“El más terrible de todos los sentimientos es el
sentimiento de tener la esperanza muerta”
Federico García Lorca
¿Cómo describir el sentir de la
esperanza? Quizás trate de la fe en la humanidad al buscar la firme consecución
de una sociedad ideal o acaso sea la férrea creencia en la realización de los
mejores mundos posibles. Hoy pudiera decirse que estamos faltos de esperanzas
reales y sobresaturados de promesas en el más allá. Porque seamos claros, esta
virtud que tan bien nos define y nos separa del análisis frio de la máquina, es
voluntad de poder en el vivir y no una ficción para la muerte. Es decir, el
derecho a la esperanza se construye día a día en base al esfuerzo del espíritu
humano y llega a tomar existencia propia o factible, gracias a nuestra
actuación en su parto ¿De qué sirve por lo tanto una esperanza en una lejana
irrealidad si no nos impulsa a superar nuestra condición actual de abulia? La
esperanza es para la vida, para regenerar el tiempo y afrontar todo aquello que
el futuro nos depare. Empero, desde hace mucho en el ocaso de las utopías del
siglo XX, la confianza en el mañana ha ido disminuyéndose, no así para los aun
propulsores de la ideología del progreso y la razón instrumental. Las crisis de
todo tipo en este nuevo siglo nos han mermado en demasía y como resultado, el
mundo no responde a una causa en común, sino a múltiples demandas.
Si bien sería erróneo el hacer
una analogía con el pasado escatimando los avances en el desarrollo global,
también es cierto que hay situaciones -al parecer- irremediables y otras
desalentadoramente inéditas. Se percibe entonces, una ansiedad generalizada no
tan sólo por el mañana, sino por el mismo presente confuso. Calmar esa bestia
interior se ha vuelto prioridad para las sociedades contemporáneas quienes
trágicamente, han comenzado a dar síntomas del Terror de la Historia. Dicha
fobia ancestral enraizada en la conciencia humana, alude al miedo de asumir los
acontecimientos históricos sin un fin en específico o significado real en el
horizonte temporal. Explicándolo de otra forma, se vive únicamente para el hoy,
pues nuestro fluir en el tiempo carece de un sentido claro al no haber una
comprensión final del porqué en la naturaleza de los hechos. La existencia por
lo tanto, es advertida como una serie de circunstancias controladas por el azar
o en su defecto, por manos invisibles las cuales si tienen en su poder el trazo
y rediseño de las coordenadas en nuestro destino.
Siendo así, espectadores o
víctimas de la complejidad de los sucesos – aun cuando esta condición siempre
nos haya asistido- el vacío se vuelve viral… y la esperanza se agota. Se agota
en nuestro discurrir, cuando se usa como moneda barata con fecha de caducidad
en los miasmas de la política. Se extingue en su mercantilización al ponerla en
héroes fabricados por la publicidad y la mercadotecnia. Se prostituye con ella
en el negocio de la religión organizada. Y finalmente se tuerce y envenena, al
canjearla por un imaginario –creencias, ideas e imágenes- más superfluo e
ilusorio, un imaginario decadente o de aparador (de disfrute y gozo) ¿Realmente
en estos momentos hay esperanza o imaginamos tener una? ¿Qué es albergar una
esperanza autentica?
Demos paso a las esperanzadoras
opiniones de nuestros colaboradores, a ver qué dicen ellos:
¿Qué tan difícil es tener esperanza? ¿Qué tan innegable es la voluntad?
Roberto Juanz en sus Líneas Flotantes
nos enfrenta a estos cuestionamientos de los cuales derivarán posturas
ideológicas; comprendiendo que la esperanza está alejada del pensamiento y se
ubica particularmente en un sentir, aquél conllevado en la transformación, en
la construcción del propio ser que busca en el futuro una condición distinta a la de su presente. Este presente en donde la esperanza es objeto
de aparador, cápsula instantánea que sanará el malestar, desgraciadamente
la experiencia es no amiga de estas
artificialidades. Recorre la
especulación de tal sentir en sus antesalas (no sus contrapartes): el dolor, la
derrota y la pérdida, en las que según nuestro colaborador yace la luz ante el
abismo, la náusea y la irracionalidad a la voluntad.
Paco Payán en La Caja de
Abalorios no introduce en las letras de un pesimista que busca contraponernos con nuestro propio pesimismo.
La condición de reflexión que nos expone nuestro colaborador estará puesta en
el diario vivir, en aquel que en letras –de apreciación y conformación- nos
demuestran que en el compartir del pensar y en el construir horizontes habrá
siempre un pleno de esperanza. La laceración es la mejor forma de despertar, y
si ésta se hace acompañar de letras, de autores (El idealista y el perro, Guillermo
Fadanelli) que nos agitan, que nos espejean, los resultados pueden sumergirnos
en la introspección que bebe de esta realidad que, muchas veces estamos negados
a ver. Enfrentémonos pues.
