“Tengo un sueño, un solo sueño…seguir soñando”
Martin Luther King
¿Cuándo
empezamos a soñar?, ¿será aquél momento eléctrico en el que los primeros
impulsos cerebrales se transmiten a través de las sinapsis del feto en
formación?...o es, quizá, un poco antes; o tal vez, mucho antes…desde el
principio del universo mismo, cuando no había nada aún. Tal vez, somos el sueño
a gran escala de alguien más. ¿Cuándo termina el sueño y comienza la vida
‘real’?.
Todas estas preguntas son
planteadas en una obra por demás maravillosa. “The Sandman”, es (quizás) el
trabajo por excelencia que define a un autor británico que se ha abierto paso
en diversos medios más allá del comic, tales como el cine o la literatura. Neil
Gaiman nos cuenta acerca del Dios del sueño, su propia versión de Morfeo, a lo
largo de diez arcos publicados entre 1989 y 1996. Desde el primer número, el
autor nacido en Portchester, nos sumerge en un guión excelso y atrapante,
apasionado; lleno del mismo espíritu fantástico que lo ha caracterizado en
todas sus creaciones. Podemos ver en ‘Sueño’ una atrevida personificación del
mismo Gaiman: un ser con el poder de llevarnos a mundos increíbles, llenos de
los más dulces manjares que alimentarán nuestra alma; o transportarnos a
indecibles infiernos, para atormentarnos con nuestros propios demonios de
pesadilla. Y como poseedor de ese gran poder, el rey de los sueños es también
un alma atormentada por su propia naturaleza, un ente absoluto que también es
iluminado por la belleza del mundo y acorralado por la obscuridad de su propia
sombra.
Fueron nombres como Tolkien o
Moore los que forjaron esa joven mente creadora y nos dieron a este Gaiman
moderno, capaz de vivir entre ‘Oniros’, duendes, hadas y demás bestiario de la
mitología fantástica universal. Con el arte de diversos artistas de renombre
como Kelley Jones, Dave McKean o el mismísimo Yoshitaka Amano; Gaiman nos
cuenta la historia de Morfeo (Sueño) y sus hermanos, los eternos; quienes en
conjunto son la representación antropomórfica de un concepto: Destino, Muerte,
Sueño, Destrucción, Deseo, Desespero y Delirio. Todos ellos muy básicos y
propios de la naturaleza de todo lo creado. Sueño, en particular, se nos
muestra taciturno y frío; una figura trágica víctima de sus propias decisiones
a lo largo del tiempo…incluso desde antes que el tiempo mismo existiera.
Es una delicia ver (y sentir) a
este Morfeo tan omnipotente, omnipresente, eterno…y a la vez, tan humano y
disminuido. Nos hace identificarnos con tantas y tantas características de
nosotros mismos, hasta un punto ‘erógeno’ que nos resulta tan familiar. Sandman
es una novela gráfica tan rica en sensaciones que, al leerla y ver las viñetas;
no nos cuesta imaginarnos una secuencia real de todas esas imágenes y sucesos…y
es que tal vez, el mismo Oneiros mojó con su saliva la pluma de Neil para
hacerlo capaz de contar su historia.
Desde un sucio ático en Wych
Cross, Inglaterra; hasta un concurrido funeral en el fin de los tiempos
(pasando por la salita del mismo Lucifer), Gaiman y su ‘Arenero’ nos muestran
que la vida misma está hecha de sueños. Dejemos pues que la cristalina y
coqueta arena caiga sobre nuestros ojos. Que Morfeo y su maravilloso mundo nos
complazcan y aterren por igual.
Gabo Sosa: ingeniero, comiquero…y soñador empedernido.
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