domingo, 10 de febrero de 2013

V DE VENDETTA: CUALQUIER PARECIDO CON LA REALIDAD ES MERA DISTOPÍA


          Es 1997. Un régimen totalitario y fascista ha hecho que el reino unido prevalezca entre los restos de un mundo hecho cenizas por el apocalipsis nuclear. Un gobierno que cabalga sobre su pueblo, tirando de las riendas, enarbolando a la “sociedad de control” y el “estado de bienestar” como obscuros estandartes y falsos ídolos que velan la mirada de la razón y enmohecen la libertad de sus súbditos. Esta es la premisa de, dicho por muchos, la mejor obra de un autor inglés bastante peculiar y único. Alan Moore nos obsequia un guión visceral, crudo, denso; pero no por eso menos trascendental en lo que a condición humana se refiere: y es que tal vez su novatez de principios de carrera provoque ciertas “faltas” en el planteamiento de una supervivencia no tan dura a un invierno nuclear, pero logra allanar el camino con una ideología bien definida en su situación cronológica del momento.

“V de Vendetta” es una historia dura, difícil de tragar por la contemporaneidad de su estructura; a pesar de ser una trama creada en los 80’s y ubicada en un futuro apocalíptico de los 90’s. Cuando la lees, te das cuenta de que es atemporal: bien puede acontecer en la época victoriana, en la revolución mexicana o en el siglo XXXVI…y es que Moore nos plantea un tema aún muy tabú en nuestra sociedad actual: la convulsiva relación entre el libre albedrío y la anarquía.

Y es que muchos podemos ver en “V”, el protagonista, a ese redentor mesíanico que desde lo profundo de nuestras mentes, desde el corazón; se abre paso ante la opresión, ante el miedo y nos permite alzar la voz, gritar al unísono nuestra discordancia hacia las situaciones opuestas al bienestar humano en un mundo postmodernista; donde cosas como la intolerancia, la violencia de genero, la mentira o el racismo no se supone debieran existir aun. Así es como este “héroe”, o mas bien “antihéroe”, lucha en esa realidad horripilante, para que a través del caos; lleguemos al ordung: el verdadero y voluntario orden.

David Lloyd logra, a través de sus trazos sencillos y manejo del blanco y negro, ubicarnos en una Inglaterra realmente hundida en la depresión y sofocada por el smog. Al avanzar entre las viñetas y globos de dialogo, podemos sentir a toda la constelación de personajes creados por Moore: sus desalientos, su dolor, su esperanza, sus miedos. Su valor. V de Vendetta es uno de esos raros ejemplares que trascienden su medio de nacimiento para tocarnos de una manera extrasensorial: nos da una lección de vida al recordarnos que, aun cuando nos puedan quitar nuestras vidas, nuestras posesiones; nos queda un pequeño rincón, una pulgada que es nuestra integridad, donde podemos ser libres y absolutamente nadie nos puede arrebatar.

Cuando Alan Moore finalizó V de Vendetta en 1988, prometió irse de Inglaterra junto con su familia. El país al que tanto había amado presentaba una realidad cada vez más similar a la que el escritor había descrito en su obra. La aventura policial, que originalmente había ideado, se había convertido en ciencia ficción; y ésta en una involuntaria metáfora de la realidad. El género ganaba así una nueva dirección y adquiría otra faceta al convertirse en vehículo ideológico y artístico al mismo tiempo. Por eso, al leer los diez capítulos que la conforman; no se puede dejar de sentir cierta familiaridad con nuestra realidad, cierto sabor agridulce que depende de nuestro cambio individual e interno la posibilidad de canjearlo por mieles más dulces.

Los invito, pues, a leer V de Vendetta; a vivirla y sentirla desde el primer cuadro, desde la portada misma. Y así, meditarla y masticarla, para poder comenzar nuestras luchas y liberaciones de las propias distopías esclavizantes y llegar entonces a un nuevo despertar, propio y colectivo; encausado a la edificación (¿porqué no?) de una nueva humanidad. Me despido con una cita del protagonista V. que, a su vez, es una cita de Fausto: “Vi Veri Veni Versum Vivus Vici”…”Mediante la verdad, mientras viví, conquisté el universo”. 


Gabo Sosa: Ingeniero de profesión, comicquero de corazón. Artista frustrado, lee y reseña comics mientras repara Transformers.

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