"El mundo es cruel, y la única ética en un mundo
cruel, es el azar: Objetivo, imparcial… justo."
Two face en The Dark Knight
.
Difícil resulta calificar los tiempos
actuales como distópicos o como una suerte de distopía. En primera instancia
porque el carácter fugaz del presente solo da cierto margen para registrarlo,
mas no para asimilarlo (y si a eso le sumamos la velocidad de la invención
técnica y su capacidad transformadora del mundo, lo que hoy tratamos de
discernir queda simplemente en un intento con conclusiones parciales). Sólo
entendemos el aquí y el ahora en forma plena desde una perspectiva futura,
tanto colectiva como individualmente.
Una anti-utopía es una irrupción
en el espacio-tiempo que da lugar a un fin de la historia: un totalitarismo
anárquico, no propiamente un apocalipsis. Nuestro mundo afortunadamente aun es
convulso y reboza pus de convulsión, empero, los términos "crisis de la
democracia", "crisis económica" "crisis de confianza"
no son gratuitos y las palabras decadencia, nihilismo e individualismo crónico,
también rebozan por el planeta como humo negro de locomotora (la maquina
simbólica del progreso). Y cierto es que ni todas las innovaciones tecnológicas
de esta primera década del siglo XXI han alcanzado a llenar la ya conocida Era
del vacío (denominada así por Gilles Lipovetsky).
Debido a este desdibujamiento
global, el tiempo ha dejado de ser unitario y se fragmenta en diversos
instantes: retrocediendo en la mayoría de los casos, detenido definitivamente
en gobiernos dictatoriales, estancándose en sociedades subdesarrolladas, y
adelantándose al futuro en el dominio tecnológico a gran escala de la economía.
Por ende, lejos de estar viviendo el fin de los tiempos, más bien
experimentamos una corriente desbordada de incertidumbre (una sensación de
tiempo distópico). El futuro ya no es un lugar "ideal", pues los
deseos, los anhelos y los sueños a alcanzar de una sociedad, son sustituidos
desde el presente por la desesperanza.
El mañana será distópico, porque
la mayor perturbación que se le puede ocasionar al ritmo natural del tiempo es
el alejarse de lo socialmente justo. Sin embargo ¿cómo terminar de entender
esto cuando vemos en la otredad todo aquello que detestamos? (Nosotros que no
somos aquellos otros). El caos presente evoca la sensación confusa de estar
perdido en una casa de los espejos. Nos quedamos paralizados ante el horror de
aquellos otros yo deformados que refractan realidades muy dispares pero al
mismo tiempo constituyen solo una. Formamos parte de ella tanto en sus sórdidas
narraciones como en su abigarrada dureza: todos somos todos en una compartida
discontinuidad temporal.
Más allá del gobierno y las
multinacionales como explicaciones simplistas de nuestro devenir, y sin llegar
a soluciones imposibles como el esperar de la noche a la mañana un cambio de
mentalidad a nivel planetario, prever y encontrarnos en la prudencia
(entendiendo esta última en su significación como cautela y preparación ante
sucesos venideros) es posiblemente la defensa más razonable ante un porvenir
borroso. Reencauzar y recuperar el tiempo perdido dependerá nuevamente de
nuestra habilidad para imaginar algo diferente a lo que está, en otras
palabras, de volver a generar utopías.
Sobre el autor: ha trabajado
en medios donde nadie más se atrevería a hacerlo y ha visto cosas en ellos que
más de una vez le han hecho exclamar: "pues mientras me paguen".
Analista político del multiverso y al mismo tiempo fiel seguidor del profesor
Caos, el autor se declara toda una autoridad lógica en el tema del sin sentido.
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