martes, 9 de junio de 2015

CHANGE OF SCENES – THE KENNY CLARKE-FRANCY BOLAND BIG BAND WITH STAN GETZ (1971)



(…) this rare album was originally released only in Europe
testifies to the dominance of Jazz-Rock in 1971 and not to
the staggering quantity of imagination that one hears on
the session today.

- Richard S. Ginell.

El Jazz de mediados de los 60 comenzó a aceptar mayoritariamente el puente entre géneros, ese eslabón entre categorías que muchos otros tantos ejecutantes y compositores de distintitas estirpes (muchos de ellos deseando ser etiquetados únicamente como músicos) ya habían comenzado poco tiempo antes y que se valoró, años después ya entrados los 70, como Música Experimental, Rock Progresivo, Jazz-Rock, Fusión y un muy nutrido etcétera... Quedaba claro entonces que el espectro sonoro abría sus puertas a una generación que gustaba de hallar en los recovecos de la pasión creativa una declaración y rúbrica donde las formalidades quedaban un tanto detrás con el fin de encontrar un universo musical sin fronteras.

Los resultados de dichas experimentaciones, estudios y laboratorios harmoniosos fueron reduciendo, en su mayoría, el número de integrantes dentro de las agrupaciones de la época; asunto que se venía dando en el Jazz desde los 40 con el nacimiento del Bebop. Las orquestaciones quedaban para los acompañamientos en estudio dentro de los circuitos más comerciales; la labor de la ideología presente en esos años recaía más bien en poder hacer todo lo grabado sobre el escenario: demostrar lo ya previamente ofrecido y un tanto más. De dichos años, claro, podemos hablar de diversos proyectos que fueron mutando; evolucionando o desapareciendo. De músicos que se convirtieron en entradas y salidas para el éxito y la historia de otros tantos similares. De grupos-talleres y ventanas pasmosamente adelantas incluso para nuestros tiempos.

En el reacio mundo del Jazz las cosas no se distanciaron mucho de ese presente experimental como ya se ha mencionado; el Free había gritado ya su rebeldía, por ejemplo, e incluso se habla de un periodo de repatriación para todos aquellos ejecutantes venidos de una escuela más “académica” que, así se pensó originalmente, no podrían entrarle de lleno a este nuevo “juego”… Europa obligadamente fue entonces para todos ellos su nuevo hogar. Un territorio que los adoptó, sí, pero que también logró una de sus grandes excepciones de la mano, mente y visión del Belga Francy Boland, quien en 1961 junto a Kenny Clarke, otro repatriado, no dejaría de lado la colectividad y el acento de las Big Bands; conjuntos que lógicamente habían ido perdiendo terreno tanto en popularidad como llamado ante los nuevos acentos.

La Kenny Clarke-Francy Boland Big Band juntó entonces de manera portentosa a una serie de importantes músicos de ambos continentes como Herb Geller, Ronnie Scott, Wolfgang Hirschman, Art Famer y demás con el objetivo de seguir dándole cabida al estilo y la formación pero formalizando de igual manera su paso a los nuevos tiempos. Esta agrupación coral no era de un sonido clasicista sino de una manía tan rica en polifonía y cambiantes ritmos que sus logros se resumen en no sólo ser una de las más Grandes Orquestas de la historia sino la más importante jamás conjuntada lejos de la tierra donde éstas habían nacido. “Change Of Scenes”, su última entrega debido a una baja respuesta del público –no así de la crítica especializada– fue a su vez la despedida pero su mayor punto en la cresta también. Sus tonalidades, el uso timbríco de sus instrumentos en una vorágine rítmica son aún admirados por propios y extraños. Los análisis a esta obra zozobran en halagos y recomendaciones. Su unidad sonora es de una riqueza tal que no sólo se vive de extraordinaria manera “la primera vez” que se experimenta sino en todas las ocasiones en que se decide escucharlo. Debe de sentirse.

De una rareza atrayente y un eco inmemorial, “Change Of Scenes” no sólo fue apoyado por algunos de los solos más ajenos al convencional estilo de Stan Getz, al menos no con el que se le recuerda mayormente, sino dentro de esa esquina donde los monstruos de un espacio y un tiempo se presentan para jamás marcharse. Francy Boland lo logra también con este álbum (todas son composiciones suyas), al tiempo que fabrica un espacio para reverdecer siempre ese rincón que nos ofrece algo diferente, algo especial. Algo a lo que nos acercamos musicalmente simple y llanamente por el placer. El placer de escuchar, verdaderamente escuchar y formar parte de algo más grande.


Tracklist.

I.- Extravagances (6:03)
II.- Symptones (5:50)
III.- Quiproquos (9:17)
IV.- Escaramouches (4:47)
V.- Touchstone (6:34)
VI.- Provocations (6:36)

Sobre el autor: De una mirada absolutamente nada siniestra, sueña con tener una presencia mucho más oscura que la del ladrón que le ha de asaltar en un callejón oscuro. Su melancolía se confunde habitualmente con su sonrisa pero con garbo camina feliz cuando la banqueta está por terminarse. Promete algún día dirigir una cámara hacía el cielo para así comenzar su ópera prima. Para más hallazgos de corte nada visceral darse una vuelta por su sitio personal: www.lacosaestaasi.blogspot.com

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