“(…) this rare album was originally released
only in Europe
testifies
to the dominance of Jazz-Rock in 1971 and not to
the
staggering quantity of imagination that one hears on
the
session today.”
- Richard S. Ginell.
El Jazz de mediados de los 60 comenzó a aceptar mayoritariamente el
puente entre géneros, ese eslabón entre categorías que muchos otros tantos
ejecutantes y compositores de distintitas estirpes (muchos de ellos deseando
ser etiquetados únicamente como músicos) ya habían comenzado poco tiempo antes
y que se valoró, años después ya entrados los 70, como Música Experimental,
Rock Progresivo, Jazz-Rock, Fusión y un muy nutrido etcétera... Quedaba claro
entonces que el espectro sonoro abría sus puertas a una generación que gustaba
de hallar en los recovecos de la pasión creativa una declaración y rúbrica
donde las formalidades quedaban un tanto detrás con el fin de encontrar un
universo musical sin fronteras.
Los resultados de dichas experimentaciones, estudios y laboratorios
harmoniosos fueron reduciendo, en su mayoría, el número de integrantes dentro
de las agrupaciones de la época; asunto que se venía dando en el Jazz desde los
40 con el nacimiento del Bebop. Las orquestaciones quedaban para los
acompañamientos en estudio dentro de los circuitos más comerciales; la labor de
la ideología presente en esos años recaía más bien en poder hacer todo lo
grabado sobre el escenario: demostrar lo ya previamente ofrecido y un tanto
más. De dichos años, claro, podemos hablar de diversos proyectos que fueron
mutando; evolucionando o desapareciendo. De músicos que se convirtieron en
entradas y salidas para el éxito y la historia de otros tantos similares. De
grupos-talleres y ventanas pasmosamente adelantas incluso para nuestros
tiempos.
En el reacio mundo del Jazz las cosas no se distanciaron mucho de ese
presente experimental como ya se ha mencionado; el Free había gritado ya su
rebeldía, por ejemplo, e incluso se habla de un periodo de repatriación para
todos aquellos ejecutantes venidos de una escuela más “académica” que, así se
pensó originalmente, no podrían entrarle de lleno a este nuevo “juego”… Europa
obligadamente fue entonces para todos ellos su nuevo hogar. Un territorio que
los adoptó, sí, pero que también logró una de sus grandes excepciones de la
mano, mente y visión del Belga Francy Boland, quien en 1961 junto a Kenny
Clarke, otro repatriado, no dejaría de lado la colectividad y el acento de las
Big Bands; conjuntos que lógicamente habían ido perdiendo terreno tanto en
popularidad como llamado ante los nuevos acentos.
La Kenny Clarke-Francy Boland Big Band juntó entonces de manera
portentosa a una serie de importantes músicos de ambos continentes como Herb
Geller, Ronnie Scott, Wolfgang Hirschman, Art Famer y demás con el objetivo de
seguir dándole cabida al estilo y la formación pero formalizando de igual
manera su paso a los nuevos tiempos. Esta agrupación coral no era de un sonido
clasicista sino de una manía tan rica en polifonía y cambiantes ritmos que sus
logros se resumen en no sólo ser una de las más Grandes Orquestas de la
historia sino la más importante jamás conjuntada lejos de la tierra donde éstas
habían nacido. “Change Of Scenes”, su última entrega debido a una baja
respuesta del público –no así de la crítica especializada– fue a su vez la
despedida pero su mayor punto en la cresta también. Sus tonalidades, el uso
timbríco de sus instrumentos en una vorágine rítmica son aún admirados por
propios y extraños. Los análisis a esta obra zozobran en halagos y
recomendaciones. Su unidad sonora es de una riqueza tal que no sólo se vive de
extraordinaria manera “la primera vez” que se experimenta sino en todas las
ocasiones en que se decide escucharlo. Debe de sentirse.
De una rareza atrayente y un eco inmemorial, “Change Of Scenes” no
sólo fue apoyado por algunos de los solos más ajenos al convencional estilo de
Stan Getz, al menos no con el que se le recuerda mayormente, sino dentro de esa
esquina donde los monstruos de un espacio y un tiempo se presentan para jamás
marcharse. Francy Boland lo logra también con este álbum (todas son
composiciones suyas), al tiempo que fabrica un espacio para reverdecer siempre
ese rincón que nos ofrece algo diferente, algo especial. Algo a lo que nos
acercamos musicalmente simple y llanamente por el placer. El placer de
escuchar, verdaderamente escuchar y formar parte de algo más grande.
Tracklist.
I.- Extravagances
(6:03)
II.- Symptones
(5:50)
III.- Quiproquos
(9:17)
IV.- Escaramouches
(4:47)
V.- Touchstone
(6:34)
VI.- Provocations
(6:36)
Sobre el autor: De una mirada
absolutamente nada siniestra, sueña con tener una presencia mucho más oscura
que la del ladrón que le ha de asaltar en un callejón oscuro. Su melancolía se
confunde habitualmente con su sonrisa pero con garbo camina feliz cuando la
banqueta está por terminarse. Promete algún día dirigir una cámara hacía el
cielo para así comenzar su ópera prima. Para más hallazgos de corte nada
visceral darse una vuelta por su sitio personal: www.lacosaestaasi.blogspot.com
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