De la Muerte, se puede hablar
largo y tendido. Desde los miedos que provoca en lo más profundo de los
corazones a los diferentes nombres y representaciones que ha tenido a lo largo
de la Historia. Podría escribir innumerables páginas con nombre, formas y
culturas. Desde su representación en la Prehistoria hasta su simbolismo actual
en México; por ejemplo, mediante la Catrina o la Santa Muerte. No obstante no
es ese mi deseo. Me mueve el interés por mostrar a la MUJER como MUERTE y la
TRANSFORMACIÓN de esta imagen con el nacimiento del CRISTIANISMO.
Es por este motivo que he tomado
TRES mitos, deidades o llámeseles como quiera que representan TRIADAS femeninas
de la muerte y el destino que el Cristianismo adaptará para dar lugar al origen
de las Tres Marías restándole importancia a la figura de la mujer en detrimento
de la del hombre. Las triadas masculinas y femeninas en las mitologías es algo
común debido la importancia del número tres. Se conoce que el número tres era
el más sagrado de los números. Se le han atribuido virtudes místicas. Era la
base de la perfección al considerarlo la imagen del ser supremo en sus tres
personalidades: material, espiritual e intelectual para Platón; principio, medio
y fin para Aristóteles. Símbolo de la perfecta armonía del factor de
conservación y del progreso.
Los mitos greco-romanos, hablaban
de las Moiras o Parcas. Se trataba de unas hilanderas que tejían los destinos
de los humanos. Trenzaban tres hilos: uno de lana blanca, la vida misma; otro
de oro, los momentos felices, y uno negro que representaba los momentos
aciagos. Tres eran estas hilanderas: Cloto (Nona para los romanos), hilaba la
hebra de la vida; Láquesis (Décima) medía con una vara la longitud del hilo de
la vida, y Átropo o Aisa (Morta) era quien cortaba este hilo.Cloto o Nona
representaba el nacimiento, Láquesis o Décima, el matrimonio y Átropo o Morta,
la muerte. También escribían el destino de los hombres en muros de bronce y lo
que ellas escribían, nadie lo podía borrar. Curiosamente, Morta es hija de
Júpiter, dios de la noche y su madre es la diosa Nox, regente de la oscuridad.
Morta será la Parca que hoy en día conocemos.
Esta tríada greco-romana
encuentra su homóloga en la tradición nórdica representada por las Nornas. Las
Nornas son: Urd, que representa el pasado. Se trata de una viejita que siempre
mira hacia atrás; Verdandi, es una bella joven que siempre mira hacia delante
porque mira el presente; y Skuld que es el futuro, representada leyendo un
libro que aún no está escrito y, en ocasiones, es una Valkiria. Ellas tejen los
tapices de los destinos, la vida de cada persona es un hilo en su telar y la
longitud de cada hilo es la duración de la vida de dicha persona. Tal es el
poder de las Nornas que ni los dioses escapan a su influjo.
De la misma manera, los druidas
consideraban el tres como de gran influencia dentro de sus prácticas sagradas.
Los Mirthras suponían que el Empíreo se sostenía por tres inteligencias. Es por
ello que nos encontramos con Morrigan o Carrignton —Carrie, para los amigos— la
diosa de la guerra, de la muerte y de la destrucción en triada con Babd y
Macha. Se dice que Morrigan es doncella, madre y viuda. No está muy claro si
eran tres o tres las formas que tomaba. Además, también representa la
renovación y la muerte que da luz.
Badb, encarnada en la figura de
un cuervo, en ocasiones se transformaba en una espantosa arpía para crear
confusión en la batalla. Mientras que Macha se asocia con la guerra, los caballos
y la soberanía y siempre aparece asociada a las otras dos. El Cristianismo, en
su afán por difundirse fagotizó estas triadas de los pueblos bárbaros y las
convirtió en algo que trabajara en su provecho. No con ello estoy diciendo que
el Cristianismo sea una religión oportunista, sino más bien que aquéllos que la
difundieron supieron sacar provecho de los otros mitos para lograr su
propósito.
