Ella es Suzie. Me mira desde el rincón, tumbada en ese mullido sillón al
que le eché el ojo desde que llegué. Sus ojos revolotean, coquetos, por cada
centímetro de la habitación, como buscando algo. Imagino su ondulado pelo
enredado entre mis dedos, mientras huelo las notas francesas de su perfume al
hundirme en su pecho. Esos rojos labios también se posesionan de alguna parte
de mi cuerpo…ella es Suzie, y en medio de esta fiesta llena de pusilánimes
pretenciosos, ocupa toda la atención; a manera de un delirante sol a punto de
explotar en super nova.
Platicamos un poco, más bien sin mucho afán. Mejor dicho, me meto en una
fortuita conversación sin destino, citando a Nabokov y llamando su atención con
premeditación y alevosía. Puedo apostar que la vi flotar hacia mí…
Las presentaciones de rigor, la charla boba, los detalles personales sin
sentido. Un par de sonrisas y la mal llamada “química instantánea” basta para
engancharnos. Esta curiosa chica amante de los libros y las bibliotecas, ha
atrapado a este asistente administrativo – actor de segunda – pervertido de fin
de semana.
Pierdo la noción del tiempo. Me confieso totalmente desencontrado en esa
piel caliente y el sabor de su sexo. Su carne apretada y su humedad infinita.
Ella es Suzie, y al venirse entre mis brazos (y yo entre sus piernas), parece
ser el orgasmo más inolvidable de todo el universo…
Trato de recordar esos breves momentos gloriosos mientras salimos de la
bóveda, empuñando esas pistolas de juguete, mientras trato de tranquilizarla
diciendo que todo estará bien; dispuestos a llevarnos todo ese dinero… aún me
tiemblan las piernas debido a aquella corrida sobre el lavabo del baño. Y con
todo eso encima, tenemos que correr entre todas las estelas de luz y
chispeantes brillos que, congelados, adornan todo el ambiente.
Sorteamos a los clientes paralizados, entre papeles suspendidos en el
espacio y los gritos de la policía sexual que viene tras nosotros. Y es que,
¿qué mas podría esperar esta pareja de desviados? Pasamos los límites, supongo.
¿Qué puedo decir en mi defensa? No todos los días conoces a alguien como
tú, con quien puedes aliarte y encontrar un verdadero cómplice en pos de un fin
que nos saque de toda la cordura del mundo normal…ella es Suzie, y congela el
espacio-tiempo cuando se viene. Y es genial hacerla venir…una tremenda madriza
con un dildo me distrae de estos pensamientos auto condescendientes. Por
momentos (y sólo por unos instantes muy chiquitos) llego a pensar: ¿por qué
¡&%@$ se me ocurrió esta genial idea?
Vuelvo a pensar en Suzie: en como entorna sus ojotes cuando dice mi
nombre, cómo me muerde el cuello cuando embisto su pelvis, cómo nos quedamos
viendo sin ningún fin particular esas ondas de color y brillos inexplicables
que hay entre nosotros y el techo después de acabar.
¿Cómo chingaus se me ocurrió esta gran idea?. Pienso en Suzie. El resto
es fácil…
(*) ‘Sex Criminals’ es una serie
mensual creada por el escritor norteamericano Matt Fraction (The Invincible
Iron Man, Uncanny X-Men, Hawkeye, Casanova) y el dibujante canadiense Steve
Murray aka Chip Zdarsky (Prison Funnies, Monster Cops, Extremely Bad Advice).
Es la historia de Suzie, una chica común y corriente que trabaja en una
librería, y Jon, un actor que trabaja como auxiliar administrativo en un banco.
Juntos descubrirán, a través del sexo, que tienen más en común que un simple
acostón: ambos tienen la capacidad de congelar el espacio-tiempo al tener un
orgasmo. Cuando Jon le propone a Suzie sacar partido de sus peculiares
habilidades, arranca una serie de acontecimientos que no los dejarán en paz,
lectores; rogando por la llegada de los números cada mes. ¿Qué les depara el
destino a este par de nuevos criminales que azotan la ciudad?
La respuesta está a unos cuantos
gemidos de distancia…
Gabo Sosa, perdido en las cordilleras de Venus.
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