رَبِّي وَأُمِرْتُ أَنْ أُسْلِمَ لِرَبِّ
الْعَالَمِينَ
هُوَ الَّذِي خَلَقَكُمْ
مِنْ تُرَابٍ
“Se me ordena que me rinda al Señor
de los mundos. Es él quien te creó del polvo…”
El Corán, Sura 40 (Qur’an, surat Ghafir)
“Me he convertido en muerte, en el destructor de mundos”
भगवद्गीता (Bhagavad Gita) India, S.
V a II AC
Recuerdo una nota de CNN en
español durante aquellos oscuros días de la invasión a Iraq: ‘las tropas
norteamericanas han sido recibidas por los habitantes de los alrededores con
flores, vítores y cantos…ya se huele la libertad…’. Qué sabor tan amargo, agrio
y nefasto me dejaron tales líneas, mientras la suciedad se escurría por mis
oídos.
Algún tiempo después, ya sabida
la verdad sobre aquellas inexistentes armas de destrucción masiva, en algún
viaje aleatorio en camión por las carreteras del país, me toca ver entre sueños
una peli proyectada a bordo; habla de niños: niños refugiados, niños mutilados,
huérfanos, desposeídos que viven en uno de los tantos campamentos en el
Kurdistán llenos de las ‘consecuencias’ de esa mal llamada invasión libertadora
a aquel país del medio oriente.
Bahman Ghobadi y su “Turtles Can
Fly”, nos muestra la realidad de un país recién pasados los aires libertadores del mundo capitalista
occidental. Pero no solo en el cine se reflejaron las opiniones encontradas y
desencajadas de la comunidad internacional.
Brian K. Vaughan, escritor
norteamericano (responsable de piezas como ‘Y, the last man’, ‘Ex - Machina’,
‘Saga’ o las temporadas 3 a la 5 de ‘Lost’), nos cuenta la última guerra en
Iraq desde el punto de vista de una familia de leones que escapan de un zoo en
medio del caos de los bombardeos, en 2003.
Es muy acertada la forma en que
podemos ‘apreciar’ la decadencia tan propia de nuestra especie, desde los
objetivos ojos de otra. Porque, cayendo en otras espinosas temáticas, los
animales son completamente poseedores de cierto raciocinio al tener un sistema
nervioso complejo…luego entonces, su opinión acerca de un mundo sumido en el desorden,
la matanza y la tortura sin razón se vuelve en un núcleo narrativo poderoso que
nos abofetea (sí, eso nos encanta) de una y mil formas.
En lo personal, me indignaba
escuchar cómo se destruían a diestra y siniestra edificios o vestigios
culturales de proporciones Bíblicas: “Por Dios!...” – pensaba – “…si ese lugar
fue la cuna de la escritura, FUE DONDE SE ESCRIBIERON LAS MIL Y UNA NOCHES!”…y
pensamientos por el estilo. El asco llegaba a su epítome al ver imágenes de
niños, mujeres, familias enteras mutiladas por las bombas…
Pero, ¿acaso los animales no
pueden sentir también este repudio, esta náusea ante la total y flagrante falta
de respeto por la vida? (ya no hablemos de la humana, solamente, sino en
general). Zill, Safa, Noor y Ali nos contarán cuatro diferentes mensajes sobre
un mismo problema; todo decantado en la pérdida de otros (y hasta de uno mismo)
por una necedad impulsada por falsos poderes y tercos ‘profetas de la
libertad’.
Los trazos del canadiense Niko
Henrichon, con unos colores fuertemente orgánicos y muy descriptivos,
complementan una historia que, al llegar a la última página; descubriremos que
nos ha abierto en canal para clavarnos en las entrañas una realidad que nos
importa una reverenda mierda.
Desde la portada, una mirada
falsamente descrita como “asesina” nos taladra de lado a lado y nos dice de qué
va la obra: el asesino, el abusador, el predador sin sentido, irrespetuoso de
la vida, que la quita cuando ni siquiera la otorga…ese, ese eres TU.
No escucho más cantos ni
celebraciones ni veo flores caer del cielo adornando los tanques.
Sólo hay silencio. Nadie celebra.
Humo y olor a sangre son nuestro ‘himno de gloria’
“No
existe un camino hacia la paz. La paz es el camino”
Mahatma Gandhi
“But you
see, it's not me, it's not my family.
In your head, in your
head they are fighting,
With their tanks and
their bombs,
And their bombs and
their guns.
In your head, in your
head, they are crying... ”
Dolores O’Riordan. 1994
Gabo Sosa. Desde el
búnker comiquero, fuertemente surtido de obras magnánimas.
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