domingo, 10 de febrero de 2013

LA VUELTA AL FUTURO EN 11 FILMS


         Recuerdo que de niño tenía una percepción distinta del futuro a la que tengo ahora, y creo que, conforme fue transcurriendo el tiempo, se fue distorsionando. Pasó de ser alegre y armónica, a caótica y peligrosa; buena parte de ese cambio fue producto de las películas que vi, el cine se presentaba ante mí con versiones sumamente diferentes del futuro en ese momento, me mostraba planetas dominados por simios, donde el humano era controlado por estos por ser considerado una amenaza, ya que tiempo atrás en ellos había estado el control del planeta (Planet of the Apes, Franklin J. Schaffner, 1968).

Sociedades adictas tanto a drogas de diseño como a la hiperviolencia, ciudades repletas de bares donde esos estupefacientes se consumen con la mayor normalidad, pandillas juveniles que tienen como diversión violar jovencitas y buscar bandas rivales para protagonizar salvajes golpizas en ciudades en donde, el Estado ha implementado nuevos métodos de control del delito a través de shockeantes terapias visuales (A Clockwork Orange, Stanley Kubrick, 1971). Presencié vertiginosas persecuciones entre brutales motociclistas y desquiciados patrulleros del camino, que lo único que buscan es descargar toda esa adrenalina velocista que corre por sus venas, en un mundo donde los primeros saquean pueblos y cometen todo tipo de atrocidades (Mad Max, George Miller, 1979).

También pude ser testigo de cómo un hombre es abducido por una computadora para llevarlo a un mundo virtual, donde sorteará toda clase de obstáculos y saldrá avante de todas las amenazas que lo acechan, ayudado por un programa rebelde que quiere terminar con la tiranía del programa maestro (Tron, Steven Lisberger, 1982). Mientras, un grupo de cyborgs conocidos como replicantes, muy parecidos a los humanos, son enviados a cumplir misiones a planetas distantes para que, al finalizarlas, sean descontinuados y eliminados (Bladerunner, Ridley Scott, 1982). Ciudades vigiladas por súper policías, cuasi invencibles, capaces de llevar a cabo operaciones de alto riesgo por sí solos, (Robocop, Paul Verhoeven, 1987).

Viajes a Marte para recorrer sus enormes desiertos rojizos, conocer personas que habitan ese planeta y han sufrido mutaciones por la falta de aire, empresarios aliados con gobernantes codiciosos y corruptos que limitan el abasto del vital elemento para controlar y mantener a raya a la población (Total Recall, Paul Verhoeven, 1990). Sociedades anárquicas que vaticinaban la llegada del nuevo milenio, en las que ex policías venden equipos de realidad virtual para revivir experiencias únicas, como asesinatos, asaltos, recuerdos placenteros o relaciones sexuales (Strange Days, Kathryn Bigelow, 1995).

Vivir en una ciudad oscura secuestrada, donde hombres y mujeres son conejillos de indias para razas extraterrestres moribundas que buscan una cura para un vacío extra existencial (Darkcity, Alex Proyas, 1998). Ser parte de un mundo sin saber que este es creado por impulsos electromagnéticos que van directo a nuestro cerebro, impulsos envíados a humanos por gigantescas computadoras y máquinas que recrean mundos utópico (Matrix, Larry y Andy Wachowsky, 1999). Pertenecer a sociedad donde las prohibitiva, donde el arte es un delito, con el fin de evitar sensaciones como rencor, dolor, avaricia, envidia, o amor (Equilibrium, Kurt Wimmer, 2002).

Ver como policías encubiertos se vuelven adictos a sustancias creadas por empresas multinacionales, mismas que a su vez se encargan de su rehabilitación, encubriendo un enorme negocio redondo ya que, dentro de sus instalaciones, hombres y mujeres que buscan superar su adicción se dedican a cosechar la droga por la cual se han vuelto irreconocibles para todos sus amigos (A Darkly Scanner, Richard Linklater, 2006).

El futuro, tal como es visto en el cine después de este breve recorrido por algunas de las muchas películas que hablan de él, es oscuro y desolador, la desesperanza habita en la mayoría de sus temas: políticos déspotas y codiciosos; humanos alienados y controlados por el sistema; hombres y mujeres decadentes sin mayor ambición en la vida que conseguir una dosis más de droga para poder sacar el día; la manipulación de la información por parte de las televisoras y tabloides que en el único punto donde convergen es en cuidar sus propios intereses. Vale la pena preguntarse, qué tan lejos estamos de ese futuro, porque todo parece indicar que lo tenemos más cerca de lo que pensamos, los movimientos sociales que están teniendo lugar en buena parte del mundo son una muestra de ello, así como la crisis económica que está viviendo buena parte del mundo y lo que pareciera ser el colapso del sistema capitalista, el derrocamiento de longevos regímenes dictatoriales, la poderosa fuerza que los medios de comunicación, sobre todo, la televisión e Internet, tienen sobre la colectividad, la proliferación y legalización (en algunos países) de drogas, la despersonalización de los individuos a través de las redes sociales mismas que conllevan a la poca o nula interacción personal entre hombres y mujeres.

Hoy, después de escribir este artículo, volteo años atrás a ver a ese niño que soñaba con un futuro esperanzador, ese infante que jugaba con canicas y juguetes de madera; hoy ese niño a desaparecido, su lugar lo ocupa un adulto sentado en un café, pensando en el futuro, viendo a un niño a su lado jugar con su PSP y mandar mensajes a sus contactos de Facebook a través de su celular, al ver esto, me pregunto ¿cómo se imaginará el futuro este niño?

Escenas iniciales de BLADE RUNNER

José Huerta: Empresario cinéfilo, realizador “progresivo” de la imagen y de su construcción en movimiento. Licenciado en ciencias de la comunicación, hecho que no ha sido impedimento para aventurarse en proyectos que viven en sus pesadillas, en su estilo – cada vez más propio- de lo que es el mundo; acuñado en la lectura, el cine, la fotografía y en últimas fechas la novela gráfica (vale la pena revisar sus análisis que van desde la cuadratura técnica a las bondades de la significación). En resumen un hijo putativo de Lynch defensor de la imagen, el “buen gusto” y de la creación voraz.

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