El séptimo sello de José
Huerta nos trae una recomendación que ahora,
vista desde estos tiempos es una esperanza -la historia como tal lo es-
en la meca del cine y sus discutibles productos. Nuestro colaborador decide
introducirnos en la quizá, única condición humana más sincera: la redención. Y
es por ello que primero “redime” a un autor literario que mucho se le ha
criticado de responder a fórmulas, su fórmula. Stephen King se redime con ese pequeño relato que se hizo
gran filme: Sueños de fuga. Vivir con la culpa de no ser culpable se convierte
en tarea insostenible, a menos que, como nos menciona nuestro especialista, la
esperanza siempre se ha tratado de mantener la cordura, el valor.
Porque los asesinos también tienen esperanza: la esperanza de
vengarse, la esperanza de ver arder al mundo, la esperanza de convertirse en la desesperanza
de los sueños de los años 60. Cereal Quiler´s a cargo de Jesús Orlando García
nos revela un historia por demás revelada, pero que siempre nos lleva a pensar,
qué idea, qué factor y qué intención ésta de armar una comuna hippie y luego
convertirla en una familia con claras intenciones sádicas y asesinas. Eso es y
más la familia Manson, demos paso a
conocer más de ellos, de su líder Charles Manson, el pequeño hombre que se
convertiría en el referente de la desesperanza en un mundo en donde todo
parecía cambiar, así fue.
Spqr de Lorena Rivera nos
describe un ángulo de la esperanza al cual no se le resta sinceridad alguna.
Porque al hablar o escribir de esperanza se presta en diversas ocasiones al
engaño de esa fortaleza. Y partiendo de esa sinceridad que caracteriza a
nuestra colaboradora, así como su ánimo por el simbolismo, ésta nos lleva en
una revisión iconográfica de los primeros artistas mediterráneos, después con
los greco-romanos, los judeo cristianos y por último los griegos. Reconociendo
en cada una de estas culturas alegorías en las que podemos identificar nuestra
esperanza en lo que ocultamos, en lo que pretendemos y en lo que deseamos. Te
invitamos a que te reconozcas en estos lares, en estas fortalezas irreales y
reales.
Goodbye Cruel World de Hansel Toscano cuestiona la veracidad de
la esperanza en un mundo que se desquebraja, un mundo que ha decidido colocar
sus expectativas en el insincero grupo
de líderes, en religiosos sin fe y en mercados que han aniquilado el espíritu,
otorgándonos una irrealidad en la que descansamos despreocupados (la anestesia
colectiva y la sobreexcitación de las emociones son eje central de tal desidia).
En tanto, nuestro colaborador nos habla de la fortaleza del espíritu como
cimiento en ese mundo que se derrumba, en esa sociedad en donde sólo algunos
contarán con esa fortaleza que no promulgará utopías, sino equilibrios. ¿No reconoces ese mundo? Deja que nuestro
colaborador te muestre.
Onomatopeya de Agustín
Güiris nos trae otra grata
recomendación, que en letra de nuestro colaborador y especialista musical
sucumbe en la construcción de una identidad no sólo de un individuo, sino de
igual forma de una nación, y por supuesto de una banda tan influyente como la
abordada. Nos referimos a The Who con su ópera rock Quadrophenia (1973). La
cultura musical sin duda es el reflejo de lo que viven sus propios autores,
compositores, el contexto apropiado de esas etapas de la vida que nos dictan,
nos reclaman tener esperanza, y si de esa esperanza se hace el individuo de la
madurez, los resultados estarán permanentes en él, como aquel chico llamado
Jimmy que sigue esperanzando a los diversos oyentes de distintas generaciones y
latitudes. Lee y escucha ahora.
La liga de perdedores podrá
no tener expectativas de nadita mas voluntad les sobra, el problema es dónde la
colocan. En este trastornado capítulo Bertha y compañía se enfrentaran a tres
tipos de cuidado; sí, incluido el Infante, un inglés y un cura; a las mujeres se les caerán las extensiones,
mientras que a los caballeros se les escapará la gallardía al saber quiénes son
tales personajes.
Sangre, cambiaformas, navajas suizas, lípidos, millones de gansitos,
ceños fruncidos, ceños no fruncidos, animaloides, comediantes de mochilas
azules son parte de la aventura de este capítulo traído por el no menos
delirante ¿asfixiante? Pablo Sinuhé (ahora sí bien escrito) en las ya
ubicadísimas aventuras de la mejor de la ligas, la de los Perdedores.
Si después de todo lo mencionado sigues siendo preso de la decidía, de
la in-voluntad, no vuelvas entonces a fincar esperanza alguna en nosotros, y si
no, comienza por deconstruir tu futuro.