Generalmente, se suele relacionar
estas tríadas bárbaras con las Tres Marías: María (la madre de Jesús), María
Magdalena y María de Betania (hermana menor de Lázaro de Betania y de Marta de
Betania). Los expertos apuntan que existe cierta oposición entre las
personalidades de estas dos mujeres: Magdalena sería el arrepentimiento, la ley
y los profetas, en otras palabras, el Antiguo Testamento. Mientras que María de
Betania sería el amor libremente escogido y, por lo tanto, el Nuevo Testamento.
Dentro de la iconografía
cristiana, las Tres Marías son símbolo de la crucifixión, del descendimiento y
de la resurrección. En cierto modo, quedan relegadas a un segundo plano, puesto
que ya no influyen directamente en el destino de los hombres aunque sí son
testigos del momento que determinaría el destino de la humanidad. El
Cristianismo se sirve de las tres triadas anteriores para crear su propio mito
que se encuadraría de la siguiente manera: María Madre, dio vida a Jesucristo
por lo que la Cloto griega, que representaba el momento del nacimiento,
quedaría encarnada bajo el papel de María Madre; también representa el pasado,
la viejita Urd.
María Magdalena, según los
testamentos apócrifos, fue la esposa de Jesucristo incluyendo así a Láquesis o
Décima y a Verdandi, la bella joven que representaba el presente. Según se
entiende en los evangelios, María Magdalena era una bella prostituta. Por
último, si creemos que María de Betania simboliza el Nuevo Testamento, como
sugieren los expertos, entonces, aquí aparecería la figura de la tercera Norna,
Skuld, que lee un libro que aún no está escrito. No olvidemos que el Nuevo
Testamento es una obra escrita por los discípulos tras la muerte de Jesús.
Aún hay más, todo es mucho más
complejo. La muerte de Jesucristo es dolorosa, es cruel. Representa la
soberanía de los romanos y la traición de los sacerdotes judíos, la manipulación
del pueblo: he aquí a Morrigan siendo una o tres. Diosa de la guerra, de la
sangre y de la confusión. En la tradición cristiana, el cuervo aparece como
símbolo de indecisión, infortunio y venganza ¿no era Babd un cuervo? ¿No se
“vengan” los sacerdotes judíos de Jesucristo? ¿No los romanos tratan de
mantener su soberanía impartiendo “justicia” a petición de los judíos? ¿No
veían a Jesucristo como un posible foco de rebelión que ponía en tela de juicio
su mandato?
Tres veces negaron a Jesús antes
de su muerte, tres mujeres lo acompañaron en su calvario y tres días
transcurrieron hasta su resurrección. Transformada la mujer en una mera
compañera del hombre, es necesario reforzar la simbología del tres. Es por esto
que son tres los episodios que implican el número tres para darle muerte
definitiva a las tres mujeres que controlaban la vida y destino de los hombres
(entiéndase humanidad) para que renazcan mudadas en el hombre (ahora, sí;
varón) que ha de regir el destino de la Tierra. La fusión de estas triadas con
la crucifixión, el descendimiento y la resurrección tiene su transformación
máxima en Jesucristo. Como hemos dicho anteriormente, Morrigan también era
muerte que daba luz. Jesucristo vino al mundo para iluminar a los hombres y por
su muerte logró su salvación.
Es así como yo entiendo que muere
la mujer como ejecutora del destino. Como con el Cristianismo se mata a la
mujer, que deja de ser actor principal en la vida, que es algo más que madre;
para morir y transformarse en el hombre. Es una muerte que da vida, que
transforma, que genera otra identidad.
[…]Oh,
desmayo dichoso!
¡Oh,
muerte que das vida! ¡Oh, dulce olvido!
¡Durase
en tu reposo,
sin
ser restituido
jamás
a aqueste bajo y vil sentido! […]
Oda
a Salinas (Oda III de Fray Luis de León)
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