De las múltiples interpretaciones que ha habido de la muerte, se han gestado igualmente infinidad de cultos y creencias
(pareciera que es el verdadero motivo por el cual se conciben las religiones).
Hablamos del trauma primordial de los hombres y a su vez, una de sus más
longevas fuentes de adoración. Anhelada y repudiada, no ha habido cultura que
no haya disertado en algún momento acerca de su origen y fin. Las cosmovisiones
de este fenómeno son enormemente ricas y variadas, pero también demasiado
prolijas como para abarcarlas todas en una sola mirada. Sabemos que en nuestro
contexto y tiempo, es fuente de dolor y aflicción en comparación a
civilizaciones más arcaicas o antiguas en donde a pesar de lo trágico del
deceso, había una celebración a manera de despedida (entre otras formas ajenas
al desconsuelo). Empero, nos es ignota la experiencia subjetiva del
fallecimiento (solo se muere una vez hasta donde sabemos y acaso el sexo sea lo
más aproximado). Origen de innumerables tratados esotéricos y prácticas
espiritistas, el misterio hermético de la muerte es quizás la verdadera última
frontera para la ciencia y la investigación ¿Que ocurre después del
fallecimiento?
Para la fe, del trance final
suceden variadas formas de inmortalidad: alma, divinidad, fusión con el cosmos
etc., (Ver DISTOPÍA No. 5: La Inmortalidad http://distopiasensacionaldecultura.blogspot.mx/search/label/La%20Inmortalidad).
Sin embargo, para otros tantos el miedo a lo desconocido se traduce
precisamente en este tipo de creaciones enfebrecidas que solo cumplen la
función de hacer menos desesperante la insoslayable defunción. No obstante, el
problema de la muerte sigue ahí con todas sus connotaciones más allá de credos y
explicaciones psicológicas o antropológicas. Afrontar el desenlace antes en
tanto forma y actitud, es la cuestión más compleja de resolver cuando se trata
de elegir el cómo morir. Posiblemente el momento no sea a partir de una
elección (si dejamos fuera el suicidio), pero sí el fallecer de manera lo más
tranquila posible (sin remordimientos). Queda entonces el aspecto del dolor ¿Es
inherente a la muerte? En ese sentido la eutanasia siempre es humanitaria, pero
desde la ética aun flota la interrogante ¿Que tanto somos dueños de nuestra
muerte?
Hansel Toscano en Goodbye Cruel World confronta la idea
de morir en base a la curiosidad y la obsesión del saber qué hay más allá de la
muerte. Un viaje que se antepone en la vida por medio del esoterismo, el
espiritismo, por ciertas reglas dictadas que van más allá de la mera
charlatanería y que se sustentan en coherencia que nos empuja a saber sobre lo
que nos depara la siguiente instancia. Así mismo nos invita a cuestionar la
muerte como razón de temporalidad, como forma de asimilación, como implicación
consciente que, a la par demanda crearle un espacio, un sentido y una
forma.
Porque la muerte no es algo que
debe tomarse en serio, ni tampoco en vano. La muerte es un perfecto desconocido
(a) que en cierto día se nos presentará para quedarse con nosotros
permanentemente.
Lorena Rivera en SPQR nos trae una
aproximación distinta de la concepción de la muerte; nuestra colaboradora sitúa
la idea de la muerte en una figura referencial a la misma, al menos en el
sentido estricto de darle una propiedad de género, y quizá la idea no sea
equivocada.
Pensemos en la muerte como entidad femenina y no por mera arbitrariedad, todo esto
responde a la implicación del mito, de los mitos de diversas culturas
(greco-romanos, druidas y judío-cristianos) y de ello la figuración de una
triada divina que nos lleva al simbolismo sagrado del número 3. Si quieres
conocer más al respecto, y del cómo en cierta medida esto prevalece hasta
nuestras fechas aquí es el lugar. La indecisión, el infortunio y la venganza
son unas de esas introyecciones temporales.
Suena atractivo ¿no?
El Séptimo Sueño de José Huerta nos trae una de las mejores
películas alusivas a la muerte, y qué mejor que ésta sea de manufactura
mexicana, nos referimos a Macario (1960). Si bien se han abordado en diversas
ocasiones análisis sobre ella, nuestro colaborador le otorga un sentido que nos
llevará a un recorrido por una caverna atiborrada de velas, en la que se
expresa la festividad de muertos en nuestro país y su constante lucha de
pertenencia como rito fidedigno; empalmando así una descripción detallada sobre
el protagonista de esta cinta que nos permite comprender que la muerte está
representada desde el deseo de un manjar, la hibridación cultural, la
desigualdad, el clero y el cine como medio testimonial de esto.
La viñeta en su tinta de Gabo Sosa nos invita a conocer un rostro distinto de la muerte, plasmada en la figura de una chica Darky de principios de los años noventa. Muerte es el nombre de esta chica, el título en cuestión es “Death, the high cost of living” de 1993. Esta obra se encuentra guionizada por uno de los grandes de la Novela Gráfica, nos referimos al señor Neil Gaiman (Sandman), no dejando de lado al maestro del trazo Chris Bachalo.
