jueves, 7 de noviembre de 2013

DISTOPÍA PRESENTA: LA MUERTE


            De las múltiples interpretaciones que ha habido de la muerte, se han gestado igualmente infinidad de cultos y creencias (pareciera que es el verdadero motivo por el cual se conciben las religiones). Hablamos del trauma primordial de los hombres y a su vez, una de sus más longevas fuentes de adoración. Anhelada y repudiada, no ha habido cultura que no haya disertado en algún momento acerca de su origen y fin. Las cosmovisiones de este fenómeno son enormemente ricas y variadas, pero también demasiado prolijas como para abarcarlas todas en una sola mirada. Sabemos que en nuestro contexto y tiempo, es fuente de dolor y aflicción en comparación a civilizaciones más arcaicas o antiguas en donde a pesar de lo trágico del deceso, había una celebración a manera de despedida (entre otras formas ajenas al desconsuelo). Empero, nos es ignota la experiencia subjetiva del fallecimiento (solo se muere una vez hasta donde sabemos y acaso el sexo sea lo más aproximado). Origen de innumerables tratados esotéricos y prácticas espiritistas, el misterio hermético de la muerte es quizás la verdadera última frontera para la ciencia y la investigación ¿Que ocurre después del fallecimiento?

Para la fe, del trance final suceden variadas formas de inmortalidad: alma, divinidad, fusión con el cosmos etc., (Ver DISTOPÍA No. 5: La Inmortalidad http://distopiasensacionaldecultura.blogspot.mx/search/label/La%20Inmortalidad). Sin embargo, para otros tantos el miedo a lo desconocido se traduce precisamente en este tipo de creaciones enfebrecidas que solo cumplen la función de hacer menos desesperante la insoslayable defunción. No obstante, el problema de la muerte sigue ahí con todas sus connotaciones más allá de credos y explicaciones psicológicas o antropológicas. Afrontar el desenlace antes en tanto forma y actitud, es la cuestión más compleja de resolver cuando se trata de elegir el cómo morir. Posiblemente el momento no sea a partir de una elección (si dejamos fuera el suicidio), pero sí el fallecer de manera lo más tranquila posible (sin remordimientos). Queda entonces el aspecto del dolor ¿Es inherente a la muerte? En ese sentido la eutanasia siempre es humanitaria, pero desde la ética aun flota la interrogante ¿Que tanto somos dueños de nuestra muerte?

Hansel Toscano en Goodbye Cruel World confronta la idea de morir en base a la curiosidad y la obsesión del saber qué hay más allá de la muerte. Un viaje que se antepone en la vida por medio del esoterismo, el espiritismo, por ciertas reglas dictadas que van más allá de la mera charlatanería y que se sustentan en coherencia que nos empuja a saber sobre lo que nos depara la siguiente instancia. Así mismo nos invita a cuestionar la muerte como razón de temporalidad, como forma de asimilación, como implicación consciente que, a la par demanda crearle un espacio, un sentido y una forma. 

Porque la muerte no es algo que debe tomarse en serio, ni tampoco en vano. La muerte es un perfecto desconocido (a) que en cierto día se nos presentará para quedarse con nosotros permanentemente.

Lorena Rivera en SPQR  nos trae una aproximación distinta de la concepción de la muerte; nuestra colaboradora sitúa la idea de la muerte en una figura referencial a la misma, al menos en el sentido estricto de darle una propiedad de género, y quizá la idea no sea equivocada.

Pensemos en la muerte como entidad femenina  y no por mera arbitrariedad, todo esto responde a la implicación del mito, de los mitos de diversas culturas (greco-romanos, druidas y judío-cristianos) y de ello la figuración de una triada divina que nos lleva al simbolismo sagrado del número 3. Si quieres conocer más al respecto, y del cómo en cierta medida esto prevalece hasta nuestras fechas aquí es el lugar. La indecisión, el infortunio y la venganza son unas de esas introyecciones temporales.  Suena atractivo ¿no?

El Séptimo Sueño de José Huerta nos trae una de las mejores películas alusivas a la muerte, y qué mejor que ésta sea de manufactura mexicana, nos referimos a Macario (1960). Si bien se han abordado en diversas ocasiones análisis sobre ella, nuestro colaborador le otorga un sentido que nos llevará a un recorrido por una caverna atiborrada de velas, en la que se expresa la festividad de muertos en nuestro país y su constante lucha de pertenencia como rito fidedigno; empalmando así una descripción detallada sobre el protagonista de esta cinta que nos permite comprender que la muerte está representada desde el deseo de un manjar, la hibridación cultural, la desigualdad, el clero y el cine como medio testimonial de esto.

