martes, 9 de junio de 2015

NINFOMANIA, LA ADICCIÓN SEXUAL CON SIGNIFICADO CULTURAL.


Si nos apegamos a lo que dice el Diccionario de la Real Academia Española, ninfomanía se considera al furor uterino, en otras palabras el “deseo violento e insaciable de la mujer de entregarse a la cópula”; con su más reciente obra estrenada hace un par de años (2013) y dividida en dos partes, Lars Von Trier busca destapar y explorar los impulsivos deseos sexuales de  Joe, interpretada por Charlotte Gainsbourg, quien después de sufrir una tremenda golpiza conoce a Seligman, encarnado por Stellan Skarsgård, un perfecto desconocido al que comienza a contar sus destrampes sexuales desde muy temprana edad, y como el frenesí sexual aumentó con el pasar de los años, al grado de convertirse más que una adicción, en una necesidad.

Sin embargo, su prolífica vida sexual no se ve exenta de amor y sufrimiento, iniciando con su padre y el gran afecto que tiene por él, así como la admiración que tiene por sus conocimientos botánicos, que la dejan marcada al grado de conservar un libro donde colecciona hojas de árboles; por el otro lado, el afectivo, el de pareja, aparece Jeròme, interpretado por Shia LaBeouf, quien funge como algo más que una pareja pasajera, de las muchas que Joe encontró en su camino a la cima sexual, él es el único vínculo que tiende a situarla en una realidad distinta a la que vive,  una especie de ancla que la ata al mundo mundano y trivial, que ama pero detesta a la vez, que la hace llorar y sufrir, pero también le produce nauseas y repulsión; una relación que sólo podía tener una conclusión, y que como el lector imaginará es que Joe continua transitando e intercambiando parejas tan quitada de la pena, como cervezas se venden en un bar en pleno furor de vacaciones de verano.

Lars Von Trier juega con las experiencias de Joe y las intercala con su eterno ego, desde la música y las requeridas explicaciones de composición, pasando por pasajes de la biblia y su interpretación cuasi hermenéutica, hasta la pintura y el por qué de sus trazos, todo esto a través del personaje de Seligman, que pareciera ser una alegoría a la persona de Von Trier, con su incansable búsqueda de conocimiento y raciocinio clasista, un personaje que sirve para descifrar los pecados más oscuros de Joe y vincularlos con el arte y la historia, o explicarlos a través de éstas, como si esto fuera posible, pero para Von Trier las barreras culturales no son impedimento alguno y, por momentos, la película se transforma en una clase de historia, pintura y música, mezclándolas con el sexo duro y pecaminoso de su protagonista, empalmando todo como artista renacentista.

Con esto no quiero decir que la película sea mala, pero creo que cae en excesos de ego por parte del realizador, aunque tampoco es de extrañarse ya que en buena parte de su obra recurre a estos arranques de hombre culto (y sin duda que lo es, pero no se debe confundir el cine como expresión artística con una clase de posgrado), no pude dejar de pensar en “Melancolía” (2011), la cinta que antecede a esta en el currículum del director en la que presenta esta misma constante al bombardearnos con música clásica y la obra pictórica de Brughel.

Las dos partes en las que se divide Ninfomanía tienen sus altas y bajas, siendo la primera de ellas la mejor desarrollada, dejando al espectador con ganas de más, esperando tener un final desgarrador y atroz para su protagonista, lamentablemente la segunda parte deja mucho que desear, los hilos que sostenían la primera se comienzan a deshilar en su desenlace, la protagonista se convierte en un fetiche de ella misma, y su desarrollo como personaje se pierde en la inmensidad sexual que la rodea, dejando a un lado las emociones y los traumas que podría tener alguien en una situación similar; algo que me llamó la atención fue la inclusión, y elección, del pupilo de Optimus Prime, Shia LaBeouf, no entiendo las razones actorales de Von Trier para incluirlo en la cinta, salvo la penetración que un actor de la talla (en cuanto a las producciones palomeras hollywodenses) podría tener en los Estados Unidos.

De inicio fue un tanto extraño verlo sin ropa en la película y teniendo sendos coitos sexuales con Joe durante buena parte del film, para la segunda cinta la sensación de extrañeza disminuye, aunque su aporte sexual también lo hace considerablemente, una buena prueba para el joven actor dejar los dólares y fama ganados de la mano de Michael Bay y Steven Spielberg.

Para terminar creo que podría resumir a Ninfomanía como una propuesta sumamente provocativa por parte de un director que gusta de romper con los cánones y moldes establecidos por la industria norteamericana; sin embargo, la cinta no cierra el ciclo que comenzó, se siente inconclusa, dividida en una parte buena y otra no tanto, con los guiños y excesos culturales que tanto gustan al polémico director autodeclarado nazi, una cinta que parecía llevar al extremo los limites de la censura contando una historia redonda pero que se cae en las pretensiones iconoclastas de su autor, dejando a un lado la introspección y problemática de su personaje para dejar solo la adicción, perdiéndose en un enorme bosque de citas textuales, composiciones musicales y trazos pictóricos,  como Joe se pierde en su mundo sexual carente de sentido y fin, una película que podría dar vueltas una y otra vez en su mismo eje, como un perro persiguiendo su cola sin parar, con un personaje que parece que no tendría nada más que decir más que gemir y disfrutar.


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