“El interés de la
gente por la desgracia ajena se debe principalmente a dos cosas: al morbo
natural que los humanos tienen por lo grotesco y lo prohibido, y porque sirve
como un aliciente para los jodidos. Hay mucha gente que es pobre, que no tiene
dinero para comer, pero que al ver una revista como Alarma! dice: ‘pues no
estoy tan jodido, este güey está peor, porque está muerto. El otro está peor
justamente porque ya no está’”
Miguel Ángel Rodríguez (Q.E.P.D),
ex-director de la revista ALARMA!
Accidentes, muertos, mutilados,
ver como quedo la víctima y ahora usando nuestros dispositivos tecnológicos
¡Sacarnos una foto con el cadáver cual si un rockstar se tratase! (Tomar video o
hacer un selfie también "se
vale"). El otro rostro de los imprevistos mortales es el gran mercado dispuesto
a consumir los detalles sensacionales (¿Fueron los asesinatos de Jack el
destripador los que dieron el pitazo de salida a esta tendencia?) ¡Los
accidentes venden! Esto último es una obviedad, pero la cultura del vouyerismo
morboso siendo moralmente reprobable, en masa es socialmente aceptada. "¡Asu! ¡Como quedo del choque! Se le
salieron los... " Ante el hecho, la falta se diluye y todos entramos
en comunión. Es simplemente cerciorarnos de que nosotros, no somos ese cuerpo ahí
tendido sobre el pavimento, o aquel otro prensado en el metal de la maquina...
y luego de estas verificaciones, sentirnos vivos. Es buscar al otro día en las
secciones policiacas de los periódicos, si acaso no fue algún conocido o alguna
persona que nos caiga gordo con el fin de alegrarnos el día. Los accidentes
gráficos son la mejor manera de saborear la muerte sin morir ¡Y entre más
trágicos mejor!
Nos encanta ver fenecer a los
ídolos populares, pero cuando es en incidentes catastróficos ¡La colectividad
entra en funesto jolgorio! Las emociones desatadas terminan siendo más fuertes
que el siniestro mismo donde falleció la estrella ¡El mundo entero pierde la
cabeza! Desde Lady Di hasta llegar a Jenny Rivera (y todo lo que hubo atrás, en
medio y a futuro) el culto a la celebridad nos vuelve tribales y cavernarios a
la enésima potencia. Nos convertimos en info-zombies devorando la vida privada
del fetiche hasta que no queden ni los huesos: canibalismos mediáticos -
antropofagia del espectáculo. Como el perro de Pavlov, las imágenes de la
hiperralidad nos hacen salivar. Estamos a la perenne expectativa del próximo
choque, avionazo o explosión, y si hay en ello famosos o figuras de la
farándula ¡Uff y recontra uff! Las horas de solaz esparcimiento y sana
diversión se encuentran aseguradas.
El accidente va de la mano del
infortunio, olvidemonos de los títulos
en las comedias románticas ("amantes
por error", "matrimonio
cayó del cielo" o "por
venir pendejeando me encontré dinero", etc.), los accidentes son cosas
muy jodidas que nos cambian la vida y sirven tristemente para dar de que hablar
a los demás. Tampoco entra mucho a colación la historia de los inventos, pues
más bien se trata de la casualidad, o de lo que se conoce desde los 90's como
hacer un Homero Simpson: triunfar a pesar de la idiotez. Quedar desfigurado o inválido,
es una sucia jugarreta del cochino azar, algo que no estaba en nuestros planes
pero al mismo tiempo ya estaba escrito que así sucediera. No hay explicación
valida (ni la del suceso ni del porque), la respuesta debe nacer del interior y
posterior a la desgracia, pues un accidente personal es muchas veces una
cuestión en la cual no vale la pena detenerse demasiado tiempo a analizar.
De un descuido pueden surgir
infinidad de cosas (inspiración creativa, historias, canciones e ideas nuevas),
pero en casos así, hablamos de excepciones a la regla: hacer cagadas no es
señal de genialidad sino todo lo contrario. El mundo tiene más que aprender de
Chernobyl o del desastre de British Petroleum que de los talleres de
improvisación teatral. No es tanto en los diseños tácticos o en los planos de
ingeniería donde se encuentra el origen de los graves accidentes, sino en las
motivaciones o directrices que buscan llevar a cabo ciertos objetivos. Cuando
la ambición monetaria se desborda, tenemos todo tipo de mierda, menos
maravillas como el Eurotunel. Cuando el racionalismo técnico es dominado por la
dinámica económica del libre mercado y se cae en el desequilibrio (ya sea por
maximizar o ahorrar), señores, es la hora de salir corriendo (los diques rotos
del huracán Katrina). ¿Que son entonces los accidentes? Pan y circo a través de
una pantalla, el destino riéndose en nuestra cara y pérdidas financieras para bribones
de cuello blanco ¿Las victimas? Que en paz descansen.
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