La viñeta en su tinta de Gabo Sosa nos invita a conocer un rostro distinto de la muerte, plasmada en la figura de una chica Darky de principios de los años noventa. Muerte es el nombre de esta chica, el título en  cuestión es “Death, the high cost of living” de 1993.  Esta obra se encuentra guionizada por uno de los grandes de la Novela Gráfica, nos referimos al señor Neil Gaiman (Sandman), no dejando de lado al maestro del trazo Chris Bachalo.

Les invitamos a revisar la desventurada vida de un chico que evoca al suicidio como posibilidad inmediata ante tanto malestar; la “vida”, sí, le cambiará cuando conozca a nuestra particular chica que le hará comprender que la inmolación no es la única opción de escape, que hay cosas tan “simples” como tomar un taxi, comerse un Hot Dog y conocer gente que te recordará que la cotidianidad puede ser el alivio último –quizá- de tus días. 

En este número contamos con la colaboración de un invitado: El Maestro Miguel Gonzalo Espinosa Lagunes, quien detalla de manera muy amplía la concepción de la muerte. Su ensayo registra cinco escenarios fundamentados en un binomio expuesto por Edgar Morín. En tanto, podremos dar cuenta de un recuento histórico que incluye implicaciones médicas, químicas, biológicas,  psicológicas, filosóficas, antropológicas, sociales, religiosas (incluyese rituales), hermenéuticas e inclusive –y no por menos relevantes-  espiritistas.

Un gran trabajo que vale en mucho revisarle. Un agradecimiento de nueva cuenta al Maestro Miguel Gonzalo Espinosa por compartir su percepción de un tema que aborda de manera muy académica y gratificante.

 La sección Onomatopeya de Agustín Güiris nos presenta a la muerte en voz y ejecución de uno de los mejores trovadores que ha dado la escena del rock y el folk, ese poder sureño que tan sólo podemos encontrar en voz, ejecución y letra del Señor Neil Young, tan eclíptico, tan variable y tan emocional; y el álbum recomendado en esta ocasión (Prairie Wind, 2005) no es la excepción.

No hay mejor forma de evocar una emoción, un sentimiento, si cuando éste es propiciado por dos sendas noticias: el que te diagnostiquen un aneurisma cerebral y la pérdida de un ser tan entrañable como puede ser tu padre. Para fortuna de sus seguidores, el señor Young supo canalizar todo este sombrío escenario en diez tracks que no tienen reparo alguno. Nuestro experto le recomienda. Lee y adhiérete a sus motivos sombríos. 

Regresa La caja de abalorios y en tanto su responsable Paco Payán singulariza la muerte describiéndonos un viaje por Venecia; no consideremos que éste atienda a la idea regular de lo romántico, del idilio europeo. En voz de nuestro colaborador  nos introduciremos en una historia que  se abotarga en complejidad y exquisitez, es tanto un diario que descansa en la cobijante  y reconfortante pasión  de un escritor habido de encontrar la vida en un amante que dinamita la moralidad de nuestro protagonista (Von Aschenbach).

“La muerte en Venecia” del autor Thomas Mann es quien inscribe de manera muy simbólica la condición del desfallecimiento transitorio que propiamente es la vida. Muerte, pasión, belleza y decadencia son el unísono suspiro que nos arrojan estas letras.

La Liga de Perdedores en su episodio cuatro nos lleva desérticamente (porque el desierto a veces también es locura,  muerte, porque con la Liga se concibe todo y nada; pureza de los buenos para nada). En esta desproporcionada aventura sabremos de la ventajas y la estima de tener un pedófilo –de closet- mediático (Pe Wee) quien entre cubos de colores y serpentinas de estupideces llevará a nuestro –entrañable- equipo valiente y torpe entre hechos pasados, presentes y copretéritos a enfrentarse a una secta satánica en Colima (sí, en México de los frijoles); en donde seremos testigos del salto sin paracaídas de una mujer rubia de ominosísima presencia.  Puertas y hombres, líderes delirantes, Ram Man, Babalú, Puck y demás temerarios te sonrojaran en este prometedor número. Su líder Sinuhé, los capitalistas y la CNTE lo avalan.

Las líneas flotantes de Roberto Juanz  nos dicen que la muerte propiamente nace de la existencia, se ve parida en la irremediable consecuencia de vivir. En ese trayecto “asesinamos”  y saboteamos nuestros propósitos, cargando así mismo con cadáveres acumulados en el inconsciente. Vistos en esos sueños en donde morimos medianamente, en donde la angustia busca aminorarse en todo enclave de vida, en todo funeral que define la asistencia de ese deseo que se verbaliza en un “Quisiera estar muerto”.

En el parto mortis hallaremos también los motivos (según nuestro colaborador) del por qué tenemos una fuerte necesidad de divinizar a la muerte; respondiendo y rompiendo la incertidumbre del qué pasaría si pudiésemos conocer el día en que moriremos. Al final son sólo segundos, minutos, horas, días y años los que restan para el descanso eterno. No esperen más, igual aquí encuentran respuestas cuestionables, flotantes. 



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