Si nos apegamos a lo que dice el
Diccionario de la Real Academia Española, ninfomanía se considera al furor
uterino, en otras palabras el “deseo violento e insaciable de la mujer de
entregarse a la cópula”; con su más reciente obra estrenada hace un par de años
(2013) y dividida en dos partes, Lars Von Trier busca destapar y explorar los
impulsivos deseos sexuales de Joe,
interpretada por Charlotte Gainsbourg, quien después de sufrir una tremenda
golpiza conoce a Seligman, encarnado por Stellan Skarsgård, un perfecto
desconocido al que comienza a contar sus destrampes sexuales desde muy temprana
edad, y como el frenesí sexual aumentó con el pasar de los años, al grado de
convertirse más que una adicción, en una necesidad.
Sin embargo, su prolífica vida
sexual no se ve exenta de amor y sufrimiento, iniciando con su padre y el gran
afecto que tiene por él, así como la admiración que tiene por sus conocimientos
botánicos, que la dejan marcada al grado de conservar un libro donde colecciona
hojas de árboles; por el otro lado, el afectivo, el de pareja, aparece Jeròme,
interpretado por Shia LaBeouf, quien funge como algo más que una pareja
pasajera, de las muchas que Joe encontró en su camino a la cima sexual, él es
el único vínculo que tiende a situarla en una realidad distinta a la que
vive, una especie de ancla que la ata al
mundo mundano y trivial, que ama pero detesta a la vez, que la hace llorar y
sufrir, pero también le produce nauseas y repulsión; una relación que sólo
podía tener una conclusión, y que como el lector imaginará es que Joe continua
transitando e intercambiando parejas tan quitada de la pena, como cervezas se
venden en un bar en pleno furor de vacaciones de verano.
Lars Von Trier juega con las
experiencias de Joe y las intercala con su eterno ego, desde la música y las
requeridas explicaciones de composición, pasando por pasajes de la biblia y su
interpretación cuasi hermenéutica, hasta la pintura y el por qué de sus trazos,
todo esto a través del personaje de Seligman, que pareciera ser una alegoría a
la persona de Von Trier, con su incansable búsqueda de conocimiento y
raciocinio clasista, un personaje que sirve para descifrar los pecados más
oscuros de Joe y vincularlos con el arte y la historia, o explicarlos a través
de éstas, como si esto fuera posible, pero para Von Trier las barreras
culturales no son impedimento alguno y, por momentos, la película se transforma
en una clase de historia, pintura y música, mezclándolas con el sexo duro y
pecaminoso de su protagonista, empalmando todo como artista renacentista.
Con esto no quiero decir que la
película sea mala, pero creo que cae en excesos de ego por parte del
realizador, aunque tampoco es de extrañarse ya que en buena parte de su obra
recurre a estos arranques de hombre culto (y sin duda que lo es, pero no se
debe confundir el cine como expresión artística con una clase de posgrado), no
pude dejar de pensar en “Melancolía” (2011), la cinta que antecede a esta en el
currículum del director en la que presenta esta misma constante al bombardearnos
con música clásica y la obra pictórica de Brughel.
Las dos partes en las que se
divide Ninfomanía tienen sus altas y bajas, siendo la primera de ellas la mejor
desarrollada, dejando al espectador con ganas de más, esperando tener un final
desgarrador y atroz para su protagonista, lamentablemente la segunda parte deja
mucho que desear, los hilos que sostenían la primera se comienzan a deshilar en
su desenlace, la protagonista se convierte en un fetiche de ella misma, y su
desarrollo como personaje se pierde en la inmensidad sexual que la rodea,
dejando a un lado las emociones y los traumas que podría tener alguien en una
situación similar; algo que me llamó la atención fue la inclusión, y elección,
del pupilo de Optimus Prime, Shia LaBeouf, no entiendo las razones actorales de
Von Trier para incluirlo en la cinta, salvo la penetración que un actor de la talla
(en cuanto a las producciones palomeras hollywodenses) podría tener en los
Estados Unidos.
De inicio fue un tanto extraño
verlo sin ropa en la película y teniendo sendos coitos sexuales con Joe durante
buena parte del film, para la segunda cinta la sensación de extrañeza
disminuye, aunque su aporte sexual también lo hace considerablemente, una buena
prueba para el joven actor dejar los dólares y fama ganados de la mano de
Michael Bay y Steven Spielberg.
Para terminar creo que podría
resumir a Ninfomanía como una propuesta sumamente provocativa por parte de un
director que gusta de romper con los cánones y moldes establecidos por la
industria norteamericana; sin embargo, la cinta no cierra el ciclo que comenzó,
se siente inconclusa, dividida en una parte buena y otra no tanto, con los
guiños y excesos culturales que tanto gustan al polémico director autodeclarado
nazi, una cinta que parecía llevar al extremo los limites de la censura
contando una historia redonda pero que se cae en las pretensiones iconoclastas
de su autor, dejando a un lado la introspección y problemática de su personaje
para dejar solo la adicción, perdiéndose en un enorme bosque de citas
textuales, composiciones musicales y trazos pictóricos, como Joe se pierde en su mundo sexual carente
de sentido y fin, una película que podría dar vueltas una y otra vez en su
mismo eje, como un perro persiguiendo su cola sin parar, con un personaje que
parece que no tendría nada más que decir más que gemir y disfrutar.
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