lunes, 26 de mayo de 2014

UN VISTAZO INOCENTE HACIA UN HÁBITO TERRIBLE: VAUGHAN, ORGULLOSAMENTE ANTIBÉLICO


رَبِّي وَأُمِرْتُ أَنْ أُسْلِمَ لِرَبِّ الْعَالَمِينَ
 هُوَ الَّذِي خَلَقَكُمْ مِنْ تُرَابٍ
Se me ordena que me rinda al Señor de los mundos. Es él quien te creó del polvo…”
El Corán, Sura 40 (Qur’an, surat Ghafir)

Me he convertido en muerte, en el destructor de mundos”
भगवद्गीता (Bhagavad Gita) India, S. V a II AC


Recuerdo una nota de CNN en español durante aquellos oscuros días de la invasión a Iraq: ‘las tropas norteamericanas han sido recibidas por los habitantes de los alrededores con flores, vítores y cantos…ya se huele la libertad…’. Qué sabor tan amargo, agrio y nefasto me dejaron tales líneas, mientras la suciedad se escurría por mis oídos.

Algún tiempo después, ya sabida la verdad sobre aquellas inexistentes armas de destrucción masiva, en algún viaje aleatorio en camión por las carreteras del país, me toca ver entre sueños una peli proyectada a bordo; habla de niños: niños refugiados, niños mutilados, huérfanos, desposeídos que viven en uno de los tantos campamentos en el Kurdistán llenos de las ‘consecuencias’ de esa mal llamada invasión libertadora a aquel país del medio oriente.

Bahman Ghobadi y su “Turtles Can Fly”, nos muestra la realidad de un país recién pasados  los aires libertadores del mundo capitalista occidental. Pero no solo en el cine se reflejaron las opiniones encontradas y desencajadas de la comunidad internacional.

Brian K. Vaughan, escritor norteamericano (responsable de piezas como ‘Y, the last man’, ‘Ex - Machina’, ‘Saga’ o las temporadas 3 a la 5 de ‘Lost’), nos cuenta la última guerra en Iraq desde el punto de vista de una familia de leones que escapan de un zoo en medio del caos de los bombardeos, en 2003.


Es muy acertada la forma en que podemos ‘apreciar’ la decadencia tan propia de nuestra especie, desde los objetivos ojos de otra. Porque, cayendo en otras espinosas temáticas, los animales son completamente poseedores de cierto raciocinio al tener un sistema nervioso complejo…luego entonces, su opinión acerca de un mundo sumido en el desorden, la matanza y la tortura sin razón se vuelve en un núcleo narrativo poderoso que nos abofetea (sí, eso nos encanta) de una y mil formas.

En lo personal, me indignaba escuchar cómo se destruían a diestra y siniestra edificios o vestigios culturales de proporciones Bíblicas: “Por Dios!...” – pensaba – “…si ese lugar fue la cuna de la escritura, FUE DONDE SE ESCRIBIERON LAS MIL Y UNA NOCHES!”…y pensamientos por el estilo. El asco llegaba a su epítome al ver imágenes de niños, mujeres, familias enteras mutiladas por las bombas…

Pero, ¿acaso los animales no pueden sentir también este repudio, esta náusea ante la total y flagrante falta de respeto por la vida? (ya no hablemos de la humana, solamente, sino en general). Zill, Safa, Noor y Ali nos contarán cuatro diferentes mensajes sobre un mismo problema; todo decantado en la pérdida de otros (y hasta de uno mismo) por una necedad impulsada por falsos poderes y tercos ‘profetas de la libertad’.


Los trazos del canadiense Niko Henrichon, con unos colores fuertemente orgánicos y muy descriptivos, complementan una historia que, al llegar a la última página; descubriremos que nos ha abierto en canal para clavarnos en las entrañas una realidad que nos importa una reverenda mierda.

Desde la portada, una mirada falsamente descrita como “asesina” nos taladra de lado a lado y nos dice de qué va la obra: el asesino, el abusador, el predador sin sentido, irrespetuoso de la vida, que la quita cuando ni siquiera la otorga…ese, ese eres TU.

No escucho más cantos ni celebraciones ni veo flores caer del cielo adornando los tanques.
Sólo hay silencio. Nadie celebra. Humo y olor a sangre son nuestro ‘himno de gloria’

No existe un camino hacia la paz. La paz es el camino
Mahatma Gandhi


But you see, it's not me, it's not my family.
In your head, in your head they are fighting,
With their tanks and their bombs,
And their bombs and their guns.
In your head, in your head, they are crying...
Dolores O’Riordan. 1994

Gabo Sosa. Desde el búnker comiquero, fuertemente surtido de obras magnánimas.

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