La viñeta en su tinta de Gabo Sosa nos invita a conocer un rostro distinto de la muerte, plasmada en la figura de una chica Darky de principios de los años noventa. Muerte es el nombre de esta chica, el título en cuestión es “Death, the high cost of living” de 1993. Esta obra se encuentra guionizada por uno de los grandes de la Novela Gráfica, nos referimos al señor Neil Gaiman (Sandman), no dejando de lado al maestro del trazo Chris Bachalo.
Les invitamos a revisar la
desventurada vida de un chico que evoca al suicidio como posibilidad inmediata
ante tanto malestar; la “vida”, sí, le cambiará cuando conozca a nuestra
particular chica que le hará comprender que la inmolación no es la única opción
de escape, que hay cosas tan “simples” como tomar un taxi, comerse un Hot Dog y
conocer gente que te recordará que la cotidianidad puede ser el alivio último
–quizá- de tus días.
En este número contamos con la
colaboración de un invitado: El Maestro
Miguel Gonzalo Espinosa Lagunes, quien detalla de manera muy amplía la
concepción de la muerte. Su ensayo registra cinco escenarios fundamentados en
un binomio expuesto por Edgar Morín. En tanto, podremos dar cuenta de un
recuento histórico que incluye implicaciones médicas, químicas,
biológicas, psicológicas, filosóficas,
antropológicas, sociales, religiosas (incluyese rituales), hermenéuticas e
inclusive –y no por menos relevantes-
espiritistas.
Un gran trabajo que vale en mucho
revisarle. Un agradecimiento de nueva cuenta al Maestro Miguel Gonzalo Espinosa
por compartir su percepción de un tema que aborda de manera muy académica y
gratificante.
La sección Onomatopeya de Agustín Güiris nos presenta a la muerte en voz y
ejecución de uno de los mejores trovadores que ha dado la escena del rock y el
folk, ese poder sureño que tan sólo podemos encontrar en voz, ejecución y letra
del Señor Neil Young, tan eclíptico, tan variable y tan emocional; y el álbum
recomendado en esta ocasión (Prairie Wind, 2005) no es la excepción.
No hay mejor forma de evocar una
emoción, un sentimiento, si cuando éste es propiciado por dos sendas noticias:
el que te diagnostiquen un aneurisma cerebral y la pérdida de un ser tan
entrañable como puede ser tu padre. Para fortuna de sus seguidores, el señor
Young supo canalizar todo este sombrío escenario en diez tracks que no tienen
reparo alguno. Nuestro experto le recomienda.
Lee y adhiérete a sus motivos sombríos.
Regresa La caja de abalorios y en tanto su responsable Paco Payán singulariza
la muerte describiéndonos un viaje por Venecia; no consideremos que éste
atienda a la idea regular de lo romántico, del idilio europeo. En voz de
nuestro colaborador nos introduciremos
en una historia que se abotarga en
complejidad y exquisitez, es tanto un diario que descansa en la cobijante y reconfortante pasión de un escritor habido de encontrar la vida en
un amante que dinamita la moralidad de nuestro protagonista (Von Aschenbach).
“La muerte en Venecia” del autor
Thomas Mann es quien inscribe de manera muy simbólica la condición del
desfallecimiento transitorio que propiamente es la vida. Muerte, pasión,
belleza y decadencia son el unísono suspiro que nos arrojan estas letras.
La Liga de Perdedores en su episodio cuatro nos lleva desérticamente
(porque el desierto a veces también es locura,
muerte, porque con la Liga se concibe todo y nada; pureza de los buenos
para nada). En esta desproporcionada aventura sabremos de la ventajas y la
estima de tener un pedófilo –de closet- mediático (Pe Wee) quien entre cubos de
colores y serpentinas de estupideces llevará a nuestro –entrañable- equipo
valiente y torpe entre hechos pasados, presentes y copretéritos a enfrentarse a
una secta satánica en Colima (sí, en México de los frijoles); en donde seremos
testigos del salto sin paracaídas de una mujer rubia de ominosísima
presencia. Puertas y hombres, líderes
delirantes, Ram Man, Babalú, Puck y demás temerarios te sonrojaran en este
prometedor número. Su líder Sinuhé, los capitalistas y la CNTE lo avalan.
Las líneas flotantes de Roberto Juanz nos dicen que la muerte propiamente nace de
la existencia, se ve parida en la irremediable consecuencia de vivir. En ese
trayecto “asesinamos” y saboteamos nuestros
propósitos, cargando así mismo con cadáveres acumulados en el inconsciente.
Vistos en esos sueños en donde morimos medianamente, en donde la angustia busca
aminorarse en todo enclave de vida, en todo funeral que define la asistencia de
ese deseo que se verbaliza en un “Quisiera estar muerto”.
En el parto mortis hallaremos
también los motivos (según nuestro colaborador) del por qué tenemos una fuerte
necesidad de divinizar a la muerte; respondiendo y rompiendo la incertidumbre
del qué pasaría si pudiésemos conocer el día en que moriremos. Al final son
sólo segundos, minutos, horas, días y años los que restan para el descanso
eterno. No esperen más, igual aquí encuentran respuestas cuestionables,
flotantes.
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