lunes, 13 de enero de 2014

EL DESPERTAR DE LOS CHIFLADOS



           La nave de los locos lleva por nombre planeta tierra. Flota por el espacio dibujando una elipsis, siempre con un lado visiblemente iluminado y otro que temporalmente permanece oculto. En espasmos de euforia y nocturno mutismo gira sobre su propio eje sin rumbo claro o conocido (es un barco de papel en el centro de un remolino). Aun manteniendo los pies en el suelo dentro de ella, somos lunáticos en órbita y en esta ecuación invertida, podemos inferir que cuerdos, realmente cuerdos... ha habido muy pocos. La modernidad fue sin duda la caja de pandora de cuantiosa locura normalizada que hoy en día experimentamos. Los profetas del progreso advirtieron desde el delirio, el atisbo de un nuevo mundo en concordancia con la profunda razón. Fue una visión tan febril y demencialmente vivida que su construcción en un parpadeo de siglos no escatimó en vidas y demolición de continentes. Al final, locura colectiva o lucidez momentánea... la técnica modeló nuestro destino hacia un nosocomio tecnológico.
 
Como efecto secundario, los padecimientos y fobias actuales parecen amplificarse y multiplicarse: Soledad vs Televisión, Depresión vs Compras compulsivas de pánico, Desamor vs Sexo hardcore por la web, Credos dogmaticos vs Drogas duras; la mayoría oímos voces a donde quiera que vamos ("beba, fume, adelgace su figura" ¿Mate para conseguirlo?), pocos se atreven a ignorarlas. Estados alterados de conciencia, mas no elevados, sólo unos cuantos "ismos" dichos al aire bastan para diagnosticarnos como habitantes perennes de Cuculandia (Locagonia en la antigüedad). Y es que, de alguna u otra forma todos hablamos con Dios, y quien logra plasmar en una expresión artística dicha conversación, trasciende por unos instantes la insania general. Infortunadamente, hay un arriesgue si no somos comprendidos: Jesús habló de cordura... y los locos lo mataron.

No son casos aislados los suicidios colectivos, las matanzas sanguinarias, la violencia religiosa o las violaciones tumultuarias. Si el discurso de la sensatez y el juicio en la vida pública está siendo rebasado por la barbarie, es a nuestro alrededor con personas comunes y corrientes donde nos percatamos que la prudencia en lo íntimo e individual también está llegando a su límite. Las historias de ángeles urbanos de la muerte que un día de buenas a primeras decidieron disparar a gente inocente, son ya casi tan recurrentes como los escándalos del Jet-Set o la farándula. Siendo sus cabezas una jaula de grillos, queda la pregunta de cuantos más en privado fantasean ominosamente con asesinar a sus semejantes (la alienación no siempre es un catalizador hacia lo creativo). La desesperanza, es quizás la llave que está abriendo la puerta de los trastornos y los demonios internos al reino de lo real.

Interpretamos estos quiebres señalando en nuestras sociedades la acumulación y la sensualidad como las guías y directrices dominantes. Muchos al no obtenerlas tanto como quisieran, comienzan a albergar ideas mórbidas en la mente. Sin embargo, cuando aparecen casos de individuos turbios que han mantenido privados de la libertad por años a otras personas (las cuales sufrieron humillantes vejaciones sexuales en su encierro)[1], cuando salen a la luz los horrores de grupos que en la fe creyeron poder aislarse de todo para vivir en la tiranía de un fanático[2], cuando aparte de los tiroteos, se descubren incidentes de canibalismo o infanticidio no ya en pueblos, sino en metrópolis modernas, nos queda claro que la locura tiene otros orígenes, se oculta más cerca de lo que nosotros creemos y no siempre brota en un descuido: se cría furtivamente desde la infancia. Los Castillos de la Pureza, la necrofilia psicótica y la brutalidad de actos como el de sacarle los ojos a un niño en un ritual (a manos de sus propios familiares) bajo el pretexto de detener el fin del mundo[3], suceden detrás de muchas paredes en nuestras ciudades sin que nosotros siquiera imaginemos su existencia ¿Qué es lo que está provocando la eclosión del infierno y el vomito de chiflados? No muchos estamos preparados para saber la respuesta.

De la ignorancia deviene el mal, pero en la ejecución enfebrecida de éste, surge el no retorno de la sinrazón (¿Cómo distinguir la locura como disfraz de la pura maldad?). La vieja fascinación por los recónditos lugares exaltados del pensamiento; en estos tiempos se ha diluido en hábitos autodestructivos que son verdaderos descensos al inframundo. Atrás han quedado las obras oníricas o los viajes surreales de autores igual de enardecidos en el desvarío. Hoy por los pasillos del asilo mundial caminan libres aquellos que no pueden en el genio sublimar su torturado submundo interno. Los locos gobiernan este mundo y conducen la nave por los mares podridos del misticismo financiero y las crisis purificadoras (la víscera y la carne queda expuesta cuando el absurdo hace estragos en las normas sociales). Los destellos de la belleza logran por instantes curarnos y a veces recobramos por un segundo el sentido de las mareas... pero cuando la luna de la desesperación vuelve a lo alto: Shine on you Crazy Diamond!

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