combulsionando como dicen los egresados del TEC), lo cual para Ram Man es agónico porque está metido en esa semi armadura que no le da mucho chance de moverse, así que nomás vibraba en una pose tirado en el piso. Órale, lo encarcelan y madres, se escapa aventándose otra vez. De plano el bigotón del Man At Arms y He Man cuando no es un príncipe maricón lo abordan y le dicen: oye cabrón, ya bájale de huevos. Mira, eres torpe, lento y con una sola habilidad en la vida.  ¡Quiérete a ti mismo! ¡Respétate! Aprovecha esas madres que tienes pero en un contexto que te beneficie. Pues Ram Man no le agarró la onda del todo, agarró camino y se fue a vagabundear por todo Eternia.

El caso es que un buen día, va Ram Man en su pesaroso andar, cuando ve en uno de esos castillos viejos que le recuerdan la vejación hacendaria que sufrió, un lugar para desquitar su frustración. Va el enano a darle de topes para meterse a descansar, pues otra cosa no sabe hacer. Y ahí está, tope y tope hasta que desmadra la puerta y estaba el Skeletor en un acto de brujería y candombe abriendo un portal hacia otra dimensión. “Óooooorale” grita Ram Man y el cara de hueso se sorprende dándose cuenta del intruso. Con su bastón que trae el Bafomet, Skeletor se quiere deshacer de Ram Man pero éste brinca y le cuestiona al jefe de los Masters agrios y malvados que qué se trae. Skeletor lo cagotea con unos rayos que salen del bastón. A Ram Man nomás le rebotan y se enfurece, pero echa un ojo al portal. Skeletor amenaza nuevamente al enano “Tú, esbirro de He Man y el Rey Barbastengas, no me quitarás mi nuevo episodio de gloria”.

El Ram Man oculta que se obra de miedo y no puede hacer mucho por evitar un rayo disparado del báculo calaveroso que en lugar de rebotar, ahora lo envuelven. “¡Yo tengo ahora importancia y soy señor de los humanos de esta Tierra alterna! ¡Tengo su respeto y su miedo, erigen mi figura para adoración, me dejan coquitas al tiempo y galletas caducas! ¡Soy para esa runfla de patas rajadas e imbéciles La Santa Muerte! Y si te atreves a fastidiar mis planes, ¡haré honor a ese título tomando tu vida! Me apersonaré en ese planeta y todos me rendirán culto foreva and eva” Y riájale, pinche Skeletor por error que manda a Ram Man a nuestro mundo cerrando el portal y haciendo una muina de aquellas. De consuelo le queda la humillación de Ram Man viviendo en nuestro mundo sin poder decir a los ignorantes que alaban a Skeletor como San La Muerte, que no es un dios y mucho menos cumple aspiraciones pendejas de rancheros que quieren que Petra se enamore de Gorgonio. La verdad es que a Ram Man como que le da igual. Algo dentro de él sabe que nadie lo extraña en Eternia y que aquí al menos puede buscarse un lugar. Lo malo es que nomás llegó y agarró a cabezazos al mundo moderno, el cual lo encerró en chirona un rato, hasta que fue reclutado por el gobierno gabacho para entrarle a apoyar a la Liga de Perdedores.”

-        ¿Cómo es que sabes tanto pinche Sinuhé? Yo la neta, cuando crezca, quiero ser como tú

-        No pinches mames Puck, tú nunca vas a crecer… - la sonrisota de Puck es la seña presente de que el jefazo cayó en la broma – aaahhh….. – musita suspirando el loquero – pues esta historia me la sé porque Ram Man me la contó. Todos sabemos de sus tropelías aquí en la Tierra, pero nunca cómo es que llegó aquí, que fue por mero accidente. Así que de eso se trata caún. El Ram Man no es tan mula, nomás es medio pendejo y te puedo decir que el tipo va a funcionar. Es de la segunda tanda que me endilgan junto a ti, pero yo te digo, Bertha y los demás se sentirán apoyados con ustedes. Yo sé que me lo mandaron por lusersote, porque no es ningún Capitán América ni un individualista que se corta las venas con su sentido de la moral de aguas-soy-remalote como Batman o el Wolverine. ¡Infiernos carajientos, que yo me siento más apoyado con ustedes que son una bola de pendejos que con el Spider Man! Así que vamos a recibirlo.

Desierto de Libia, hoy

Pobre de Sinuhé, sigue ahí tumbado en la arena ¿Quién lo va a ayudar por el amor de YVH? ¿Y Oolong? ¿Y los matones? ¿Y todo lo demás?